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Autor: Norbert Lieth

Cuando pasamos por dificultades, ¿no hay otra solución que la resignación? ¡Sí, la hay! Nunca olvides que el Señor te puso en este mundo y que es bajo Su autorización que te encuentras en esa situación. Tienes una tarea. Y esto no es algo sin sentido. ¡Hay un lugar de reposo para ti!


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PE2327 – Estudio Bíblico
No Hay Razón para la Resignación



Qué tal? Cómo están? El tema de hoy: No hay razón para la resignación.

Un matrimonio perdió a su hija en un accidente de auto. La madre no podía superar ese sufrimiento. Siempre se comparaba con los vecinos, a los cuales parecía irles tan bien, tenían una familia feliz, pasaban lindas vacaciones, disfrutaban de una vida tranquila, etc. Un día, ella se acercó a su pastor con su aflicción, y le pidió ayuda. Él accedió a su pedido, y agregó: “Antes, le voy a pedir que haga lo siguiente: Visite cada hogar de su pueblo y tráigame una rosa por cada familia en la cual no haya sufrimiento”. La mujer se puso en camino y luego volvió al pastor – sin rosas, pero con un amplio ramo de nuevas experiencias…

El salmista clama, en el Salmo 55, versículos 2 al 5: “Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo, a causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; porque sobre mí echaron iniquidad, y con furor me persiguen. Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mi han caído. Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha cubierto”.
Cada uno conoce algo de este tipo de aflicciones por experiencia personal:

  • Conmoción: No encontramos la paz, nos sentimos confusos y nerviosos. Hay algo que no nos deja descansar, quizás una continua preocupación.
  • Voz del enemigo: Pueden ser auto-acusaciones. Las acusaciones del enemigo de Dios nos asustan y nos entristecen, y los reproches de los demás nos afligen.
  • Opresión: Ya no podemos estar alegres, a veces tenemos que obligarnos a mostrar una sonrisa. El ambiente que nos rodea es triste e, incluso, hay un sentimiento de desesperación.
  • Iniquidad: Nos habíamos imaginado otra realidad. Ahora, de repente, tenemos que luchar con enfermedad, desgracia, desempleo, problemas económicos y frustración. Todo va mal. ¡A los demás les va tan bien! ¿Por qué justamente me toca a mí esta desgracia?
  • Persecución: Nuestros superiores o los colegas en el lugar de trabajo, los vecinos, e incluso nuestros familiares, siempre tienen algo que criticar en nosotros.
  • Dolor, terrores, temor y temblor: Sentimos dolor por la situación actual, terrores de muerte, temor al futuro, temblor con respecto a toda la inseguridad y lo que podría venir todavía.

Tenemos ganas de huir de la situación. Oramos: “¡Señor, ven pronto, ya hace tanto tiempo que te esperamos!” ¿No es cierto que a veces gemimos dentro de nosotros y pensamos: “¡Qué todo el mundo me deje en paz!”? Quisiéramos irnos lejos, lo más lejos posible. Comenzamos a soñar, y surgen los deseos: “Quisiera estar alguna vez completamente solo”. “Quiero tener un lugar donde nadie me moleste”. “Quisiera comenzar todo de nuevo”. “Ojalá pudiera tener trato tan solo con la persona con la cual me entiendo”. En algunos países, el salir del sistema social y comenzar una vida nueva en otro lugar, se ha convertido en una moda. Aunque seguramente uno no se imagina que las cosas le van a ir como a aquel marido que volaba en su imaginación, y le dijo a su esposa: “Sabes, tesoro, quisiera ir a un lugar donde nunca estuve y hacer algo que nunca en mi vida hice”. A lo que su esposa le respondió: “¡Entonces, ve a la cocina y lava los platos!” A lo mejor, también sería una manera de desenchufarse de los problemas…

Las dificultades en el trabajo, el estrés, la falta de reposo, las tensiones en la familia, las preocupaciones por los hijos, una serie de contratiempos, enfermedades que se asoman, la vejez, los problemas financieros, cada vez nuevas confrontaciones, los obstáculos y las peleas, nos desgastan. Y el mero deseo de que las cosas estuvieran mejor, no resuelve los problemas. En lugar de eso, se suman nuevos desafíos. Quizás fuimos heridos en un área que nos duele mucho. Parece que la situación no podría ser peor. Y ya no logramos salir de la angustia.

