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Autor: Esteban Beitze

Seguir la guía del Señor requiere fe en sus promesas. La guía del Señor es como manejar un auto. Si estoy parado y quiero girar la dirección, me va costar mucho, pero apenas lo ponga un poco en movimiento, puedo girar la dirección fácilmente. Dios pide de nosotros que nos pongamos en movimiento siguiendo sus instrucciones, y Él se va a encargar de mostrar cada paso a medida que avancemos.


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PE2786- Estudio Bíblico
Elías: Guiado por Dios (7ª parte)



Elías guiado por Dios

¿Qué tal, queridos hermanos? Vamos a seguir con nuestro estudio acerca del profeta Elías. Nuestra historia de hoy va a estar basada en 1ª Reyes 17. Y vamos a estar analizándolo desde el punto de vista de la guía del Señor. Elías guiado por Dios. En este mundo continuamente tenemos que tomar una infinidad de decisiones. La decisión más trascendente que podremos tomar es respecto a nuestro estado espiritual y eterno. Frente a tantas religiones, pensamientos, filosofías e ideologías, tenemos que encontrar el camino verdadero, que obviamente no es otro que el Señor Jesucristo (Jn.14:6).

Pero luego, a lo largo de toda nuestra vida, continuamente tenemos que tomar decisiones. La mayoría de ellas, las más trascendentes quizás, las tenemos que tomar en nuestra juventud como qué estudiar, en qué trabajar, en qué y dónde servir al Señor y con quién casarnos. Después de la conversión, éstas son las decisiones, quizá, más importantes. Aparte de estas, tenemos que tomar infinidad de otras continuamente.

Frente a tantas opciones, ¿cómo sabemos cuál es la correcta? Frente a estas incógnitas, quisiera plantear tres preguntas previas: La primera sería para definir o reconocer la voluntad de Dios: ¿Puedo confiar en mis emociones, mis sentimientos? Aunque las emociones, impresiones, un sentimiento especial al respecto siempre pueden estar presentes porque Dios nos creó con las mismas, no nos podemos basar en ellas para tomar decisiones. La Biblia es enfática al decir: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer.17:9). Y también en Proverbios 14:12 nos dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”. Entonces no me puedo apoyar en emociones, sentimientos, impresiones para tomar una decisión.

La segunda pregunta sería: ¿Puedo confiar en sueños o visiones para reconocer la voluntad de Dios? Si vamos a la antigüedad, antes que la Biblia entera estuviera escrita, Dios habló muchas veces por visiones y sueños. De hecho, grandes partes de la Biblia surgieron por medio de este tipo de revelaciones. ¿Pero será esta la forma que debamos buscar o fijar para conseguir la respuesta de Dios? Creo que la respuesta es fácil. Si nos fijamos en el origen de la mayoría de los sueños que tenemos, nos damos cuenta de que tienen que ver generalmente con algo que nos impresionó durante el día, algo que deseamos mucho, algo que nos preocupa, etcétera. En otras palabras, surge de nosotros mismos. Pero también el diablo es hábil en enviar sueños y dado que se puede camuflar como “ángel de luz” y es especialista en el engaño, los sueños también podrían tener origen satánico. Por lo tanto, ya tenemos dos tercios de los sueños que provienen de una fuente absolutamente cuestionable. Pero, a los que tenemos la Palabra de Dios en nuestras manos, Dios ya definió el medio por el cual nos quiere hablar: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sl.119:105). Este medio es infalible, no deja dudas, y tiene respuestas a todas nuestras interrogantes.

En tercer lugar, nos podemos preguntar: ¿Puedo tener la seguridad de conocer la voluntad en todas las decisiones? A esto podemos afirmar con un rotundo sí. Si Dios quiere que hagamos Su voluntad, también nos la revelará. Si fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras que preparó de antemano que anduviésemos en ellas (Ef.2:10), también nos las hará saber. Además, el Espíritu Santo que le fue dado a cada creyente en el momento de la conversión tiene como uno de Sus propósitos, el guiarnos a toda verdad.

Ahora bien, ¿cómo reconocemos la guía del Señor? A través del ejemplo de Elías podemos seguir ciertos consejos. Él fue un hombre guiado por Dios. Y lo podemos resumir en 7 preguntas que iremos desarrollando en los próximos estudios. La primera pregunta sería ¿Cómo está mi relación con Dios? Esto incluye un par de cosas que quiero simplemente nombrar.

En primer lugar, debemos buscar la cercanía de Dios. Dice en 1ª Reyes 17:1 que Elías se presentaba diciendo “Vive Jehová…, en cuya presencia estoy…”. Esto nos manifiesta el requisito primordial para poder esperar y recibir la guía del Señor. Elías no sólo tenía una relación personal con Dios, sino que también se había habituado a vivir en la presencia de Dios a través de la meditación de Su Palabra y la oración. Él quería saber la voluntad de Dios. Él estaba en la presencia de Dios, por lo cual pudo ser guiado una y otra vez. La promesa del Señor es: “Pedid y se os dará…” (Mt.7:7).  ¿Cómo está mi relación con Dios? Hay que buscar la cercanía de Dios.

