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Autor: Esteban Beitze

Continuando con nuestro estudio acerca de la vida del profeta Elías llegamos a la pregunta ¿Cómo reconocer la guía de Dios? Veamos una serie de preguntas que nos podemos hacer para tomar la decisión apropiada en un mundo que requiere constantemente que tomemos decisiones.


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PE2787- Estudio Bíblico
Elías: Cómo reconocer la guía de Dios (8ª parte)



Cómo reconocer la guía de Dios

Vamos a seguir con nuestro estudio acerca de la vida del profeta Elías. El tema que estamos tratando es cómo reconocer la guía del Señor. Lo podemos observar viendo cómo Dios guio a Elías y trazar paralelos para nuestra vida. ¿Cómo reconocerla? Habíamos visto la necesidad de una serie de preguntas que nos podemos hacer para tomar la decisión apropiada en un mundo que requiere constantemente de decisiones de nuestra parte. La primera pregunta que nos tenemos que hacer lo más honestamente posible es ¿Cómo está mi relación con Dios? Esto incluía buscar la cercanía de Dios, como la buscó Elías: “Vive Jehová…, en cuya presencia estoy…” Decía en 1ª Reyes 17:1. También la disposición de obedecer a Dios, de tener fe en Dios, de reconocer que la guía del Señor es paulatina. Entonces, ¿cómo está mi relación con Dios?

El segundo paso para reconocer la voluntad de Dios en cualquier decisión es preguntarme ¿Concuerda con la Palabra de Dios? O sea, la guía del Señor está de acuerdo con la Su Palabra. En la historia de Elías varias veces encontramos la frase: “Y vino a él palabra de Jehová…” (v.2,8,14; 18:1). La guía principal para cualquier decisión fue, es y seguirá siendo la Palabra de Dios. Elías siempre actuó basado en la autoridad de la Palabra de Dios. Por ejemplo, en el versículo 14 cuando le habla a la viuda de Sarepta dice: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra”.

Había recibido una palabra, una promesa delante de Dios y ahora es esa la palabra que transmite para que también la mujer sea guiada por Dios.  Entonces, frente a cada decisión nos tenemos que preguntar si lo que vamos a hacer está de acuerdo con lo que enseña la Biblia. Por ejemplo, aunque no lo quieras aceptar, la Biblia prohíbe el casamiento con un inconverso: “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos”. Y así podríamos seguir con la gran cantidad de principios bíblicos que claramente indican lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer. Entonces, ¿concuerda con la Palabra de Dios?

Pero, aparte de los principios generales, Dios también nos quiere guiar por medio de Su Palabra en decisiones bien puntuales. En el momento que lo necesitamos, el Señor nos indica por Su Palabra el camino a seguir. Por eso es tan importante el primer punto, ¿cómo está mi relación con Dios? Esto se resalta en el hecho de buscarlo a través de la oración y la lectura de la Palabra. Me ha pasado muchísimas veces que, frente a decisiones especiales, justo lo que yo estaba leyendo en mi devocional fue lo que me habló. Fue la respuesta de Dios a mis oraciones, o una predicación que justo escuchaba, algún himno que cantaba fue utilizado por el Señor para que pudiera discernir la voluntad de Dios.

Recuerdo bien cuando estaba orando respecto a si la que ahora es mi esposa era la mujer que Dios tenía para mí. Y le pedí al Señor: “mostrámelo a través de tu Palabra”. Justo en ese momento tenía que preparar un estudio de Génesis 2, y allí, en el versículo 18 dice “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Y era como un faro que se iluminaba en ese capítulo. Claro, lo podría haber buscado, conozco el pasaje de memoria, pero no, fue en el momento en el que yo pedí la guía del Señor, justo ahí donde yo estaba estudiando, ahí me respondió Dios.

