¿Menciona la Biblia el arrebatamiento?

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La iglesia arrebatada es denominada, figuradamente, como la gran “reunión” (synagoge) en el cielo.

La pregunta parece superflua. No obstante, una y otra vez hay cristianos, especialmente de grupos reformados, que hacen bromas sobre el “arrebatamiento”. Una rectificación al respecto.

La esperanza de la iglesia es el arrebatamiento. Ella espera al Redentor que viene por Su novia. Mientras tanto, la iglesia quizás sufra persecución, aflicción y dificultades. Pero ella no es el blanco de la ira divina. A ella no le espera la destrucción como le sucede al mundo, sino la venida de su Rey y Señor. Pedro especifica que el mundo presente es reservado «para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos» (2 P. 3:7).
En la Biblia, la iglesia es presentada como la esposa del Cordero (Ap. 19:7-9). Ella no es el objeto de Su ira, ¡porque el Señor no la castiga primero para luego casarse con ella, o viceversa! Si bien Él puede disciplinarla en amor, su objetivo final consiste en presentarla al Padre como Su novia perfecta.

El arrebatamiento de la iglesia, a menudo es considerado como un paralelo de los “arrebatamientos” de Enoc (Gn. 5:24) y de Elías (2 R. 2:12). En ambos casos, la respectiva persona desapareció o fue recibida en el cielo. Durante Su ascensión al cielo, nuestro Señor fue “recibido arriba” en el cielo (Hch. 1:9). La descripción bíblica del arrebatamiento, contiene tanto la resurrección de los creyentes fallecidos como también la sustracción de los creyentes vivos, para encontrarse con el Señor en el aire (1 Ts. 4:16-17; 1 Co. 15:51-52).

La idea del arrebatamiento es clarificada a través de los términos bíblicos “sustraer” (griego: harpazo) y “reunidos” (griego: episynagoges). Los autores Hogg y Vine comentan que harpazo es el mismo verbo utilizado en el caso de Pablo (“si en el cuerpo… si fuera del cuerpo”, 2 Co. 12:2-4), de Felipe («el Espíritu del Señor arrebató a Felipe » (Hch. 8:39), y del hijo varón («fue arrebatado para Dios» (Ap. 12:5). El verbo harpazo trasmite la idea de violencia repentina, y la mejor manera de reproducirlo es “quitar inesperadamente” (Jn. 10:28-29: Jesús promete que nadie podrá “quitarlos inesperadamente” de Su mano). ¡Sólo Él “quita inesperadamente”, haciéndolo en el momento del arrebatamiento!

En contraste a esto, el verbo episynagoges se refiere a las consecuencias del “quitar inesperadamente” (harpazo). Cuando hayamos sido arrebatados a las nubes, seremos “reunidos” con el Señor. En su comentario sobre 2 Tesalonicenses 2:1, Hogg y Vine hacen el siguiente comentario: “Aquí se refiere al ‘arrebatamiento’ de los santos para encontrarse con el Señor en el aire y estar para siempre con Él.” El significado literal de la palabra es “juntos reunirse”. La iglesia arrebatada es denominada, figuradamente, como la gran “reunión” (synagoge) en el cielo. El autor Milligan dice lo siguiente acerca de esto: “La palabra tiene su origen en las palabras del Señor de Marcos 13:27 (‘reunir a sus escogidos’), y sólo aparece otra vez en el Nuevo Testamento, en Hebreos 10:25, donde es aplicada a la reunión periódica de los creyentes a la espera de la gran reunión cuando el Señor venga otra vez.”

¡Por supuesto que hay un arrebatamiento! No existe ningún sistema que pueda ser tomado en serio, en cuanto a la doctrina bíblica de los tiempos del fin, sin un arrebatamiento. La iglesia es “arrebatada” y “reunida” con su Señor. La única discusión al respecto, es el momento en que esto ocurrirá. Por eso, deberíamos terminar con esos rumores que dicen que se debería dejar de lado aun el mismo pensamiento de un arrebatamiento. De los textos arriba mencionados se desprende muy claramente el arrebatamiento, del mismo modo que otras doctrinas bíblicas de otros textos. La pregunta únicamente es: si ocurrirá antes de la segunda venida de Cristo en gloria, o si será parte de ese acontecimiento.

Edward E. Hindson

Publicado primeramente en el libro Cuando suene la trompeta; extracto resumido.

 


 


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