Entonces, corremos peligro de resignarnos y de aislarnos. Muchos, incluso, llegan a sus límites y comienzan a pensar en quitarse la vida. O tienen los mismos sentimientos que el salmista, en el Salmo 55:9, cuando dice: “Destrúyelos, oh Señor…” En otras palabras: “Que todo reviente como un globo, para que no me moleste más. ¡Quita todos mis problemas, crea una solución, pero rápido!”

¿No hay otra solución que la resignación? ¡Sí, la hay! Nunca olvides que el Señor te puso en este mundo y que es bajo Su autorización que te encuentras en esta situación. Tienes una tarea. Esto no es algo sin sentido. Hay un lugar de reposo para ti.

Nosotros los cristianos tenemos un gran privilegio frente a todas las demás personas de esta tierra: Podemos orar con las palabras del Salmo 55:16 al 18: “En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré. Y él oirá mi voz. Él redimirá en paz mi alma”. Existen tres poderosos y efectivos tipos de ayuda para nuestra vida: 1. orar, 2. orar y 3. orar. “Tarde y mañana, y a mediodía oraré y clamaré. Y él oirá mi voz”. ¡Nunca tendríamos que subestimar el poder de la oración!

Es posible que justamente ésta sea una de las razones de tu tristeza y nerviosismo: el hecho de que has dejado de orar regularmente, dando lugar a la resignación. El Señor no siempre saca a Sus hijos de sus situaciones apremiantes, no siempre quita las preocupaciones, pero Él nos ayuda y en medio de los apuros nos da paz y tranquilidad. “Él redimirá en paz mi alma”, dice el Salmo, como resultado de la oración. ¿En paz? – ¿En medio de la angustia que me asalta? – ¡Sí! Filipenses 4:6 y 7, dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

El apóstol Pablo tuvo una experiencia de vida que me impresiona profundamente y es un gran testimonio para mí. En segunda Corintios 6:10, él testifica: “como entristecidos, pero siempre gozosos”. Y en 2 Corintios 7:4 lo vuelve a afirmar: “Lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones”.

Tengamos en cuenta que hay Alguien sentado en el trono, a quien no se le escapa nada, quien todo lo puede, y quien permanecerá para siempre. Como dice el Salmo 55 en la versión de la Biblia de las Américas, en el versículo 19: “El que reina desde la antigüedad”. Toda potestad que te apremie, aún la más grande, está destinada a perecer. Cada aflicción tiene su fin, pero Jesús permanece por la eternidad. “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”, dice Él.

En el primer versículo de su carta, Judas describe el poder de Jesús de la siguiente manera: “… a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo”. Y en el penúltimo verso: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría…”. Y Pablo, en segunda Corintios 1:3, Lo llama: “Dios de toda consolación”.

