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Autor: William MacDonald

En los tiempos que corren muchas personas parecen tener su propia esperanza, realidad e incluso “verdad” en cuanto a la salvación. En este programa recorremos algunas frases usadas y concepciones que alejan el foco de la Gracia de Dios. Además hablamos del verdadero valor de las obras.


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PE2506- Estudio Bíblico
Esto sí es Sublime Gracia (9ª parte)


 


Usted puede notar sobre qué base está parada una persona cuando hace estas simples preguntas, «¿Es usted salvo?» o «¿Es usted cristiano?». Un verdadero creyente dirá algo como esto: «Sí, soy salvo pero solo por la gracia de Dios, no por algo que haya hecho». En la Biblia existen algunos ejemplos notables de personas que tenían una buena apreciación de la gracia.

Rut era parte de una minoría despreciada y condenada. Cuando un hombre llamado Booz se demostró inusual e inesperadamente amable, ella dijo, «¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?«. Ella entendió la gracia.

Después de que el Señor hizo un pacto incondicional con David, este dijo, «¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?«. David sabía que no lo merecía.

Cuando David prácticamente adoptó al hijo lisiado de Jonatán, este último preguntó: «¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?» . Mefi-boset se dio cuenta que el rey podría haberlo matado, porque él era el nieto de Saúl, quien había perseguido sin descanso a David para matarlo.

Pablo nunca terminó de entender el hecho de que él, habiendo sido perseguidor de la Iglesia, haya sido llamado a ser apóstol: «A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio…«. Él admitió alegremente que era indigno de tal llamado.

Sus palabras le delatan si está parado sobre la base de las obras se notará en expresiones o argumentos como algunos de los que veremos a continuación:

«Estoy dando lo mejor de mí«, puede decir. ¡El problema aquí es que lo mejor no es suficiente! Lo único «mejor» que tiene para ofrecer son solo trapos de inmundicia a los ojos de Dios. Usted puede no ser tan malo como muchas otras personas, pero no está a la altura del estándar de perfección de Dios y necesita ser salvo.

«Estoy intentando ser cristiano. Soy amable con mi prójimo y llevo una buena vida«. No puede convertirse en cristiano solo intentando. Sino confiando en el Señor Jesús. Un viejo himno dice:

Que la conciencia no le haga quedarse,
Ni sueñe con anhelo cómo calificar;
Todo lo que Él requiere
Es sentir su necesidad de Él.

Alguien puede preguntarse «¿No es suficiente que sea sincero?«. Una persona puede ser sincera y estar sinceramente equivocada. «Siempre he sido muy religioso«. Puede decir alguno, pero a veces lo peor en una persona es su religión. Oculta de él su verdadera necesidad de Cristo. Warren Wiersbe dice: «Al igual que la mayoría de los ‘religiosos’ de hoy, Pablo tenía suficiente moralidad para evitarle problemas, ¡pero no suficiente justicia que le permitiera entrar al cielo! No era lo malo de Pablo lo que lo alejaba de Jesús ¡eran cosas buenas! Tuvo que perder su ‘religión’ para encontrar salvación«.

Existen también quienes tienen únicamente la esperanza de entrar al cielo. Pero no es suficiente tener la esperanza; usted debe saber. Debe tener la certeza. Ya que quizá su esperanza esté equivocada. «Pero, mi abuelo fue un ministro» o cualquier otro familiar, podemos escuchar. Esto pasa por alto completamente el hecho de que la salvación es un tema intensamente personal. El estado personal de su abuelo no le salva a usted. La gracia no se lleva en los genes. La salvación no es un tema de pedigree.

Muchas personas no hablan con seguridad de su salvación, y por lo tanto su destino eterno porque piensan que “No es posible saberlo sino hasta que Dios saque Su balanza«. Para entonces será demasiado tarde amigo, si solo está dependiendo de sus obras. Usted puede saberlo ahora si recibe el regalo de Dios, es decir, la vida eterna por medio de Jesucristo el Señor.

