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Autor: Esteban Beitze

Y yo te pregunto: ¿Qué lugar tiene lo material en tu vida? Obviamente tenemos que vivir de algo y deberíamos buscar avanzar en la vida. Pero ¿qué lugar ocupa el Señor? Tenemos que poner más nuestra mirada y buscar más las cosas de arriba, las que tienen valor eterno, las que permanecen.


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PE2952 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (49ª parte)



MIRAR LA TENTACIÓN SIN SALIR (vs.22-24)

Estamos estudiando la caída en el pecado de Giezi, el siervo de Eliseo. Esta historia la encontramos en 2ª Reyes 5:20 “Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve”.

Al meditar en la historia de como el siervo de Eliseo cayera en el pecado, nos encontramos con varios pasos previos a la caída, que también nosotros tenemos que evitar. Los que ya vimos en audiciones pasadas son: Descuidar la Palabra, la oración, el compromiso con Dios, creerse seguro de sí mismo, ocio, encontrarse en el lugar equivocado y la asimilación al entorno. Ahora seguimos con nuestro estudio observando que él queda atrapado por la tentación sin huir de ella.

Allí estaba Giezi, atrapado, enredado cada vez más. El brillo de la plata lo enceguecía. Ya se imaginaba vistiendo las túnicas importadas siendo la envidia de sus vecinos. La avaricia lo tenía atrapado. En lugar de salir corriendo facilitó que la tentación se hiciera cada vez más fuerte y fatal.

¿Cómo está nuestra capacidad de salir de la tentación frente a la tentación? ¿En qué lugares de Internet estás navegando? ¿Qué miras en las redes? ¿Qué compañía te agrada? Novios: ¿hasta dónde las caricias? ¿Dónde están tus límites, o ya los fuiste corriendo a medida que pasaba el tiempo? Justo mientras estaba escribiendo estos pensamientos un joven me escribe: “Pasó algo terrible. No sé qué hacer”. Luego me cuenta que cayó en pecado con su novia. Ella quedó embarazada y recién tiene 18. Incluso están analizando la posibilidad de un aborto. Estamos hablando de una pareja donde ambos son creyentes.

Ahí vemos como los límites se fueron corriendo. Así pasa muchas veces. Los valores quizás ya no son los mismos. El seguir la corriente, fantasear, juguetear con el pecado es fatal. La última y definitiva parte de la caída está por realizarse. Tanto en la tentación a Eva como al rey David, ambos se quedaron jugueteando con el pecado. Las consecuencias están a la vista.

El diablo nos presenta la tentación de una forma tan hermosa y seductora. ¡No nos quedemos como el pajarito frente a la mirada hipnotizante de la serpiente!

MIEDO (vs.24,25)

Allí se encontraba Giezi, caminando de regreso con dos hombres de Naamán, maquinando como haría para ocultarles el hecho que todo era un fraude. “Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa” Luego que pudo esconder la plata entra donde estaba el profeta esperando que éste no se hubiera dado cuenta de nada en su ausencia. Seguramente, su corazón estaba lleno de miedo a que algo saliera a la luz. Este miedo también lo sintieron Adán y Eva en el Edén después de pecar, y se escondieron. Este miedo lo sintió David, e intentó camuflar su pecado de diferente forma, llegando a matar a un hombre. Este miedo lo sintió Pedro cuando la sierva lo empezó a mirar mientras estaba en el grupo de soldados antes de negar al Señor. Este miedo también siente la pareja de la cual recién escribía. Barajan la posibilidad de casarse rápidamente para que nadie se entere del embarazo. Tienen miedo de lo que dirá la familia y los hermanos en la iglesia.

Una vida en la hipocresía siempre conlleva el miedo de que algún día todo salga a la luz, que los que me rodean se den cuenta de quién soy realmente (los del mundo que se enteren que soy cristiano y los creyentes que vivo en el pecado, y las consecuencias del pecado).

Salomón decía: «El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado» (Pr.29:25).

Esta situación puede cambiar. Si te das cuenta realmente cuán grande fue y es el amor que Dios demostró por ti, y, por otro lado, tu amor hacia El crece, entonces ya no tendrás temor. «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor» (1Jn.4:18).

EL PECADO (vs.20,22,25)

Así llegamos al momento más triste de la historia de Giezi. Después de lo visto anteriormente, era lógico que Giezi iba a fracasar, iba a caer en la tentación. Como decíamos al principio: «Nunca se cae en la tentación de repente. Siempre se camina hacia la caída». Siempre hay pasos introductorios que, si uno no da la vuelta a tiempo, la tragedia es inevitable. El apóstol Santiago en su carta escribe: “cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte” (Stg1:14,15). La idea del pasaje es que como el pez que es atraído por una carnada apetitosa que tiene oculto el anzuelo. El deseo desenfrenado hace descuidado el pez que pega el mordisco que luego termina con su vida.

En el caso de Giezi, todo había empezado con la codicia. Pablo advierte de la seriedad del tema en 1Ti.6:10 “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”.

Recuerdo como un joven con muchas capacidades y muy activo de en la iglesia (líder de jóvenes y de la escuela dominical) me dijo que sintió del Señor cambiar de trabajo. Le pregunté cómo sabía esto. Me contestó: “Ahora tengo que trabajar menos y voy a ganar más”. No me sonó muy convincente esta guía del Señor. Para hacerla corta, se convirtió en el gerente de la Coca-Cola, con todo lo que esto significa de honor, reconocimiento y dinero. Pero en su vida personal y espiritual todo cambió. Se casó con su novia, tuvieron hijos, pero la empezó a maltratar hasta que se divorciaron. Al poco tiempo ya estaba viviendo con otra. Obviamente perdió todas actividades que estaba realizando en lo espiritual. ¡Podría haber sido de tanta bendición, pero lo echó a perder todo por la codicia!

Eliseo le dice a Giezi: “¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?” (v.26). Y yo te pregunto: ¿Qué lugar tiene lo material en tu vida? Obviamente tenemos que vivir de algo y deberíamos buscar avanzar en la vida. Pero ¿qué lugar ocupa el Señor? Tenemos que poner más nuestra mirada y buscar más las cosas de arriba, las que tienen valor eterno, las que permanecen (Col.3:2). Lo demás todo se queda acá. Y si para colmo estas cosas materiales te atraen, te dejarás dominar por ellas y llegará el momento que incluso estarás dispuesto a dejar a Dios, sus cosas de lado y aún ir por aquello que no te corresponde. ¡Cuidado! ¿Qué es lo que es más importante para vos? ¿Dónde estás poniendo tu corazón? Jesús dijo: “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lc.12:34). ¿Dónde está tu corazón? Medita en esta pregunta en este tiempo. Dios te bendiga.

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