A veces, quisiéramos poder huir de nuestra situación, como David lo expresa en el Salmo 55:6 y 7: “¡Quien me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos”. Sin embargo, no necesitamos huir con alas de paloma, pues Dios nos lleva sobre alas de águila, dice Deuteronomio 32:11: “Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas”. Durante tres meses, las águilas suplen cada necesidad de su cría. En las tormentas, la mamá águila cubre a los pequeños con sus enormes alas. Ella busca comida, mientras que el padre cuida el nido. Después de esta etapa, sin embargo, la madre, en lugar de bajar al nido, se mantiene con fuertes aletazos unos diez metros encima del nido. Los pequeños abren sus picos de par en par, deseando la comida, pero no reciben nada. Luego, la madre se aleja otra vez. Este comportamiento se observa durante unos tres días. Después de esto, la madre comienza a destruir el nido. Aguza algunas pajas de tal manera que los aguiluchos se pinchen con ellas y comiencen a alejarse del nido. Luego, se dispone a tirar a los pequeños uno tras otro fuera del nido. La pequeña águila, cuando es tirada, cae al abismo y torpemente intenta volar, hasta que no puede más. La madre águila planea sobre el pequeño, y no lo pierde ni un instante de vista. Cuando ve que está exhausto, vuela debajo de él y lo recoge sobre sus grandes alas. Lo lleva de vuelta al nido y lo vuelve a dejar solo. Lo hace tanto tiempo hasta que los pequeños aprendan a volar por sus propios medios.

¿No es una hermosa imagen de los cuidados de Dios para nosotros? El Señor nos hace entrar en situaciones en las cuales pensamos que Él nos ha olvidado. Sin embargo, todo esto sirve para que crezcamos espiritualmente y nos afirmemos. No debemos huir, sino buscar la cercanía de Jesús. Exodo 19:4 dice: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí”. Lo mismo dice Jesús en Mateo 11:28 con respecto a Él: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. La razón por la cual no podemos resolver nuestros problemas, no es que sean tan grandes, sino que no estamos lo suficientemente cerca de Jesús. ¡En Él encontramos nuestro descanso!

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo” (Salmo 55:22). Puedes, literalmente, echar tus problemas sobre Dios, como está escrito en 1 Pedro 5:7: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. ¡Él te cuidará.! Puede ser que lo haga de otra manera, y no como lo pensaste y lo deseas, pero sí lo hará. Si has llegado a ser justo por medio de Jesús, si Él ha llegado a ser tu Justicia, Dios no te dejará caído.

No tenemos razón para resignarnos…
– Porque tenemos un futuro. En 1 Tesalonicenses 4:13 y 18, Pablo escribe acerca de la resurrección y del arrebatamiento que tenemos por delante y dice: “…para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza… Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
– Porque el tiempo de sufrimiento es muy corto, comparado con la gloria eterna. 2 Corintios 4:17 dice: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Considera que tu vida no está limitada al tiempo en la tierra, sino que seguirá por toda la eternidad. Allí, Dios enjugará todas las lágrimas, y allí le agradeceremos por unos cuantos sufrimientos que, finalmente, nos fueron de provecho.

¡No te escapes de la escuela de aprendizaje de Dios! No te alejes ni te aísles, sino echa tu ansiedad sobre el Señor, acércate a Él. “En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará” (nos dice el Salmo 55:16). No intentes huir, sino busca la cercanía de Jesús. Él es el reposo que necesitas. Por Él serás llevado sobre alas de águila. En cada tempestad, Él extiende Sus alas encima y debajo de ti. No serás guardado de la tormenta, pero sí en la tormenta.

Sí, la confianza es mejor que la huida: “Pero yo en ti confiaré” (Sal. 55:23). Un evangelista, Axel Kühner, lo expresó así: “Los hombres tienen hambre de vida y sed de amor. Están lastimados en cuerpo y alma. Claman y gritan por ayuda en sus temores y preocupaciones. ¡Cuántas veces sus anhelos no son satisfechos, sino simplemente acallados! (…) Jesús quiere satisfacer verdaderamente nuestro anhelo de vida. Bajo Sus cuidados y en Su amor, encontraremos verdadero reposo. (…) Él toma en serio nuestro clamor por la vida y el amor, realmente quiere saciarnos con Su misericordia y llevarnos con Su fuerza al reposo. (…)

Cuando nuestra vida ha encontrado su satisfacción en Jesús, nos sentimos cada vez más al abrigo con Él”.

¡Ve a Jesús y permanece con Él!

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