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Autor: Philip Nunn

La veracidad de Jesucristo, y por ende la de la fe cristiana, se sostiene o se derrumba dependiendo de la veracidad o falsedad de la resurrección. Vale la pena, entonces, tomarnos un tiempo para considerar las evidencias de la resurrección de Jesús.


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PE2574 – Estudio Bíblico
Razones para creer (9ª parte)



Dios y la Biblia

¿Qué tal, amigo? Para examinar los eventos relacionados con la resurrección de Jesús, no necesita creer que la Biblia es inspirada por Dios. Para nuestro propósito, simplemente tomaremos y estudiaremos los informes escritos en la Biblia con el mismo cuidado y precaución que tienen los eruditos al estudiar cualquier documento histórico antiguo. Afortunadamente, los escritores de los evangelios describen en detalle los acontecimientos relativos a la resurrección de Jesús.

Por supuesto que la mayoría de las personas sospechan de las cosas “extrañas” o “inusuales”. La muerte es una realidad. Probablemente conoce ese sentimiento de irreversibilidad y de resignación cuando regresa a casa después del funeral de alguien que conoció bien. Lo normal es que las personas que han muerto permanezcan muertas. ¿Suenan reales los relatos de la resurrección en los evangelios? Dada la importancia de la resurrección en la fe cristiana, esta ha sido atacada fuertemente, pero también defendida fervientemente a través de los siglos. Compartiré aquí algunas observaciones interesantes. Los líderes religiosos judíos que odiaban a Jesús, las autoridades romanas que lo mataron y sus abatidos seguidores estaban todos de acuerdo en un hecho: la tumba estaba vacía. Este hecho era vergonzoso para las autoridades judías y romanas, e inicialmente fue puesto en duda incluso por los discípulos. ¿Qué explicación puede darse para esta tumba vacía? Será útil considerar aquí algunas de las explicaciones alternativas más comunes:

En primer lugar, algunos sugieren que Jesús en realidad no murió. Esto significaría que un hombre, después de haber sobrevivido la tortura y la crucifixión romana y de haber pasado tres días en una fría tumba de piedra sin atención médica, hubiese empujado una pesada piedra que cubría la entrada de la tumba, roto el sello romano, intimidado a una unidad profesional de soldados romanos y luego convencido a un grupo de discípulos deprimidos de que había resucitado de entre los muertos. Esta historia no convence mucho. Los soldados romanos eran verdugos profesionales. Mientras Jesús estaba colgado en la cruz, un soldado perforó su costado, lastimando probablemente no solamente su pulmón derecho, sino también el pericardio y el corazón, garantizando la muerte. Testigos de su muerte contaron que de esta herida “salió sangre y agua” (Juan 19:34). Es decir, su sangre había empezado a coagularse, y esto solo pasa después de la muerte. Creo que no hay motivos razonables para dudar de la muerte de Jesús.

Otra alternativa que sugieren es que las mujeres visitaron la tumba equivocada. Jesús fue enterrado en una tumba que pertenecía a José de Arimatea, un líder del pueblo judío. ¿Podría ser que una combinación de estrés y cansancio causara que las mujeres visitaran la tumba equivocada? Los discípulos pusieron en duda sus declaraciones acerca de la tumba vacía. Pero Pedro y Juan se levantaron de inmediato y corrieron para verlo por sí mismos. Claramente era el lugar correcto. La gran piedra había sido removida. En el interior vieron los lienzos que Jesús había dejado allí. Era la tumba correcta, y estaba vacía.

También se dice que los judíos pudieron haber robado el cuerpo de Jesús. Sin embargo, debemos recordar que fueron los judíos quienes pidieron a las autoridades romanas que pusieran guardias y aseguraran la tumba para que el cadáver no fuera sacado (Mateo 27:58-66). Si los judíos hubieran robado el cuerpo de Jesús, podrían haberlo presentado como evidencia para probar de forma concluyente que la nueva fe cristiana que ellos tanto odiaban era una farsa. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Por qué prefirieron sobornar a los soldados romanos que exhibir el cuerpo? La razón más probable es que los judíos no tenían el cuerpo.

Se habla también de la posibilidad de que los romanos robaran el cuerpo. Ahora, ¿qué motivo podrían haber tenido los romanos para robar el cuerpo de Jesús? Las autoridades romanas no querían provocar disturbios religiosos o sociales. A los soldados romanos se les amenazaba con la pena de muerte si no cumplían con su deber. Cuando Pedro escapó de prisión, Herodes, “después de interrogar a los guardias, ordenó llevarlos a la muerte” (Hechos 12:19). Los soldados romanos tenían una muy buena razón para no robar ni esconder el cuerpo.