En otro momento Dios había puesto delante de nosotros de mudarnos, mi esposa y yo, de Uruguay a Argentina para servirle en la misión en Argentina. Y realmente ambos no estábamos de acuerdo con esto, pero lo pusimos en oración delante del Señor. Y como habían queridos hermanos que nos decían que nos quedáramos en Uruguay y otros muy queridos que nos pedían ir a Argentina, evidentemente no podíamos escuchar el consejo de hermanos que, son muy útiles, pero en este caso eran contradictorios. Entonces le pedí al Señor que lo revelara sólo por su Palabra. A la mañana siguiente, en mi devocional personal, me tocó el pasaje “Vete de tu tierra y de tu parentela (…) a la tierra que te mostraré”. Fue tan clara la guía del Señor, y esto durante dos semanas. Porque en realidad yo no quería escuchar esta guía, pero durante dos semanas constantemente escuché la voz del Señor diciendo “salí”, “ándate”, “fuera”, hasta que tuve que reconocer que era la voluntad de Dios.

Cuando se lo comenté a mi esposa, mi esposa me dijo llorando que no iría jamás a Argentina. Entonces le dije “mirá, no escuches lo que dice tu familia, tus amigos, tampoco escuches lo que te digo yo. Sino hacelo igual que lo estuve haciendo. Que sea Dios por medio de su Palabra el que te lo muestre”. Y un par de semanas después, en una mañana viene y me dice “sí Esteban, el Señor constantemente me estuvo diciendo Argentina, Argentina, Argentina”. Entonces sabíamos lo que teníamos que hacer. Por lo tanto, ¿cómo usamos la Palabra de Dios? ¿Está nuestra decisión de acuerdo con los principios de Dios? Este es un punto principal para poder seguir. Entonces, ¿cómo está mi relación con Dios? ¿Concuerda también con la Palabra de Dios la decisión que voy a tomar?

En tercer lugar, una pregunta que nos podemos hacer también es ¿Cuál es mi motivación? Generalmente ya se puede saber si algo es bueno o no, simplemente analizando lo más objetivamente posible la motivación con la cual lo hacemos. Elías no se dejó llevar a enfrentar al rey, al pueblo y los sacerdotes de Baal por un capricho, como encontramos en 1ª Reyes 18:36 y 37. No era un deseo de venganza, no era ambición, fama, reconocimiento. Él oró diciendo: “Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos”. Entonces, ¿cuál era la motivación para enfrentar a los centenares de los sacerdotes de Baal, al rey y al pueblo? Su motivación no era honor, gloria, reconocimiento, mostrarle a los demás que estaban mal. No, su motivación era la gloria de Dios y que el pueblo se arrepintiera de su pueblo.

Frente a las decisiones en nuestra vida, un buen radiografía de nuestras intenciones podría ser aplicar los principios de Filipenses 4:8. Allí dice el apóstol Pablo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

Entonces, frente a cada decisión que tenemos que tomar, preguntémonos ¿será verdadero lo que estoy haciendo? ¿Es honesto? ¿Es justo, puro, amable? ¿Tiene el testimonio de ser bueno? ¿Hay virtud en ello? ¿Algo que lleva a la alabanza? Bueno, entonces estamos en el camino correcto. Por lo tanto, ya llegamos al tercer punto, al tercer paso, a la tercera pregunta para reconocer la voluntad de Dios.  En primer lugar, ¿Cómo está mi relación con Dios? Debe ser buena, por supuesto. En segundo lugar, ¿Concuerda lo que voy a hacer con la Palabra de Dios? Y, en tercer lugar ¿Cuál es la motivación por la cual lo hago? Porque si la motivación es egoísta, si es para gastar en mis deleites, como decía Santiago, si es para simplemente disfrutar algo a costas de otros, probablemente estemos en el camino equivocado. ¿Cuál es, entonces, la motivación? ¿Es una motivación agradable a Dios, así como lo fue Elías? ¿Estamos buscando la conversión de su pueblo? Ojalá que así sea. Que Dios nos bendiga y guíe en esto. Amén.

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