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Autor: Philip Nunn

: ¿Cuál es el origen de la Palabra de Dios? ¿Qué nos dice la misma Biblia en este sentido? ¿Cómo es que Jesús da a conocer a Dios? ¿Cuál es la credibilidad de esta persona histórica real?


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PE2573 – Estudio Bíblico
Razones para creer (8ª parte)



Dios y la Biblia

Amigo: comenzaremos el programa de hoy preguntándonos cómo es que recibieron los oyentes, y más tarde los lectores, la palabra de Dios. En Éxodo 24:7 leemos que después de haber oído las palabras escritas por Moisés, el pueblo respondió: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos”. Pedro, un cercano seguidor de Jesús, escribe que “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21). Encontramos aquí el fenómeno de la inspiración divina. El apóstol Pablo afirmó que “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16-17). Las características personales de los diferentes escritores de la Biblia son evidentes en sus escritos individuales, y aun así el mensaje tiene un único sentido general.

Desde el principio, las Escrituras fueron destinadas a ser leídas como la “Palabra de Dios”. No es que un grupo oficial de la iglesia haya decidido escoger lo mejor entre los diferentes textos religiosos que tenían disponibles y luego hayan investido de autoridad su selección. Al contrario, la realidad es que numerosos rollos de los libros de la Biblia tuvieron amplia circulación, y fueron copiados y aceptados como “documentos de autoridad” entre las diversas comunidades cristianas. Fue el reconocimiento de la autoridad inherente de estos escritos la que rigió la compilación de la Biblia, en un proceso que ahora llamamos “canonización”.

Considerando esto y lo conversado en el programa anterior, podemos llegar a la conclusión de que los autores individuales que escribieron la Biblia fueron personas honestas que usaron diferentes estilos de escritura para registrar algo que habían vivido y que creían real y verdadero. Su intención fue registrar para la posteridad algunas de las singulares intervenciones de Dios en la historia humana. También podemos concluir que es razonable creer que la Biblia que tenemos hoy en día en nuestras manos es una copia fidedigna de lo que ellos originalmente escribieron. Sin embargo, esto no necesariamente implica que la Biblia sea una revelación genuina de Dios. Los cristianos creen que la revelación suprema de Dios vino en la persona de Jesucristo. Las palabras y la vida de Jesús revelan muchísimo acerca de la identidad de este Dios creador y personal. Además, los cristianos afirman que Jesús es el único mediador entre Dios y las personas. Expresándolo por la negativa: si Jesús es una farsa, entonces el cristianismo también es una farsa. Y por la positiva: si Jesús es quien dice ser, todas las personas necesitan a Jesús para poder conocer y experimentar en sus vidas a este Dios creador y personal.

Antes de enfocarnos en el tema de la credibilidad de Jesucristo, me gustaría que consideremos brevemente el papel de la verdad en el cristianismo. Entre 1992 y 2007 Philip Nunn y su esposa trabajaron en Colombia como misioneros cristianos. Su llamado era llevar las buenas nuevas de Jesús a las personas. A través de conversaciones, seminarios, conferencias y usando materiales escritos o audiovisuales buscaban llevar a las personas a un encuentro personal con el Jesús resucitado. Como le pasa a la mayoría de los misioneros, a veces recibían críticas y objeciones: ¿Por qué buscan interferir en la manera de vivir de la gente?”, les decían. “¿Por qué no dejan que las personas vivan sus propias creencias y convicciones?”. Cuando le preguntaban eso, Philip Nunn daba dos respuestas básicas:

En primer lugar, la respuesta de la transformación. El mensaje cristiano cambia a las personas para bien. Las culturas nativas no son tan “felices” como algunos piensan. Muchas veces están dominadas por supersticiones poco saludables y temores a los demonios y al mundo espiritual. Las familias y las comunidades locales son a menudo destruidas por la violencia, la inmoralidad y el consumo de alcohol, y los niños y las mujeres son los que más lo sufren. En culturas más desarrolladas, muchas personas luchan con un profundo sentimiento de vacío y soledad. Pero el mensaje de Jesús y la presencia del Espíritu Santo van transformando al individuo. Los padres dejan de beber y empiezan a preocuparse por sus familias. El perdón restaura las relaciones rotas. Nunn pudo ver con sus propios ojos cómo el mensaje cristiano transforma vidas y comunidades.