Otros sugieren que fueron los mismos discípulos quienes robaron el cuerpo de Jesús. El hecho de que aún persista hoy en día el rumor de que los discípulos hayan sacado el cuerpo de Jesús de la tumba, es otra prueba más de que la tumba estaba vacía. ¿Robarían ellos el cuerpo? La mayoría de los discípulos murieron como mártires. ¿Darían todos estos hombres su vida para defender una mentira, sabiendo que era una mentira? ¿Podría el robo de un cadáver haber inspirado y transformado de tal manera a este pequeño grupo de discípulos deprimidos? Es muy improbable. Sigue siendo un hecho que la tumba fue encontrada vacía.

Finalmente, también se sugiere que algunos ladrones de tumbas robaron el cuerpo. Ahora, ¿cómo habrían removido la piedra mientras la guardia romana estaba apostada frente a la tumba? ¿Habrían tomado el cadáver y dejado allí los costosos lienzos y especias? ¿Se habrían tomado la molestia de sacar el cadáver sin los lienzos para dar la impresión de que había ocurrido un suceso milagroso (Juan 20:6-9)? Recuerde que la tumba vacía y la manera en la que estaban acomodados los lienzos fueron los que convencieron a Juan de que había ocurrido un milagro.

Por otra parte, amigo, después de la resurrección, un gran número de personas dijeron haber visto a Jesús vivo. En su carta a los cristianos en Corinto, el apóstol Pablo resumió estos encuentros de la siguiente manera: “Porque primeramente os he enseñado lo que así mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas [Pedro], y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos como un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15:3-8).

¿Cómo intentan explicar algunos escépticos estos relatos? Bueno, algunos sugieren que fueron alucinaciones. Sin embargo, las apariciones de Jesús después de su resurrección no cumplen con las condiciones necesarias para que se pueda hablar de alucinaciones. Los evangelios refieren once apariciones de Jesús ante diferentes grupos de personas en diferentes situaciones, durante un periodo de 40 días. Las alucinaciones suelen ser eventos esperados por la persona que las vive; los discípulos, sin embargo, no estaban esperando ver a Jesús de nuevo. Además, los encuentros tuvieron lugar en situaciones muy diferentes: por ejemplo, con un grupo de once hombres en una habitación, con una mujer en un jardín, con un grupo de pescadores cerca del mar, con dos discípulos en la ruta, con un grupo de personas en una montaña. En una ocasión, como acabamos de leer en la carta de Pablo, estaban reunidas más de 500 personas cuando Jesús se les apareció. Realmente no se puede explicar lo que sucedió en aquel entonces como una serie de alucinaciones.

Otros tratan de explicar que la historia de las apariciones es un mito. Sin embargo, el tiempo entre los eventos en la vida de Jesús y los relatos de los evangelios es tan corto que no da lugar al desarrollo de un mito. Muchos lectores de los evangelios habían visto por sí mismos a Cristo resucitado o conocían a alguien que lo había visto. La carta de Pablo a los cristianos en Corinto, que acabamos de citar, fue escrita unos 20 años después de la resurrección. Después de mencionar que Jesús se apareció ante un grupo de más de 500 personas, agrega la aclaración “de los cuales muchos viven aún”, dando a entender que, si había alguna duda, se les podía consultar. Por todo esto amigo, podemos afirmar que los relatos de la resurrección apuntan unánime y convincentemente hacia un evento histórico.

Luego de considerar las diferentes explicaciones alternativas para la tumba vacía y las posteriores apariciones de Jesús resucitado, podemos concluir que una resurrección corporal de Jesucristo es la explicación que mejor coincide con la evidencia. Algo real, algo “extraño”, algo muy importante ocurrió en Jerusalén ese primer domingo de Pascua. Jesús hizo lo que había prometido. En un plazo de pocas semanas a partir de la resurrección, en Jerusalén, la misma ciudad en la cual Jesús había sido crucificado, unas 3.000 personas habían creído el mensaje y se habían convertido al cristianismo.

Las evidencias de la resurrección eran convincentes; tanto que incluso muchos líderes judíos que vivían en Jerusalén se hicieron cristianos. En Hechos 6:7 leemos que “crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían la fe”. Desde ese entonces, los apóstoles se vieron a sí mismos como “testigos de la resurrección” (Hechos 1:22). Querido amigo: este crecimiento explosivo del cristianismo a partir del judaísmo, así como también el testimonio de millones de vidas cambiadas hasta la actualidad, son inexplicables sin una verdadera resurrección física de Jesucristo.

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