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Autor: Esteban Beitze

Con una corta pero profunda oración, Jabes dejó atrás un pasado marcado por el dolor y fue llevado a una vida de excelencia espiritual.


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PE2406 – Estudio Bíblico
Jabes, un hombre que oró (2ª parte)



¡Amigo, qué alegría reencontrarle! En el programa anterior presentamos a Jabes, y hoy me gustaría profundizar un poco más en cómo fue su oración, registrada en 1ª Crónicas capítulo 4. Esta oración, según parece, fue pronunciada cuando él estaba por empezar alguna tarea importante o crítica, para cuya ejecución eficaz, no ponía su confianza en su capacidad ni en la de su pueblo, sino buscaba ansiosamente la ayuda y bendición de Dios. Algunos piensan que se trató de la conquista de su territorio, lo cual no era una empresa fácil, dada la fuerza de los cananeos. Escritores judíos afirman que este hombre era escriba y que logró reunir a muchos de la misma profesión junto a sí, formando la ciudad que lleva el nombre “Jabes” y que se menciona en 1ª Crónicas 2:55. Pero sea cual haya sido el reto, la tarea o trabajo a realizar, no quería hacerlo en sus fuerzas. Se daba cuenta que necesitaba a Dios. Por lo tanto oró a Dios y lo hizo de forma bien específica. Su oración consistió en 4 pedidos bien concretos:
1) Que Dios lo bendijera, 2) que ensanchara su territorio, 3) que Su mano estuviera con él en todo lo que hiciera y 4) que lo guardara del mal y del daño.
La primera petición de Jabes fue: “¡Oh, si me dieras bendición…!”. Este pedido casi parece egoísta. Oramos que Dios bendiga a los hermanos, a la iglesia, a la familia, pero ¿podemos orar para que el Señor nos bendiga a nosotros?
Seamos honestos, ¿no queremos todos que Dios nos bendiga más? Tengamos en cuenta que Dios escuchó esta oración, por lo cual Jabes no pidió nada equivocado. Por otro lado, quedó su testimonio que lo diferenció de sus hermanos a tal punto que el escritor inspirado por el Espíritu Santo se sintió llevado a revelarnos el secreto de esta persona. Tengamos presente, que si Dios nos bendice más, automáticamente seremos de mayor bendición para otros. ¡Qué bendición es poder estar con una persona que está siendo bendecida! Uno percibe la presencia de Dios, la paz interior aún en medio de pruebas. Es una persona que en vez de estar hablando mal de otros, edifica, nos levanta y guía. He conocido varios, aunque no muchos de este tipo de hermanos y hermanas. Ya solo el hecho de estar con ellos me bendice. Esto anima, nos hace anhelar tener lo mismo. Por lo tanto si oras para que el Señor te bendiga, serás bendecido por el Señor y podrás ser de bendición para otros.
Pero amigo, ¿sabes tú qué significa “bendición” exactamente? Muchas veces usamos este término sin pensar en lo que significa, a veces incluso como saludo al decir por ejemplo: “Dios te bendiga”. Cuando hablamos de bendición generalmente lo asociamos con en el hecho de que nos vaya bien en lo material o físico y a veces nos referimos a algo espiritual. Si alguien se pudo comprar un auto nuevo, decimos “que Dios lo bendijo”. Pero esto jamás lo diríamos si el mismo auto fuera destruido por el granizo o en un accidente. Asociamos la bendición con el bienestar, la salud, victoria, prosperidad y logros. Evidentemente, sí tiene que ver mucho con bienestar material, sobre todo en el Antiguo Testamento. Recordamos la desesperación de Esaú, cuando Jacob le había robado con engaño la bendición de su padre. En Génesis 27:35 leemos que Isaac le dijo a Esaú: “Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición”. Era una bendición que tenía que ver con la tierra y con el bienestar sobre todo en lo material. Asimismo, en Ezequiel 44:30 Dios exhorta a Israel en cuanto a traer las ofrendas: “Y las primicias de todos los primeros frutos de todo, y toda ofrenda de todo lo que se presente de todas vuestras ofrendas, será de los sacerdotes; asimismo daréis al sacerdote las primicias de todas vuestras masas, para que repose la bendición en vuestras casas”. Lógicamente se refería a la bendición material cuando se ponía al Señor en primer lugar en la vida. Esto lo podemos observar de forma especial en el jovencito José, vendido como esclavo por sus propios hermanos a ismaelitas que luego lo vendieron a Potifar. Génesis 39:5 explica que: “Aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo”. Dios bendijo todo el entorno material de José, porque éste le era fiel al Señor. Pero la bendición también podía estar asociada con la continuidad de una familia: “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”, expresa 2 Samuel 7:29.
