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Autor: Nathanael Winkler

En el programa de hoy escucharemos sobre la relación que hay entre el amor y el conocimiento para quien camina con el Señor. Recién al tener el conocimiento de quién es Jesús, puedo adorarlo con verdadero amor. Pablo tenía ciencia y conocimiento acerca de Jesucristo y oraba para que los creyentes de Filipos también lo tuvieran.


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PE2679- Estudio Bíblico
La carta de Pablo a los Filipenses (5ª parte)



Amor y conocimiento van de la mano

Queridos amigos, comenzamos el programa de hoy prestando atención a lo escrito en Filipenses 1:9-10: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”. El corazón de Pablo está lleno de un gran deseo: que la iglesia de Dios en Filipos crezca espiritualmente, tanto en su conjunto, como también individualmente cada uno de los miembros. Su meta es poder presentarlos un día “irreprensibles” ante Jesús. Desea poder entregarlos a Jesús sin tropiezos, sin escándalos, irreprochables y totalmente libres de culpa. Éste es su más profundo anhelo.

El apóstol nos revela su corazón y descubrimos el corazón de un pastor. Pablo es un pastor que lucha por las iglesias y por cada creyente que las integra. Sufre en su alma cuando uno de los miembros anda por caminos equivocados. Llora con los hermanos y se alegra con ellos cuando están contentos. Cada uno de los creyentes le importa de verdad, de todo corazón.
Y nosotros, ¿sentimos lo mismo? ¿Luchamos en la iglesia por cada uno de los creyentes? Consideremos que ese deseo de Pablo no solamente se refería a la iglesia en Filipos, sino también a la de Corinto, a los creyentes en Éfeso, y a los de Tesalónica. Leemos, por ejemplo, en la carta a los efesios capítulo 5 versículo 27: “… a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Éste era el deseo que impulsaba a Pablo.

Deseaba presentar a la iglesia de Dios en Filipos pura y sin mácula delante de Dios, y escribió en el versículo 9 de Filipenses 1: “Esto pido en oración…”. Y el resumen de su oración es: “que vuestro amor abunde aún más y más”. Pablo oraba, específicamente, por el crecimiento espiritual de la iglesia en Filipos. Pablo estaba cautivado por el amor de Dios. De joven, el apóstol había sido fariseo. Pensaba poder obtener la justicia delante de Dios por su legalismo. Su tarea más importante era la de cumplir la ley lo más exactamente posible. Pero ahora, ya no podía imaginar su vida sin el amor de Dios. Este amor lo había vencido a él, que antes perseguía a los cristianos y odiaba a Jesús. Pablo sabía que era el amor de Dios el que le había perdonado su culpa. Este amor había convertido al engreído fariseo, con su justicia propia, en un mensajero de Jesucristo. Pablo une los términos “amor” y “ciencia” en forma inseparable, al decir: “… que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia”. Ciencia tiene que ver con conocimiento. Recién al saber lo que Jesús hizo por mí, lo puedo amar de verdad. Recién al tener el conocimiento de quién es Jesús, puedo adorarlo con verdadero amor. Pablo tenía ciencia y conocimiento acerca de Jesucristo.

¿Qué tan conmovido estás tú por lo que hizo Jesús? ¿Hasta qué punto estás cautivado por Él? ¿Cómo llegaste a conocer a Jesús? – Cuando recibo conocimiento divino y lo experimento en mi vida, sin lugar a dudas eso me lleva a adorar a Dios. Cuanto más comprendo el plan de salvación de Dios en mi vida, tanto más gozoso y tranquilo estoy. Cuando eso sucede, ya no salgo del asombro acerca de la persona de Dios, del milagro de la salvación, de la gracia de Dios y la gloria de Jesucristo. Entonces, solamente puedo caer de rodillas y adorar, y a través de esa adoración crece mi amor y me desborda.

¿Será que lo amamos muy poco porque no lo conocemos, porque no hemos comprendido quién es Dios? ¿Amamos tan poco porque Jesús tiene poca importancia para nosotros, y nunca hemos investigado las grandes verdades bíblicas? Cuando he llegado a conocer a Jesús, cuando sé quién es Él, lo que hizo por mí, y qué significa Él para mí, entonces no puedo sino desbordar de amor. ¿Es desbordante nuestro amor por Jesucristo? Justamente éste es el deseo del apóstol Pablo para los creyentes en Filipos: “que vuestro amor abunde aún más y más”. La Biblia de las Américas traduce: “… que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento”. ¿Cómo encajan el amor, el conocimiento y el discernimiento? ¿No se excluyen, más bien?

Veamos una breve explicación de algunos términos: El término bíblico “amor” no tiene nada que ver con sentimentalismo, sino que se nos explica en 1 Corintios 13:4-8: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ¡El amor nunca deja de ser!

Discernimiento, a su vez, se refiere al hecho de comprender, entender y registrar las verdades bíblicas y cómo se relacionan entre sí. El término “discernimiento” reúne el conocimiento verdadero y el amor bíblico que acabamos de mencionar. En la vida diaria resulta de esta combinación un claro discernimiento bíblico, que nos da la capacidad de conocer lo que es correcto y de hacerlo. ¿Cuántos cristianos hay que no pueden juzgar las cosas espiritualmente, porque les falta amor, o bien les falta el conocimiento de las grandes verdades bíblicas? Esto hoy en día es un problema en las congregaciones. Las personas desbordan de amor, pero no tienen ninguna doctrina bíblica clara, o por otro lado, hay mucho conocimiento, se sabe todo, pero falta el amor. Por eso, Pablo ora por los creyentes en Filipos para que tengan ambas cosas.

Amor y discernimiento deben llevar a que los creyentes sean competentes en la vida diaria y no solo puertas adentro de los templos. Ellos deben tener un buen testimonio, siendo sal y luz. Ésta es una prueba viva de la realidad de Jesucristo. De este modo, no serán como veletas en el viento, que se mueven de aquí para allá. En lugar de eso, sabrán lo que enseña la Biblia. Podrán opinar sobre eso en amor, y sin despreciar ni lastimar a nadie podrán exhortar al hermano, diciéndole: “Mi querido hermano, mira, la Biblia lo enseña así”. Si practico lo que hemos mencionado recién, sabré hacer lo correcto en el momento correcto. Podré diferenciar entre el bien y el mal. Sabré separar lo importante de lo menos importante. El impulso en todo esto será el amor. Al mismo tiempo, tendré una esperanza pujante, al esperar diariamente el arrebatamiento. Pablo escribe en el versículo 10: “… para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”.

Pablo contaba cada día con que Jesús pudiera regresar. Esta esperanza del pronto arrebatamiento lo acompañó su vida entera. Esta esperanza era su motivo e impulso para su trabajo diario. Pablo era suficientemente realista para saber que la lucha en la vida diaria continuaría. Recién cuando estuviera con Jesús, la lucha habría terminado. Recién después de cerrar los ojos aquí en la tierra, para abrirlos en la gloria de Jesucristo, habría alcanzado la meta. Hasta ese día, Pablo quería seguir luchando. Quería continuar aferrado a Jesús y no dar lugar al cansancio, la desilusión o el desánimo. El apóstol motivaba a los creyentes en Filipos a imitarlo. Por eso, oró por sus amigos con estas palabras que volvemos a recordar: “Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que escojáis lo mejor, para que seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo”.

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