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Autor: Esteban Beitze

Atenas era una ciudad muy diversa, con multitud de ofertas, pero escondía una ignorancia que se exteriorizaba en ansiedad, excesos y vanidad. El sorprendente paralelismo con nuestra sociedad en una búsqueda que encuentra respuesta.


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PE3004 – Estudio Bíblico
El Dios ignorado y olvidado (2ª parte)



Estamos analizando la confrontación que tuvo Pablo con los filósofos atenienses. Esta historia la encontramos en Hechos 17, a partir del versículo 16:

“Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.”

Encontramos muchos paralelismos a la actualidad. En el programa anterior vimos que existe gente que vive buscando las novedades y otras que tienen por objeto de plenitud en la vida al materialismo. Podemos seguir nombrando:

La gente buena

En Atenas se encontraban los estoicos quienes señalaba al conocimiento como el principal objetivo de la vida. En aquel entonces, Atenas era famosa por su refinada erudición, su filosofía y las bellas artes. La gente allí se destacaba por ser muy cultos. Casi podríamos decir, que se daba culto al conocimiento, a la sabiduría humana. Eran más bien moralistas, que se creen buenos y útiles a la sociedad. En contraposición a los que viven para el placer como los epicúreos, ellos ven su propósito en la vida en hacer bien al prójimo.

Estos también existen hoy. Son los primeros en mandar un apoyo económico para la construcción de un hogar o escuela en África, donan para revertir el hambre en el mundo, colaboran con organizaciones que ayudan a los refugiados y quizás hasta colaboren con alguna organización medioambiental. Miran con menosprecio aquellos que no hacen lo mismo sintiéndose superiores a los demás. Obviamente está genial mucho de lo que puedan hacer. Pero ¿realmente encuentran la felicidad duradera y la seguridad?

La sabiduría y el conocimiento

Los atenienses se la daban de muy eruditos, por lo que al igual que ellos, muchos hoy en día buscan en la sabiduría, los títulos, su realización. Muchos buscan en la sabiduría, el conocimiento, muchos estudios, lecturas y conferencias, llenar un vacío. El mundo está marcado cada vez más por el culto al conocimiento o saber. No estoy en contra del estudio. He estudiado y lo sigo haciendo. Pero hoy en día, para muchos el conocimiento lo es todo. De hecho, se enorgullecen de lo que saben y han logrado. Hasta la Biblia afirma que el conocimiento envanece (1Co.8:1). Es como su religión y buscan encontrar en ello el sentido de la vida. Les da satisfacción alardear con sus conocimientos y disfrutar saber más que otros, ganar discusiones, ser reconocidos por sus logros. Pero por más conocimiento, sabiduría y reconocimiento que logren, igual no encuentran la plenitud de la vida. Pero justamente por fundamentarse en ello, no reconocen su necesidad de Dios.

Los religiosos

También están los religiosos, que ven la religión como el camino para llegar a Dios, al cielo o destino superior. Siempre se encuentran siguiendo rituales y mandamientos. Creen merecer una mejor posición por su piedad y buenas obras. Piensan que Dios debería estar conforme con ellos, porque concurren a la iglesia, quizás cantan en el coro, ofrendan y hacen obra social.

Como vemos, tanto en Atenas como en el día de hoy, las opciones son varias, las filosofías de vida diferentes, pero todas tienen en común, que en realidad les falta algo. Esto afecta a las personas; las hace insatisfechas, agresivas, egoístas, etc. Incluso es uno de los factores para el aumento de problemas psíquicos y hasta de suicidios. Nada es seguro, todo es ambiguo.

Querido amigo, no sé con cuál de estas actitudes o filosofías de vida te identificas. Si eres bien honesto contigo mismo quizás ya te diste cuenta que el camino emprendido no te trajo la tan anhelada paz, la verdadera satisfacción, y ni que hablar, la seguridad presente y futura. Son todos callejones sin salida que solo aumentan la frustración, el desánimo y la búsqueda cada vez más desesperada de la verdadera solución.  Pero quizás eres de aquellos que hasta ahora están convencidos de lo correcto de su estilo de vida. Sea cual fuera tu actitud hasta ahora, te pido con toda humildad, que analices lo que Dios dice y te ofrece, para que luego puedas tomar la decisión adecuada.

La Biblia es bien clara en señalar que no alcanza con ser buena persona, buscar en la sabiduría o la religión el objetivo y seguridad presente o eterna. Todo ser humano nace ya con un problema gravísimo que es el pecado: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro.3:10-12). Y la consecuencia es la separación eterna de la presencia de Dios: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro.3:23).

Si pensamos encontrar en la sabiduría de este mundo la plenitud o solución de nuestros problemas, también erramos. La verdadera sabiduría se basa en el conocimiento y temor de Dios: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Pr.1:7).

Por otro lado, el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo presentó también la única solución:

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef.2:4-9).

La salvación no se merece, no se obtiene por buenas obras o religiosidad. Es simplemente un regalo que se acepta pidiendo a Dios que lo salve y creyendo en que Jesucristo murió por nuestra culpa en la cruz, recibiéndole en la vida: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn.1:12). Simplemente hay que creer y recibir a Jesús como Salvador personal. ¿Ya lo has hecho? Y si ya lo recibiste, ¿a quién podrías trasmitir hoy este mensaje maravilloso que cambió tu vida para siempre?

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