¿Cuán dañina es la pornografía?

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Sin importar su clasificación, la adicción a estos materiales es en la actualidad el peligro más grande para la salud occidental.

El periodista Pascal-Emmanuel Gobry se opone a “todo tipo de puritanismo” y considera que el pensamiento puritano es “extraño”. Aun así, en un artículo para amgreatness.com titulado A Science-Based Case for Ending the Porn Epidemic (Un caso basado en la ciencia para terminar con la epidemia de la pornografía) admite haber juzgado mal los peligros de la pornografía. El “consenso de la comunidad científica” le habría demostrado lo contrario.

Sin importar su clasificación, la adicción a estos materiales es en la actualidad el peligro más grande para la salud occidental. El hecho radica en que el efecto adictivo de la pornografía es mucho más intenso que el de la nicotina o el alcohol, y a causa del acceso ilimitado al material porno en Internet, el cerebro se ve desbordado, causando daños permanentes. Entretanto existen, según Gobry, estudios científicos de casos concretos que demuestran que “la pornografía causa los mismos efectos en nuestro cerebro que las sustancias adictivas”.

En la práctica significa que quien mira pornografía se hace dependiente de este hábito más rápidamente que un fumador o un alcohólico. Se producen cambios en la estructura del cerebro, de modo que ya no encuentra excitación fuera de la pornografía. La adicción también lleva al cerebro a exigir experiencias nuevas y cada vez más intensas al respecto. En otras palabras, la pornografía debe ser cada vez más fuerte para satisfacer la adicción. Esto tiene consecuencias en la habilidad del pensamiento y la concentración, además de influir en el comportamiento social.

Una verdad descrita hace mucho tiempo en la Biblia es descubierta ahora por la ciencia: la pornografía es una espiral diabólica descendiente, que ata y destruye a aquel que se expone a ella. “Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (Pr. 7:27).

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