Y en segundo lugar, Nunn daba la respuesta de la verdad. Él está convencido de que la cosmovisión cristiana es existencialmente sana, saludable y satisfactoria. Otras cosmovisiones también pueden ser existencialmente saludables, pero la cosmovisión cristiana se basa en la verdad. Se basa en la realidad tal como es. Necesariamente tiene que estar basada en la verdad. La revelación de Dios a través de Jesús se basa en declaraciones de verdad, tales como: “En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna” (Juan 6:47; LBLA). Jesús enfatizó que la verdad y la verdadera libertad van de la mano: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, leemos en Juan 8:32. Es la confrontación con la verdad la que transforma a las personas: “Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad” dice Juan 17:17.

Espero que entienda ahora, amigo, por qué la credibilidad de Jesús es tan importante. No estamos intentando encontrar razones para ganar un debate o una discusión. Este no es un debate académico teórico. Algunos pensadores posmodernos no le dan tanta importancia a las declaraciones de verdad. Pero para el cristianismo, la verdad es fundamental. El cristianismo no puede coexistir con la no-verdad. Espero que usted también llegue a la conclusión de que la fe cristiana no es solo existencialmente sana, saludable y satisfactoria, sino que también es verdadera. Ahora, volvamos al asunto de la credibilidad de Jesucristo. ¿Vivió un personaje histórico llamado Jesús en Palestina hace unos 2000 años? Como dijimos en el estudio anterior, las referencias históricas a Jesús también se pueden encontrar fuera de la Biblia. Hoy en día, prácticamente ningún historiador duda de que Jesús haya existido. Creen en la existencia de un Jesús histórico tal como creen en la existencia del filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) y del emperador romano Constantino (272-337 d.C.). La pregunta más desafiante es quién era este Jesús. ¿Quién dijo ser? ¿Quién pensaban los demás que él era?

Claramente, Jesús no estaba confundido acerca de su propia identidad. Su estilo de vida moral y su ética hacen difícil creer que Jesús haya sido, de alguna manera, una persona malvada o un hipócrita que vivió para engañar a sus seguidores. Pero tampoco podemos categorizarlo meramente como un buen hombre o un excelente profesor de moral. Las declaraciones de Jesús son absolutamente extraordinarias. Él afirmó ser “el hijo de Dios” (Marcos 14:61-62), “el pan de vida” (Juan 6:35), “el camino, y la verdad y la vida” (Juan 14:6). Él dijo que antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Sus amigos y enemigos estaban divididos ante su pretensión de ser Dios. Juan, uno de sus discípulos cercanos, nos dice que Jesús se identificaba a sí mismo como “Dios hecho carne” (Juan 1:1, 14) y que consideraba importante que sus seguidores también lo creyeran (Juan 10:33, 20:28).

Más tarde, uno de los escritores de la Biblia lo expresó de este modo en Hebreos 1:1-3: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo [Jesús], a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo [a través de la muerte de Jesús en la cruz], se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Esta es una declaración muy fuerte. Aquí Jesucristo es presentado, inequívocamente, como una persona con atributos divinos.

La fe judía es rígidamente monoteísta. Los judíos tienen un profundo respeto por el único y verdadero Dios. Por eso no es sorprendente que hubiera una fuerte resistencia a las declaraciones de divinidad de Jesús. En cierto momento, Jesús estuvo a punto de ser apedreado por blasfemia, “porque [él], siendo hombre, [se hizo] Dios”, leemos en Juan 10:33.

Entonces, ¿qué convenció a sus seguidores? Las palabras, los milagros y la hermosa vida abnegada de Jesús manifestaron claramente que no era un hombre ordinario. Y luego su resurrección confirmó sin lugar a dudas que Jesús era quien decía ser. Si Jesús pudo predecir su resurrección y luego morir y volver a la vida, seguramente sus otras declaraciones también deban ser tomadas muy en serio. El apóstol Pablo lo explica de este modo en 1 Corintios 15:14: “Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”. ¡Qué desafiante declaración! ¿No le parece, amigo? La veracidad de Jesucristo, y por ende la de la fe cristiana, se sostiene o se derrumba dependiendo de la veracidad o falsedad de la resurrección de Jesús. Vale la pena, entonces, tomarnos un tiempo para considerar las evidencias de la resurrección de este suceso. Lo haremos en el próximo programa, Dios mediante.

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