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Autor: Norbert Lieth

A partir de nuestra conversión, también nosotros los cristianos nos encontramos en un viaje espiritual, y pasamos por el desierto de este mundo hasta llegar a la meta, que es nuestra tierra prometida celestial. Hasta entonces también nosotros pasamos cada uno por una generación y pasamos diversas estaciones que han sido fijadas por Dios. En esta serie de mensajes queremos comparar algunas estaciones de Israel con las nuestras. Después de todo, la Biblia dice justamente sobre el peregrinaje de Israel por el desierto: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”.


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PE2345 – Estudio Bíblico
Las estaciones de la vida” (1ª parte)



¿Qué tal estimados oyentes? En este mensaje de Norbert Lieth: Las estaciones de la vida, comenzamos con el tema: La peregrinación por el desierto y la salvación.

En Números 33:1 y 2 leemos: “Estas son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. Moisés escribió sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Estas, pues, son sus jornadas con arreglo a sus salidas…

Probablemente todos nosotros alguna vez ya hemos tenido que escribir un currículum, en el cual citamos las diversas estaciones de nuestra vida. Aquellos que leen el currículum, entonces, pueden hacerse una idea de nosotros. Por supuesto, cada persona hace lo posible por redactar su currículum de tal forma que salga lo mejor parado posible. Pero, ¿qué sucedería si no fuéramos nosotros mismos, sino otra persona que nos conoce bastante bien el que redactara nuestro currículum? ¿Será que también saldríamos tan bien parados?

El camino de Israel, desde su salida de Egipto hasta poco antes de su entrada a la tierra prometida, fue anotado por Moisés, por orden de Dios: las jornadas diarias, las diversas etapas, las salidas y peregrinaciones, dónde acampaban los israelitas, los nombres de los lugares, los acontecimientos, etc.

Números 33 hace una lista de 40 lugares entre la salida de Ramesés y la llegada a la llanura de Moab. De este modo, los 40 años de una generación entera son tratados en 40 estaciones; sus victorias y derrotas, sus avances y retrocesos – todo está anotado como importantes lecciones para las generaciones próximas.

A partir de nuestra conversión, también nosotros los cristianos nos encontramos en un viaje espiritual, y pasamos por el desierto de este mundo hasta llegar a la meta, que es nuestra tierra prometida celestial. Hasta entonces también nosotros pasamos cada uno por una generación y pasamos diversas estaciones que han sido fijadas por Dios. 2 Corintios 5:10, dice: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.

En esta serie queremos comparar algunas estaciones de Israel con las nuestras. Después de todo, la Biblia dice, justamente sobre el peregrinaje por el desierto, en primera Corintios 10:11: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”.

De los 40 lugares y etapas mencionados en Números 33, sólo nos detendremos con aquellas que tienen algo especial. La primera estación está descrita en los versículos tres a cuatro:
“De Ramesés salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los egipcios, mientras enterraban los egipcios a los que Jehová había herido de muerte de entre ellos, a todo primogénito; también había hecho Jehová juicios contra sus dioses.”
El viaje espiritual y práctico de los israelitas comenzó con la pascua. El cordero de pascua era sacrificado el día 14. Eso hizo que el camino quedara libre para el éxodo del día 15. Los egipcios, juntamente con sus dioses, habían sido derrotados por la poderosa mano de Dios, y el Señor se había revelado como el único Dios verdadero de Israel. Mientras los egipcios luchaban con la muerte y enterraban a sus muertos, los israelitas no fueron afectados y fueron llevados a la libertad. La salvación y la salida de Israel sucedieron ante los ojos de los egipcios. De modo que esto fue un testimonio visible. La mano de Dios demostró ser la “mano superior”, a la que ningún poder terrenal es capaz de resistir.

