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Autor: Esteban Beitze

Vamos a ver algunas características negativas de esta pareja real. En primer lugar, encontramos la codicia. Aunque Acab era rey y seguramente no le faltaba lo necesario codició el campo del vecino. Era un hombre avaro, y sabemos que la avaricia y la codicia surgen cuando uno no se conforma con lo dado por Dios.


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PE2803- Estudio Bíblico
Elías: Contra el rey Acab y Jezabel (24ª parte)



Contra el rey Acab y Jezabel

Bienvenidos, queridos oyentes. Vamos a seguir nuestro estudio acerca de la vida de Elías. Estamos analizando una terrible historia que encontramos en 1ª Reyes 21. Estamos viendo a Elías enfrentar la corrupción que se daba por parte del rey y la reina. La historia nos cuenta del intento de Acab de tener el jardín que estaba al lado de su palacio, un jardín que le pertenecía a Nabot. Nabot, por seguir la ley de Dios no se lo quiso, dar, porque esa heredad no se le debía pasar a otro que no fuera de su propia familia. Allí habíamos visto a un hombre justo, que pagó con su vida el permanecer firme a los mandatos de Dios. Pero ahora vamos a analizar un poquito la pareja diabólica que eran el rey Acab y Jezabel.

Allí dice en 1ª Reyes 21:1-2: “Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía allí una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria. Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero”.

Vamos a ver algunas características negativas de esta pareja real. En primer lugar, encontramos la codicia. Aunque Acab era rey y seguramente no le faltaba lo necesario codició el campo del vecino. Era un hombre avaro, y sabemos que la avaricia hace que uno nunca esté feliz o satisfecho, además de destruir vidas de otros con tal de tener lo que desea. La avaricia y la codicia surgen cuando uno no se conforma con lo dado por Dios, no interesando si uno tiene mucho o poco. Aún Salomón quien realmente lo tenía todo, tuvo que reconocer al final que todo era “vanidad y aflicción de espíritu”. Por esto el Señor nos exhorta: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lc.12:15). Pablo decía que el amor a las riquezas es la raíz de todos los males, y que destruye la vida de muchas personas.

Si seguimos con esta historia, vemos que Acab pide algo prohibido. La ley lo prohibía, pero en su codicia, esto no le interesa. Cuando le damos lugar a la codicia, con el tiempo, nuestra percepción de lo bueno y malo será anulada cada vez más al punto de no tener ningún tipo de escrúpulos para hacer cualquier cosa, con tal de obtener lo que se codicia.

Después también vemos que se vuelve caprichoso. En el versículo 4 leemos que al no obtener lo que esperaba recibir, “vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió”. Acab se comportó como un niño caprichoso tirándose arriba de la cama y no queriendo comer. Sólo le faltaba hacer un berrinche y patalear tirado en el piso. ¡Pobre rico! Uno se vuelve caprichoso.

También había una unión impía allí. Leemos en el versículo 5: “Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes?” Acab se había casado con una princesa del exterior, y esta mujer era realmente terrible. La unión con la impía e idólatra Jezabel sólo podía tener consecuencias negativas en lo personal para Acab y todo su entorno. ¡Qué peligro el estar con la persona incorrecta! Es obvio que la unión con gente del mundo o carnal siempre tendrá influencias perniciosas. Por algo Pablo advierte acerca de la unión en yugo desigual. ¡Cuántos sufren terribles consecuencias por no tener presente esta realidad! En esta historia vemos lo que esto significó, lo que produjo.

También vemos que realmente es un déspota. Leemos en el v. 7: “Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel”. Alimentada por su orgullo, Jezabel no podía permitir que un simple plebeyo le dijera que no a un deseo que tenía su esposo. Ejerció un terrible poder arbitrario, destruyendo una familia haciendo matar a Nabot y torció la ley de Dios.