Sin embargo, también existen pasajes que señalan una bendición que va más allá de lo material. Dios le prometió a Abraham en Génesis 12:2: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”. La primera promesa de bendición era terrenal, pero el hecho que Abraham sea de bendición para otros incluye otro concepto, y si le añadimos el versículo siguiente entendemos que se refiere a la bendición espiritual: el versículo 3 señala que “serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. La única forma de ser de bendición para todas las familias de la tierra, es si pensamos que de su linaje vino el Salvador del mundo, el Señor Jesús. Y obviamente es algo espiritual.
Es evidente que Dios desea bendecir al ser humano y de forma especial a los que le son fieles. Una de las bendiciones más bellas y completas la encontramos en la bendición aarónica que encontramos en Números 6:23-27. Con ella los sumo sacerdotes tenían que bendecir al pueblo. Dios les ordenó: “Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. De esta manera vemos que el deseo de Dios para con su pueblo incluía cinco aspectos 1) bendición y protección, 2) estar satisfecho con ellos, 3) que se apiade y compadezca de ellos, 4) volviera su rostro hacia ellos en aprobación y reconocimiento, y 5) les diera paz. Por lo tanto, cuando el sumo sacerdote bendecía al pueblo invocaba el favor de Dios en todas estas áreas sobre el pueblo. Todo esto Dios quería ser y dar a ellos.
Es muy llamativo que en esta bendición aparezca tres veces el nombre de Jehová. Esto con seguridad no es casualidad. Es una insinuación de que la bendición proviene del trino Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo). El único y verdadero Dios en sus tres personas quiere bendecir al ser humano. Por esto termina diciendo: “Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel”. La presencia de Dios con toda Su plenitud se le estaba dando así al israelita. Y concluye con la afirmación: “y yo los bendeciré”. ¿Qué se podía esperar más? Esta bendición era muchísimo más que solo una bendición material. Toda la esencia y presencia del trino Dios quiere estar en profunda relación con el ser humano que lo buscaba.
Un paralelo se puede observar en el Nuevo Testamento, en la bendición en 2ª Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”.
Si continuamos mirando el Nuevo Testamento, como por ejemplo en Romanos 15:29, veremos en qué consiste la bendición espiritual. Allí Pablo escribe a los romanos: “Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo”. La “bendición del evangelio de Cristo” no es otra cosa que la salvación que tenemos en Cristo, el perdón de pecados, la vida eterna, una vida llena de esperanza y una gloria celestial que nos espera. En este sentido podemos encontrar varios pasajes más, y en todos la principal bendición es sin lugar a dudas la espiritual. Aparte de la promesa en Mateo 6 de tener lo justo y necesario para vivir, no existen promesas de bendiciones materiales para los cristianos. Porque por más bendiciones materiales que tuviéramos, sabemos bien, que todo es pasajero y algún día lo perderemos o lo tendremos que dejar todo. Entonces, aún lo material solo tiene valor permanente si se usa en función de lo eterno. Esto significa que si ayudas donde puedes, usas tus cosas, como tu casa, tu auto, tu computadora, tu celular, tu familia, tu salud, tu tiempo y tus fuerzas, y todo lo que tienes, para la gloria de Dios y para el engrandecimiento de Su obra, entonces, y solo así, aún las bendiciones terrenales y materiales se convierten en eternas.

2 Comments

  1. Cristián cardenas dice:

    Buenas tardes: gracias
    una pregunta en la 2da parte de la historia de jabes escriben las 4 peticiones y explican la primera quiero saber si las 3 restantes las explican?

    • llamadaweb dice:

      Estimado Cristián

      Gracias por comunicarse con nosotros. Hemos actualizado los Estudios Biblicos y ya están todos los programas de Jabes.

      Cualquier otra consulta

      Robert
      LlamadaWeb.org

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