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Autor: Ernesto Kraft

Hasta sus enemigos reconocían esa fidelidad en Daniel. ¿Cómo somos conocidos entre nuestros vecinos, compañeros de trabajo y amigos? ¿Somos también fieles en las pequeñas cosas? De Daniel aprendemos que el sufrimiento no es en vano. Sepa que aunque pase por tribulaciones que nunca imaginó, el consuelo para usted es que su fin será maravilloso.


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PE2774- Estudio Bíblico
Héroes de la fe (19ª parte)



Daniel

Estimados oyentes, continuando con nuestro estudio de “Héroes de la fe” en Hebreos 11, pasamos finalmente al versículo 33 que dice: “Por la fe esas personas conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones”. Por la fe, es posible conquistar reinos, practicar la justicia, alcanzar promesas y hasta cerrar la boca de los leones, como vemos en la vida de Gedeón, David y Samuel. Daniel es nuestro ejemplo de uno que cerró la “boca de leones.”

En ningún lugar leemos que Daniel poseyera habilidades especiales para dominar animales, pero leemos que fue fiel en todo lo que hacía. Hasta sus enemigos reconocían esa fidelidad en Daniel. ¿Cómo somos conocidos entre nuestros vecinos, compañeros de trabajo y amigos? ¿Somos también fieles en las pequeñas cosas?

En Daniel 6:5 leemos que los líderes del reino procuraban una razón contra Daniel, pero no lograban encontrar ninguna falta en él. Era fiel en todas las cosas, incluso en las cosas pequeñas. La fidelidad en todo lo que hacemos debe ser una marca en nuestra vida. Pablo recomendó esto en 1 Corintios 4:1-2: “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”. Eso significa ser fieles en la oración, en el servicio, en el testimonio, en la lectura de la Palabra de Dios, en el matrimonio, en la administración de los dones, entre otros.

Reflexionemos, por ejemplo, respecto de la oración. Daniel poseía una alta posición en el reino y muchas obligaciones y tareas que debía realizar. Pero, aun con todas sus responsabilidades, tenía el hábito de orar tres veces al día. Cuando tenemos muchas actividades a realizar, acostumbramos a orar menos, pues consideramos que nuestro tiempo ya está todo ocupado. Lutero decía: “Cuanto más trabajo, más tiempo paso en oración”. Daniel también priorizaba la oración. Dios siempre debe estar en primer lugar, y después viene el trabajo.

Numerosos cristianos son llevados por sus quehaceres y colocan a Dios en el lugar de “cuando tenga tiempo, tendré la costumbre de orar, leer la Biblia e ir a las reuniones.” Planear el día así es equivocarse en la agenda. David es un ejemplo que nos enseña a establecer prioridades correctas. Marta necesitaba volver atrás y practicar lo que María hacía, pues Jesús debe tener el primer lugar en nuestra vida. Eso no significa que todo correrá perfectamente durante el día, pero con certeza tendremos a Dios mayor bendición.

Busque la compañía de Dios para que Él luche por usted. Seguramente usted podrá ver con gratitud cómo Dios lo hará todo de la mejor manera Romanos 8:31 b, en la Nueva Traducción viviente, dice: “Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?”. Daniel fue puesto en la cueva de los leones por causa de su fe. Pero también experimentó la gran victoria de Dios sobre el poder y las injusticias del enemigo. Hacemos un paréntesis amigos, para comunicarles que, si están siguiendo el estudio con sus Biblias, a partir de ahora citaremos la Nueva Traducción Viviente. Continuando, en 2 Timoteo 2:11-12 leemos: “La siguiente declaración es digna de confianza: Si morimos con él, también viviremos con él. Si soportamos privaciones, reinaremos con él. Si lo negamos, él nos negará”.

Daniel no sufrió porque cometió algún crimen, sino porque fue fiel a su Dios. En 1 Pedro 4:15 leemos: “Sin embargo, si sufren, que no sea por matar, robar, causar problemas o entrometerse en asuntos ajenos”. Hechos así atraen sus correspondientes sufrimientos, pero ésa no debería ser nuestra situación. Cometer esos crímenes solamente posibilitaría permitir que el enemigo dijera que actuamos de manera injusta e infiel, lo cual comprometería nuestro testimonio cristiano. En todas las situaciones vale actuar de acuerdo con 1 Pedro 5:6: “Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor”.

Daniel fue grandemente exaltado después de esa aflicción que tuvo que pasar. Leemos en Daniel 6:28: “Así que Daniel prosperó durante el reinado de Darío y el reinado de Ciro, el persa”. El fruto de su sufrimiento también tuvo grande repercusión en su trabajo. Dios, a quien él servía, llegó a ser conocido en todo el reino, cuando el propio rey Darío decretó lo que encontramos en Daniel 6:26: “Ordeno que en mi reino toda persona tiemble con temor delante del Dios de Daniel. Pues él es el Dios viviente, y permanecerá para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio nunca tendrá fin”. De acuerdo con ese texto, solamente produciremos frutos en la medida en que permanezcamos con Jesús.

Cuando somos humillados y corregidos, y, a pesar de ello, nos mantenemos tranquilos y perseverantes, cosechamos muchos frutos. No es agradable pasar por aflicciones, como podemos leer en Hebreos 12:11: “Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella”. No debemos esquivar los caminos que son duros e incómodos, pues nos llevarán a bendiciones mayores. Sepa usted que los tiempos de angustia y tribulación en nuestra vida producen algo maravilloso.

Daniel nunca habría llamado la atención de las personas de la misma manera si no fuera por su sufrimiento en el cual perseveró fielmente. Por eso, quédese tranquilo y espere en Dios, pues Él hará grandes cosas por medio de su sufrimiento. La confianza en Dios fue el arma de Daniel contra las injusticias, la utilizó también delante de los leones –y vemos que no fue decepcionado.

La fe es un gran poder, pues leemos en Marcos 9:23 que “todo es posible si uno cree”. Salmos 1:1 al 3 dice: “Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones; sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen”. En Salmos 119:105 leemos: “Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino”. Que esas palabras nos sean de gran ayuda y apoyo en tiempos difíciles y nos den luz en nuestro camino de fe.

Daniel fue sacado de la cueva de los leones sin ningún rasguño porque confió en Dios. ¡Cuánta diferencia hay entre los que confían en Dios y los que no confían! Hasta cuando nos entristecemos y decimos como el pueblo en Malaquías 3:14: “Ustedes han dicho: ¿de qué vale servir a Dios? ¿Qué hemos ganado con obedecer sus mandamientos o demostrarle al Señor de los Ejércitos Celestiales que nos sentimos apenados por nuestros pecados?”. Sigue siendo válido lo que está escrito más adelante, en el versículo 18: “Entonces de nuevo podrán ver la diferencia entre los justos y los perversos, entre los que sirven a Dios y los que no lo hacen”.

El capítulo 6 del libro de Daniel también afirma muy claramente esa verdad. ¡Cuánta diferencia había entre Daniel, el justo, y sus enemigos que eran impíos! Daniel salió ileso de la cueva de los leones mientras que los demás fueron devorados por las mismas fieras antes de tocar el suelo. Qué diferencia hay entre el pueblo de Israel que atravesó el Mar Rojo y los egipcios que intentaron ir detrás de los israelitas, pero acabaron ahogándose.

El sufrimiento no es en vano. Tal vez, en este momento, usted vea a sus enemigos conmemorando victorias, y usted mismo sigue sin perspectivas de tener una solución para sus dificultades. Sepa que todo continúa valiendo la pena. Aunque pase por tribulaciones que nunca imaginó, el consuelo para usted es que su fin será maravilloso.

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