Vemos que también no tiene ningún tipo de escrúpulos. El versículo 8 dice “Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo, y las envió a los ancianos y a los principales que moraban en la ciudad con Nabot”. Ni lerda ni perezosa, falsifica la firma del rey y manda unas cartas con su perverso plan. Cuando ya se le ha dado lugar a la maldad, ya no existe mal que uno no pueda llegar a hacer. El amor al dinero es la raíz de todos los males, como ya dijimos.

Luego vemos su falsedad, en el versículo 9: “Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot delante del pueblo”. Con una hipocresía desmedida incluyendo las formas religiosas, hace matar a una persona. Quizás no matemos directamente a alguien, pero al calumniar a alguien, estamos haciendo lo mismo. A veces hablamos mal de una persona y nos excusamos diciendo que lo contamos para poder orar por ella. Actuamos a lo Jezabel. Acusamos a los hermanos, que es la tarea principal del diablo. Justamente su nombre, diablo, significa acusador. Cuántas veces nosotros le quitamos el trabajo al diablo, ocupándonos de esto.

Vemos que también es una mentirosa. En el versículo 10 dice “y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera”. Aparte de incitar a la mentira, Jezabel se encargó de que el proceso contra Nabot fuera técnicamente según la ley (Dt.17:5,6). La ley requería que para dar muerte a alguien se necesitaban dos o tres testigos. Aunque odiara a Dios y Su Palabra, la utilizó para sus fines maléficos. Otra vez, la religiosidad forma parte del actuar dañino hacia otro.

A su vez, infundía miedo, como vemos en los versículos 11 y 12: “Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado. Y promulgaron ayuno, y pusieron a Nabot delante del pueblo”. Esta infame mujer no sólo llevó a su esposo por el camino torcido, sino que introdujo la corrupción por el miedo a todos los estratos del gobierno.

Y luego, llega el asesinato. El versículo 13 dice: “Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres perversos atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y al rey. Y lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, y murió”.  Se volvió asesina.

No tenía ningún tipo de conciencia. Cuando le avisaron que Nabot había muerto dice el versículo 15: “Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y toma la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha muerto”. Realmente no tiene paralelo la maldad de esta mujer. Justamente por esta actitud, es comparada con el sistema cristiano religioso apóstata en Apocalipsis 2:20.

En ella también vemos frialdad. No le importan los demás. Es evidente que Acab se daba cuenta que las cosas no habían sido hechas en forma correcta como se ve luego. Pero era de estas personas que quizás no hacían el mal directamente, pero tenía a los que lo hacían por él. Pero esto no significa que fuera menos culpable. El primero en recibir sentencia de parte de Dios fue justamente él.

Él se volvió culpable de asesinato y robo. Elías lo tenía que enfrentar por Palabra de Dios diciendo lo siguiente: “¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre” (v. 19). Dios mismo, por boca de Elías, declara la culpabilidad de Acab.

Y allí vemos una actitud muy común cuando uno está en pecado: la mala conciencia: “Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío?” Como ya vimos, Acab sabía que algo estaba mal, y ahora se demuestra en sentimiento de culpabilidad. De lo contrario, ¿Por qué tenía que ver en Elías a un enemigo? Es que los que andan en el camino torcido, cuando son confrontados con la luz de la Palabra por algún creyente, se sienten incómodos.

Vemos también su corrupción en el versículo 25: “A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová; porque Jezabel su mujer lo incitaba”. Vemos allí, además, que Jezabel era una incitadora para el mal, y que Acab era tremendamente influenciable para el mal.

Así se volvieron impíos los dos. Dice la Biblia en el versículos 26: “El fue en gran manera abominable, caminando en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los amorreos, a los cuales lanzó Jehová de delante de los hijos de Israel”.

Entonces vemos una pareja absolutamente corrupta, podrida espiritualmente hablando, pero que tuvo su corrección, tuvo su castigo delante de Dios. Entonces evitemos todo lo malo y, sobre todo, al ver cómo empezó, por la avaricia, cuidémonos del amor al dinero. Que el Señor nos guarde, amén.

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