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Autor: Norbert Lieth

Pocos días antes de su muerte, Jesús habló a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Este sermón contiene las más importantes declaraciones proféticas de la Biblia, que nos ayudan a ordenar cronológicamente los hechos futuros y nos desafían a alcanzar con el Evangelio a los que están afuera.


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PE2468- Estudio Bíblico
Señales de Su Venida (14ª parte)


 


En Mateo 24:44-51 leemos: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes”.

Aquí el Señor nos habla de un siervo encargado específicamente del alimento. Su tarea concreta es la de abastecer diariamente a todos los que viven y trabajan en la casa y estancia de su señor. Si cumple satisfactoriamente con esta comisión, el señor de la casa, a su regreso, recompensará la lealtad del siervo. Ahora, ¿qué quiere decir la expresión “dar alimento a tiempo”? Se refiere al hecho de anunciar la Palabra profética de Dios y de señalar incansablemente el regreso de Jesús. El pasaje paralelo en Lucas 12:42 dice: “para que a tiempo les dé su ración…” (Reina Valera), o: “para darles de comer a su debido tiempo” (DHH).

Para comprender el significado de este pasaje debemos ver los versículos en su contexto de Mateo 24, donde el Señor habla exclusivamente de Su regreso. Jesús nos brinda una vista general sobre los acontecimientos de los días postreros, y en ese contexto habla de la necesidad de repartir la Palabra profética como el “alimento a tiempo”. Dado que las señales del tiempo se manifiestan cada vez con mayor claridad, es también cada vez más importante que hagamos lo correcto.

El Señor nos habla aquí de la necesidad de una preparación interior para Su regreso. Lo recalca dándonos a conocer, como ejemplo negativo, los pensamientos del siervo malo, que en su corazón dice: “Mi señor tarda en venir”. Lo que el Señor busca en nosotros, es una actitud de espera que cuente con Su pronta venida. La Palabra profética de Dios es una necesidad urgente para nuestros días. El propio Señor nos ordena prestarle atención en 2 Pedro 1:19. El texto dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos”.

Ahora, amigo: a mi entender, el “siervo fiel” representa el remanente fiel de Israel. Son los judíos que llegarán a creer en su Mesías durante la septuagésima semana de la visión de Daniel. Cuando la Iglesia de Cristo haya sido arrebatada, germinará la semilla que hoy en día es sembrada en Israel. Aparecerán entonces los 144,000 judíos sellados (Apocalipsis 7:4ss.) y los “dos testigos” (Apocalipsis 11:3ss.), quienes predicarán del Antiguo y del Nuevo Testamento.

En respuesta a su mensaje, habrá un avivamiento en Israel. Muchos judíos se acercarán a Jesucristo. Estos creyentes israelitas demostrarán fidelidad al Señor a través de los difíciles tiempos de la Tribulación e instruirán a su pueblo acerca de la inminente venida de Cristo. Les proveerán el alimento de la Palabra profética. Mientras la tierra sea castigada con los juicios de Dios, ellos repartirán el “alimento a tiempo” y anunciarán diciendo: “¡Miren, las profecías se cumplen!”. Cuando el Señor regrese, al cabo de esos siete años, recompensará al fiel remanente judío poniéndolo “sobre todos sus bienes” (Mateo 24:47). En el Reino milenial, Sus “bienes” se extenderán a lo largo y ancho del mundo y de las naciones. El remanente gobernará sobre ellos, juntamente con el Mesías Jesús. “Después recibirán el reino los santos del Altísimo” dice Daniel 7:18.

Por otra parte, el “siervo malo”, puede ser interpretado como el judaísmo sin Dios en esos últimos siete años. Habrá una tremenda división dentro del pueblo judío. Muchos se apartarán radicalmente de las creencias de sus padres (2 Pedro 3:4) y pactarán con el Anticristo (Daniel 9:27). Traicionarán a sus propios hermanos, no creerán en el regreso del Mesías y “golpearán” a sus compatriotas (Mateo 24:49). El amor se enfriará en sus corazones, porque la iniquidad llegará a su colmo con “aquel inicuo” (2 Tesalonicenses 2:7-8). “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”, expresa Mateo 24:12. Los judíos que se comporten como un “siervo malo” durante el tiempo de Tribulación, hasta el regreso del Señor, sin arrepentirse de sus malas obras, no tendrán parte en el Reino milenial.

