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Autor: Esteban Beitze

 Aunque Elías tuvo una derrota, aunque había huido, aunque cayó en una profunda depresión, vemos que Dios podía y quería seguir utilizándolo, porque él se había fortalecido en el Señor otra vez.


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PE2804- Estudio Bíblico
Elías: Dios interviene (25ª parte)



Dios interviene

¿Qué tal, queridos hermanos? Estamos estudiando la vida de Elías y hemos llegado a una terrible historia que encontramos en 1ª Reyes 21. Allí el rey Acab codició la viña que tenía Nabot, su vecino, y se la quería comprar, pero Nabot, siendo fiel a la Palabra de Dios, la cual prohibía esos traspasos que no fueran dentro de la misma familia, se puso firme. Entonces Jezabel, la reina perversa, indujo a los ancianos del pueblo con acusaciones falsas para que apedrearan a Nabot. Allí entra en acción el héroe de nuestra historia, el profeta Elías.

Frente a esta maldad, frente a este daño tan terrible hecho acusando a un hombre justo, Dios mismo interviene. Lo vemos en el versículo 17 cuando dice: “Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita, diciendo” Dios no pasa por alto el pecado. Es impactante observar también, que Dios sabía muy bien donde se encontraba Acab. Éste no se encontraba en el palacio, sino en la viña que recién había usurpado. No existe nada que se les escape a los escudriñadores ojos de Dios. Puede ser que pase un tiempo que para nosotros resulte demasiado largo respecto a la justicia de Dios, pero como ya vimos en el salmo de Asaf, tarde o temprano, Dios intervendrá y juzgará con justicia. A veces deja madurarlo para luego juzgar con toda seriedad. Dice en Romanos 2:5 acerca de aquellos que rechazan la benignidad y misericordia de Dios que los quiere llevar al arrepentimiento: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”. Al observar tanta injusticia en el mundo, tanta corrupción, tanta maldad, uno muchas veces clama por justicia. Espera que Dios intervenga, pero pareciera que esto se prolonga y no sucede nada. Los malos se salen con la suya. Pero tranquilos, todo llegará a su final, todo tendrá su justo juicio.

Ahora bien, Elías es el instrumento escogido; puede ser usado por Dios (v.17). Esto se debe a que era justo, tenía una buena relación con Dios y le era obediente (1R.17:1). Era un siervo preparado por Dios. Para las misiones más difíciles, el Señor busca los siervos más maduros espiritualmente hablando. Pero, otra vez, el mérito de que Elías estuviera preparado para la tarea era de Dios. Dios es el que prepara a sus siervos. Pero también lo podemos decir a la inversa: Si Dios te encomienda una tarea, aunque te sientas incapaz de realizarla, Él te habrá capacitado y te ayudará a realizarla para que una vez más “Su poder se manifieste en la debilidad”.

Elías recibe la orden de Dios, como leemos en los versículos 18 y 19: “Levántate, desciende a encontrarte con Acab rey de Israel, que está en Samaria; he aquí él está en la viña de Nabot, a la cual ha descendido para tomar posesión de ella. Y le hablarás diciendo: Así ha dicho Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre.  Aunque Elías tuvo una derrota, aunque había huido, aunque cayó en una profunda depresión, vemos que Dios podía seguir utilizándolo, porque se había fortalecido en el Señor otra vez. Es interesante que Elías huyó de Jezabel y ahora tiene que enfrentar su mal actuar otra vez. Evidentemente tuvo que haber aprendido a confiar en el Señor. A pesar de los grandes retos que tengamos que enfrentar, aun cuando son nuestros puntos débiles y lugar de derrotas anteriores, el Señor nos fortalecerá de tal manera que podremos obtener la victoria. Ahora, mientras no aprendamos la lección en un aspecto, el Señor nos seguirá probando en este mismo tema, hasta que, con Su ayuda, lo podamos superar.

Vemos además que Elías obedece. El versículo 20 dice: “Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío? El respondió: Te he encontrado, porque te has vendido a hacer lo malo delante de Jehová A pesar del peligro de muerte al que se exponía como demostraba la historia pasada, con el valor que Dios da, Elías se enfrenta otra vez al Rey y a la perversidad de Jezabel.

Él entrega la Palabra de Dios sin atenuantes, como lo vemos en los versículos 21-24: “He aquí yo traigo mal sobre ti, y barreré tu posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa de Acab, tanto el siervo como el libre en Israel. Y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías, por la rebelión con que me provocaste a ira, y con que has hecho pecar a Israel. De Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel. El que de Acab fuere muerto en la ciudad, los perros lo comerán, y el que fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo”. Realmente tremendo el mensaje que este hombre tiene que darla al rey. Pero lo entregó completamente. Por miedo a los hombres, muchas veces se hacen concesiones. No se presenta la Palabra con toda la seriedad. A veces, con tal de tener una iglesia llena, no se confronta el pecado en sus miembros. Quizás por no perder una amistad, no se señala el pecado en el amigo. Obviamente se debería plantear la verdad en amor; de otra forma no sirve. Pero ¿estamos dispuestos a jugárnosla por la verdad, por la verdad de Dios?

Vemos también lo que produjo esta forma tan directa de mostrarle el pecado a Acab. En primer lugar, su palabra impactó: “Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado” (v. 27). Dios pudo utilizar la palabra de Su siervo. Acab se dio cuenta que había actuado mal.

Vemos también que Elías tenía comunión con Dios: “Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita, diciendo: ¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa” (v. 28 y 29). Dios le hace formar parte de lo que sucederá en el futuro. Esta es una persona que está en absoluta comunión con Dios, por eso puede experimentar estas realidades.

Vemos allí un arrepentimiento de Acab, a mi entender, un arrepentimiento a medias. Aunque aún Dios le da cierto crédito al arrepentimiento de Acab, en nada le quita el juicio promulgado. Si Acab se hubiera arrepentido de corazón, habría devuelto las tierras robadas a los familiares de Nabot y hubiera quitado la idolatría de la tierra, pero no lo hizo.

Es triste observar como la maldad, una vez anidada, va en constante crecimiento, llegando a sobrepasar cualquier tipo de escrúpulo, llevando a las peores consecuencias. Pero así de serio como fue el pecado, así también fue el castigo. Estas palabras anticipadas por Elías se cumplieron de forma terrible. Acab murió por el impacto de una flecha y los perros lamieron su sangre, en el mismo lugar donde había sido apedreado Nabot. Y la malvada Jezabel fue lanzada por una ventana del palacio y comida por los perros de la calle.

Dios Siempre está dispuesto a mostrar misericordia (vs.28,29); pero su juicio también es terrible. Entonces, querido oyente, ¿de qué lado nos encontramos? Si hubiera algo de pecado en tu vida, arrepiéntete inmediatamente. Ve al Señor, pídele perdón y la sangre derramada de Jesucristo en la cruz podrá perdonar hasta el perdón pecado. Si el Señor pide de ti que enfrentes el pecado de alguna forma, entonces puedes estar tranquilo de que Él estará a tu lado. Podrás enfrentar al peor pecador y el Señor va a ocupar el lugar de Juez. Él va a poner las cosas en su lugar. Aunque quizás a nosotros nos parezca que falte tiempo en el actuar de Dios, estemos tranquilos. Dios es el Juez y todo llegará a su conclusión. Entonces vivamos para el Señor, buscando servirle con integridad, como lo hizo este profeta. Que Dios nos ayude, amén.

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