En segundo lugar, relacionado con esto de cómo está mi relación con Dios es mi disposición a obedecer a Dios. Dios se podía revelar a Elías, porque sabía que iba a obedecerle. Esto es clave para que Dios nos pueda señalar el camino. Si no nos interesa conocer, saber cuál es la voluntad de Dios, Dios no nos va a seguir señalando lo que tenemos que hacer. Va a ser como con Saúl, después de tanta desobediencia que Dios ya no le respondía cuando pedía conocer Su voluntad. En 1ª Reyes 18:36 Elías ora: “Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas”. Él se veía como siervo y confirma que todo lo que hacía era en obediencia a la Palabra de Dios. Entonces, en segundo lugar, disposición a obedecer a Dios. En esto se manifiesta una buena relación con Él.

Y, en tercer lugar, también tener fe, confianza en Dios. Como ya vimos, Elías sólo veía el siguiente paso, pero no más allá. Dios le había señalado que tenía que ir al arroyo (17:3), pero no se imaginaba como se las iba ingeniar Dios para mandar a los cuervos. Luego, comprendió que tenía que ir a Sarepta (17:9), pero no sabía cuál era la viuda que lo iba alimentar, ni cómo lo haría.

Cada día Elías estaría mirando al cielo esperando los cuervos de mañana y de tarde. La viuda, antes de hacer el pan de cada día, tenía que confiar en la promesa de Dios, porque el puñadito no había aumentado ni el nivel del aceite había subido. La fe se tiene que ir ejercitando continuamente, de lo contrario ya no es fe. Si le hubieran dado un bolsón de 50 kilos de harina y una tinaja con 40 litros de aceite, hubiera sido fácil confiar, pero ya no sería fe. Fe es: “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, dice Hebreos 11:1 ¡A Abraham Dios le dijo que saliera de su tierra a una que le iba a mostrar! Uno diría ¡qué locura! ¿En qué dirección voy? ¿Cuánto durará mi viaje? ¿Y qué si mi pasa algo?

Seguir la guía del Señor requiere fe en sus promesas. La guía del Señor es como manejar un auto. Si estoy parado y quiero girar la dirección, me va costar mucho, pero apenas lo ponga un poco en movimiento, puedo girar la dirección fácilmente. Dios pide de nosotros que nos pongamos en movimiento siguiendo sus instrucciones, y Él se va a encargar de mostrar cada paso a medida que avancemos.

Y en cuarto lugar en cuanto a esto de estar cerca del Señor, tenemos que saber que la guía del Señor es paulatina. Al estar varios meses solo junto al arroyo, Elías podría haber pensado: “¿Me pasaré el resto de mi vida junto al arroyo? ¿Cómo va a seguir esto?” y luego en Sarepta: “Yo soy un profeta de Israel, ¿me pasaré el resto de mi vida con esta viuda, mientras mi pueblo se va tras los ídolos?”. A nosotros nos gustaría saber todo de entrada. Pero el Señor es sabio. Hay dos aspectos que hablan a favor de una guía paulatina:

– Si supiéramos todo nuestro futuro de golpe, quizás quedaríamos abrumados, y ya no seguiríamos.

– Dios siempre busca nuestra dependencia de Él. Si supiéramos todo, probablemente prescindiríamos de la compañía del Señor.

– Si todavía no te llegó la respuesta es porque no es el tiempo, como fue con el agua del arroyo. Se tuvo que secar por completo hasta que siguió la nueva guía.

– Esto significa también, que no debemos salir del lugar antes que el Señor así me lo indique, pero tampoco quedarnos si Él quiere que avancemos.

Tenemos el ejemplo de Israel y la nube. Donde la nube se sentaba, ellos quedaban durante el tiempo en el que la nube se quedaba allí. Y luego de que la nube se levantaba ellos levantaban el campamento y la seguían (Ex.40:36-38). Podemos pensar en Saúl y la orden de esperar la llegada de Samuel antes de ir a la batalla, en José y María con Jesús, y así innumerables ejemplos en la Biblia. La guía del Señor es paulatina. Para reconocer la guía tenemos que confiar en Dios. Tenemos que confiar en Dios. Debemos tener la disposición de obedecer a Dios, y buscar constantemente la cercanía de Él. Entonces mi pregunta final es ¿Cómo está mi relación con Dios? ¿Cómo está tu relación con Dios? De acuerdo con esto va a ser el resultado también de la guía del Señor. Que nos pueda encontrar muy cerca de Él. Amén.

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