Jesucristo es nuestro Cordero de pascua (así nos dice 1 Corintios 5:7). Él ha liberado el camino para nosotros para la salida de este mundo, de la vieja vida esclavizada. La muerte está vencida, y nosotros hemos sido llevados a la libertad de la vida eterna. Ante los ojos del mundo visible e invisible, todo aquel que es redimido cree en el Cordero de pascua, Jesucristo. El dios de este mundo ha sido condenado, nosotros hemos sido liberados de todos los dioses e ídolos de este mundo, y tenemos el privilegio de conocer a ese verdadero Dios que se da a conocer en Jesucristo. Su brazo ha vencido al pecado, a la muerte y al diablo, y nos lleva seguros a la meta.

El segundo tema que trataremos es: Bajo la protección divina

Leamos nuevamente Números 33:1 y 2: “Éstas son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. Moisés escribió sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Éstas, pues, son sus jornadas con arreglo a sus salidas”.

Números 33 contiene una lista de 40 lugares que se encuentran entre la salida de Ramesés y la llegada al valle de Moab cuarenta años después. Comparamos, en esta serie, algunas estaciones en el peregrinaje de Israel por el desierto con las nuestras. La Biblia dice, justamente sobre el tiempo en el desierto, en 1 Corintios 10:11: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”.

Leemos, pues, en Números 33:5: “Salieron, pues, los hijos de Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot”. Sucot fue la primera estación donde acamparon los hijos de Israel después de su salida de Egipto: “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar las mujeres y los niños” (así dice en Éxodo 12:37). Sucot significa “chozas” (techos de hojas), conforme a Génesis 33:17: “Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot.”

Siguiendo el ejemplo de Sucot, es que en Israel se celebra la así llamada Fiesta de los Tabernáculos y se recuerda el éxodo de Egipto. – Durante la peregrinación por el desierto, los israelitas, de noche, veían, a través de sus chozas de hojas, la columna de fuego de Dios que los protegía. De día, las chozas de hojas brindaban sombra y les permitían ver la columna de nube. Las “chozas de Sucot” sólo eran una protección exigua, pero a través de las chozas los israelitas miraban al Señor, quien era su verdadero protector. – La Fiesta de los Tabernáculos dura siete días enteros (número completo) (según Levítico 23:34), y es simbólico por el número completo de la protección de Dios sobre Su pueblo durante la peregrinación de 40 años por el desierto.

En Deuteronomio 2:7 está escrito: “Pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado”. En 40 años, a través de 40 estaciones, el Señor veló sobre Su pueblo y lo llevó seguro a la tierra prometida. Así dice el capítulo 29, versículo 4: “Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie”.

¿No es verdad que nosotros podemos decir lo mismo, en vista de nuestra peregrinación como forasteros sin derecho ciudadano, de camino a la futura ciudad del cielo? Es verdad que nuestros vestidos pueden raerse y el calzado en nuestros pies se puede desgastar, pero con la salvación a través de nuestro Cordero de Pascua Jesucristo, hemos sido puestos bajo la total protección de Dios, quien nos guía y nos cuida, nos lleva en sus brazos en tiempos de crisis, nos da la victoria, en todo momento nos ilumina y nunca nos abandona. Él provee para nosotros, Él nos ama con infinito amor y Él nos guía con esmero divino. En cada fase de nuestro peregrinaje estamos rodeados por el Señor infinito, y nada escapa de Su ojo vigilante.

De esto también testificó Pablo al final de su vida, en 2 Timoteo 4:16 y 17, cuando tuvo que decir acerca de su arresto: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas”. Y Hebreos 13:5 repite una promesa de Deuteronomio 31:6 y Josué 1:5, la cual se aplica a nosotros, los creyentes del nuevo pacto: “Porque él dijo: ¡No te desampararé, ni te dejaré!”

Y, por eso, nosotros podemos decir confiadamente a todo creyente: Dios nos cargará seguros en Sus brazos a través del desierto de este mundo, como dice Filipenses 1:6: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.

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