El Señor Jesús lo expresa con estas serias palabras: “…lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 24:51). Ezequiel ya había profetizado con respecto a esto en el capítulo 20: “mas a la tierra de Israel no entrarán” (comp. Ezequiel 20:37:38). Del judaísmo sin Dios, también nos habla la siguiente profecía de 2 Pedro 3:3-4: “que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (comp. Ezequiel 12:21). Las dos epístolas de Pedro están dirigidas a los judíos (1 Pedro 1:1; 2 Pedro 3:1), y el término “los padres” se refiere a los padres de la fe del judaísmo.

Volvamos, amigos, a ver con un poco más de detalle a qué se refirió el Señor cuando habló de “alimento a tiempo”. En primer lugar, esta expresión puede comprenderse como una advertencia para la Iglesia de Cristo. Teniendo en cuenta los acontecimientos de nuestros días, debemos tener cuidado de no dejar de anunciar lo esencial, lo que el Espíritu nos quiere decir. Esto incluye, por supuesto, todo el consejo de Dios, pero especialmente también las profecías bíblicas. Las revueltas de los últimos años, los disturbios en Israel, el aumento del terrorismo, los peligros de guerras y rumores de guerras, el retroceso económico a nivel mundial, la creciente anarquía, etc., son presagios del tiempo de la Tribulación y del regreso de Jesucristo. Parecería que estuviéramos ante el inminente comienzo de los juicios divinos, que se manifestarán como dolores de parto, cada vez más fuertes y más seguidos.

El profeta Hageo sintetiza esto con las siguientes palabras: “Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:6-7). ¿Existe una buena noticia para nuestro planeta, tan golpeado por horribles acontecimientos? ¿Tenemos un mensaje para nuestro mundo, que sufre bajo las guerras y el terror, en el cual todos los intentos de lograr la paz fracasan y las cosas van de mal en peor? ¡Sí! El gran mensaje es que Jesús vuelve. Él es la única esperanza para nuestro mundo, esperanza por la que gime toda la creación (Romanos 8:22-23).

En segundo lugar, el término “alimento a tiempo” también quiere decir que la Palabra profética es el alimento sólido que se necesita para vivir en este tiempo. Por eso debemos estudiarla y atenderla (2 Pedro 1:19). Al principio del libro de Apocalipsis, leemos: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Ap. 1:3). Y al final del libro, dice así: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro” (Ap. 22:7).

En tercer lugar, el “alimento a tiempo”, también significa que sepamos discernir las señales de los tiempos, para poder enseñar a los demás cómo actuar correctamente en la actualidad. El siervo fiel sabía qué alimento tenía que repartir y en qué momento. En 1755, Juan Wesley le escribió una carta a su hermano Carlos, expresando de la siguiente manera cuál debía ser la actitud correcta frente al regreso de Cristo: “Sé que muchos se equivocaron en cuanto al año de Su regreso, pero ¿hemos de ser insensatos por causa de las afirmaciones apresuradas de aquellas personas? ¿Solo porque ellos dicen ‘hoy’, nosotros vamos a decir ‘nunca’ y ‘paz, paz’, cuando lo que debemos hacer es velar, llenos de esperanza?” (When the Trumpet Sounds, T. Ice y T. Demy).

William McDonald, hablando sobre el regreso de Jesucristo expresó: “No es suficiente que nosotros sostengamos la verdad de Su regreso, sino que esta verdad nos debe sostener a nosotros”. Y en su legado espiritual, el apóstol Pablo nos deja estas palabras en su segunda carta a Timoteo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Ti. 4:7-8).


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