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Autor: Wim Malgo

La venida del Señor Jesús es el evento próximo más importante y trascendente que nos espera. Sin embargo, muchos no se preparan. Wim Malgo advierte en palabras contundentes contra esta actitud inconsistente. Allanad el camino, quitad las piedras. Pon tus ojos sólo en Jesús, sino perderás lo mejor.


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PE2622 – Estudio Bíblico
Preparémonos ahora. Si no, perderemos lo mejor (1ª parte)



Comenzamos hoy con una nueva serie de estudios titulados “¡Preparémonos ahora, sino perderemos lo mejor!”. Hablaremos de la preparación para la venida del Señor. Este tema tiene una importancia vital. Ya Noé practicó esta preparación en aquel entonces, en una época que también estaba pronta para el juicio. En Hebreos 11:7 leemos: «Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe«.

Por un lado, esta arca de salvación con las ocho personas a bordo es una representación profética de todo Israel que, así como el arca fue guardada a través del juicio mundial del diluvio, será guardado entre las naciones a través de la Gran Tribulación. Pero, por otro lado, el arca es al mismo tiempo una clara imagen profética de la Iglesia de Jesús. Otra imagen que nos habla de la misma verdad es el buen olivo en el cual fuimos injertados como ramas silvestres al ser parte de la Iglesia de Cristo. En Romanos 11:17 leemos acerca de nuestro privilegio: «Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo…» y en el mismo pasaje recibimos también una advertencia a mantener la fe: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”. Así como Noé preparó el arca y su entorno lo vio y por eso fue condenado, la Iglesia de Jesús es una muestra, o sea, una carta legible para este mundo.

El apóstol Pablo lo dice en 2 Corintios 3:2 y 3: «Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón«. Aquí se expresan las dos verdades, como en la construcción del arca de Noé.

Primeramente, habla de que es visible para todos los hombres. Y, por otro lado, la Iglesia de Jesús está siendo preparada por el servicio de los mensajeros de Jesucristo. Así como en aquel entonces, por el servicio de Noé y para la salvación de las ocho personas, fue preparada el arca, que según Génesis 6:16 tenía solamente una puerta: «…pondrás la puerta del arca a su lado«. También hay una sola puerta a la Iglesia, que es salva: esta puerta es Jesucristo. El dice en Juan 10:9: «Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos«. Por Su muerte en la cruz del Gólgota, llegó a ser la única Puerta al Santuario, al mismísimo Padre. En Mateo 27:50 y 51 leemos: «Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo«.

De esta manera podemos ahora entrar y salir libremente en el Santuario, y es lo que nos invita hacer Hebreos 10:19 al 22: «Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura«. La libertad de entrar y salir en la casa de Dios, este entrar al Lugar Santísimo y el volver a salir de él, es la preparación activa y sirve para la edificación de la Iglesia de Jesús, siendo que así tú, como un reflejo de la gloria de Dios, mueves también a otros a entrar contigo por la Puerta al arca de salvación eterna.

Es algo maravilloso en el sentido profético, cuando leemos, por ejemplo, en 1 Pedro 3:20: «…los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua«. Todo lo anterior es preparación para este momento. Podemos comparar a Juan el Bautista con estas ocho almas en el arca. Por el bautismo de Juan, Dios purificó y preparó a las personas, para que pudieran recibir al Señor como el Mesías, cuando se revelara. Pues él mismo era el precursor del Señor. Cuando todavía era un bebé, su padre Zacarías profetizó sobre él, en Lucas 1:76 y 77: «Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados«.

Aquí, por supuesto, surge la pregunta: ¿Cómo preparó Juan el camino del Señor? Otra profecía sobre la obra de Juan, se encuentra en Isaías 40:3 dice: «Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios«. Enderezar calzada, justamente en nuestro corazón. ¡Ésta es la preparación adecuada para la venida del Señor, quien viene pronto! Él mismo manifiesta en Isaías 49:11 Su voluntad al respecto: «Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas«. También Isaías 57:14 llama con énfasis: «Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo«. Por eso, bienaventurado el hombre en cuyo corazón hay un camino libre para recibir al Señor, que viene. Así lo dice el Salmo 84:4 al 7: «Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán. Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion«.

Respecto a este ver a Dios, el Señor dice estas palabras exhortadoras en el evangelio de Lucas capítulo 21 verso 36: «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán y de estar en pie delante del Hijo del Hombre«. ¿Vamos entendiendo cómo allanó Juan el camino para la venida del Señor? Sigamos leyendo al respecto en Isaías 57:14 y 15: «Construid, construid, preparad el camino, quitad los obstáculos del camino de mi pueblo. Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos«. He aquí, el Señor viene – ¡y nosotros tenemos que prepararle el camino en nuestros corazones! ¡Justamente ahora, Él quiere avivar y despertar de una manera nueva tu espíritu, si quitas los obstáculos en ti! ¡Oh, tendríamos ya desde hace mucho un poderoso avivamiento! el Espíritu Santo tendría un camino allanado en ti y a través de ti para prepararte a ti y a otros para la pronta venida del Señor Jesús.

¡Si por fin quitaras del camino los obstáculos que se encuentran en tu corazón! Estos miserables obstáculos en tu corazón son, por ejemplo: la crítica, la calumnia, la inclinación a la mentira, la falta de oración. ¿No puede ser ahora el tiempo propicio para liberar el camino a la obra del Señor en tu corazón?

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