Hay gente que cree que tiene buenas oportunidades. La verdad es que no tiene absolutamente ninguna oportunidad mientras descanse en usted mismo y no en el Salvador.

¿Es presuntuoso decir que uno es salvo? Eso sería verdad si la salvación se obtuviera por las obras. Pero cuando es un regalo basado en la simple confianza, no hay presunción alguna. Dios dice que aquellos que se arrepienten y creen son salvos. ¿Es una presunción creer eso? No, lo que sí es una presunción es dudar de Su Palabra. Ahí es donde surge la verdadera presunción.

Puede ser que conozca a alguien o usted mismo piense que primero tiene que “limpiar la vida» Pero no, no es así. Dios le invita a venir a Él tal como es y con todos sus pecados. Si espera a estar mejor, nunca vendrá a Él. Dios no está buscando personas buenas o que hayan intentado limpiarse. Él está buscando pecadores impíos a quien poder salvar, justificar y glorificar.

Me temo que no sería capaz de resistir«. Es un pensamiento y argumento de muchas personas frente al regalo de la salvación. Usted no tendrá este temor una vez que se dé cuenta que la salvación es solo gracia. Primero que nada, no será más capaz de «resistir» que de salvarse a sí mismo. Pero el mismo maravilloso Salvador que le otorga salvación como una dádiva también es poderoso para «[guardarlo] sin caída, y [presentarlo] sin mancha delante de su gloria con gran alegría» como leemos en la carta de Judas versículo 24.

Observe el énfasis que hay del ego en todas las situaciones que hemos mencionado. Ni una sola palabra sobre el Salvador. La persona cree que todo depende de lo que ella es o ha hecho. Por todo lo que hemos dicho, pareciera que no creemos en las obras. Eso es una malinterpretación.

Cuando decimos que no somos salvos por las obras, nos referimos a las obras meritorias, en otras palabras, las obras que obligan a Dios a salvarnos. Nos referimos a las obras por medio de las cuales buscamos ganarnos o merecer un lugar en el cielo.

En realidad, en cierta manera el arrepentimiento y la fe son obras, pero no son meritorias. El arrepentimiento es volverse de tal manera que su rostro mira hacia Dios y le da su espalda al pecado. La fe es simplemente creer en la Palabra de Dios, la cual no miente. El arrepentimiento no es algo de lo que usted se jacta y tampoco lo es la fe. Simplemente son acciones razonables que todos deberían hacer.

La primera buena obra que un pecador puede hacer es creer en Cristo. Leemos en Juan 6:29 que cuando los judíos le preguntaron a Jesús: «¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado«.

Mientras no haga eso, sus buenas obras son como malas obras a los ojos de Dios. Lo mejor que puede ofrecer según la perspectiva del Señor, son solo trapos sucios. Pero todo eso cambia cuando una persona nace de nuevo. De ahí en adelante, todo lo que hace en obediencia a la Palabra de Dios es ahora una buena obra. Cualquier cosa que haga como para el Señor, califica. Aun las tareas más comunes y serviles se transforman en buenas obras cuando son desempeñadas con el objetivo de agradarle a Él. A veces nosotros limitamos las buenas obras a acciones de misericordia y caridad, y a otras varias maneras de servicio cristiano. Pero nuestras tareas diarias tanto en el trabajo como en el hogar cuentan para Dios y serán recompensadas ante el Trono de Cristo.

Las buenas obras son el fruto de la salvación, no la raíz: el resultado, no la causa. La Biblia está llena de enseñanzas de que los creyentes deben hacer buenas obras, no para ser salvos sino porque son salvos. No somos salvos por buenas obras, sino para buenas obras. Son el resultado y la confirmación de la salvación.

No deberíamos separar lo que Dios ha unido. Él ha unido a la fe y la salvación, las obras y la recompensa. Solo recuerde estos dos matrimonios y todo irá bien.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.


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