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Autor: Esteban Beitze

Lo que el diablo más busca lograr en los hijos de Dios, es que se vayan asimilando al mundo. Quiere evitar a toda costa que se diferencien claramente. Busca que ya no tomemos tan en serio el pecado. Lamentablemente está teniendo demasiado éxito con esta práctica. Esto se nota en la música que escuchamos, los programas de televisión o películas que miramos, ciertos lugares a los cuales concurrimos, las amistades con las cuales nos juntamos, las modas que seguimos…


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PE2951 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (48ª parte)



OCIO

Nos encontramos enfocados al estudio de como Giezi, el siervo de Eliseo, cayó en el pecado de codicia respecto al ofrecimiento de bienes que el general Sirio Naamán había hecho al profeta, pero éste había rechazado. En esta historia, estamos analizando actitudes que le llevaron a la caída. Entre ellas ya vimos la falta de enfocarse a la Palabra, la confianza en sí mismo, descuidar la oración y la falta de compromiso con la obra de Dios. Ahora vamos a seguir analizando algunas peligrosas actitudes más, que también para el creyente pueden ser fatales. Nuestra historia se encuentra en 2ª Reyes 5: 20 “Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve”.

Aparte de los pasos descendientes a la caída también encontramos el ocio. Como Giezi estuvo sin hacer algo útil, tuvo tiempo para maquinar y luego hacer lo incorrecto. Incluso cuando Eliseo lo encara para saber de dónde había venido, éste dice que no estuvo haciendo nada.

Como es comúnmente conocido, el ocio es el taller o la cocina del diablo, y esto con mucha razón. Al no tener algo que hacer, algo útil y bueno en que enfocar la mente y las fuerzas, se pierde en cosas indebidas. Un ejemplo clásico es el de David. En vez de estar con sus soldados en el campo de batalla, estaba haciendo la siesta y luego aburrido, paseándose sobre el techo de su palacio. Fue ahí cuando vio a Betsabé bañándose. Conocemos como terminó la triste historia. David cayó en el pecado del adulterio y aún lo intentó tapar con un asesinato.

Lo peor que puedas hacer es quedarte tirado arriba de la cama o en el sillón de tu casa sin hacer algo útil, generalmente con el celular en la mano. Pronto tu mente le dará lugar al pecado, y de allí no falta mucho para que se vaya a los hechos. Por ejemplo, Jesús dijo que no solamente el acto del adulterio es pecado, sino que incluso su imaginación lo es (Mt.5:28). Salomón decía: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Pr.23:7). Tenemos que tener mucho cuidado con darle lugar a pensamientos y actitudes ociosas.

ESTAR EN EL LUGAR EQUIVOCADO (v.21)

En lugar de estar ayudando a su señor, encontramos a Giezi corriendo tras un grupo de sirios.

Hay una cosa que siempre causará gran tentación: estar con un grupo de personas que rechazan a Jesús, y el asociarse y moverse entre mundanos. En un lugar así es prácticamente seguro que habremos de fallar, de pecar. Este mundo siempre te va a mostrar y te va hacer anhelar el calorcito de la compañía de un grupo que está a la onda, que se divierta. Quizás sean los chicos populares del colegio o la facultad, compañeros de trabajo o del club. Puede que sean personas que tengan recursos económicos que tú no tienes. Quizás te atrae el hecho que pareciera que se divierten mucho. Sea como fuere, te están atrayendo y te estás uniendo a ellos con más y mayor frecuencia. Quizás estás disfrutando del calorcito de ser aceptado que te da este grupo. Obviamente para ser aceptado hay que hacer algunas concesiones. Quizás hay que participar, aunque sea de oyente de chistes subidos de tono, conversaciones sucias, prácticas inmorales, alcohol, drogas, salidas a boliches, etc.

ASIMILACIÓN, MIMETIZACIÓN (vs.22-24)

Cuando Giezi le mintió a Naamán para conseguir la plata, éste hasta le ofrece el doble. Giezi lo tiene que aceptar para no despertar sospechas. Pero no podía confesar su engaño. Luego tuvo que aceptar que Naamán lo hiciera acompañar de dos de sus hombres para que éste no desconfiara. Claro, en total eran cerca de 70 quilos los que ahora tendría que cargar. Él había calculado que unos 35 podría llevar, pero no 70. Tuvo que aceptar la ayuda de estos siervos.

En la naturaleza encontramos algo que se llama la mimetización. Esto es cuando un animal, al encontrarse en peligro adopta el color del lugar dónde se encuentre para pasar desapercibido. El ejemplo clásico es el camaleón.

Lo que el diablo más busca lograr en los hijos de Dios, es que se vayan asimilando al mundo. Quiere evitar a toda costa que se diferencien claramente. Busca que ya no tomemos tan en serio el pecado. Lamentablemente está teniendo demasiado éxito con esta práctica. Esto se nota en la música que escuchamos, los programas de televisión o películas que miramos, ciertos lugares a los cuales concurrimos, las amistades con las cuales nos juntamos, las modas que seguimos y en muchísimos aspectos más. Al hacer concesiones en estas y otras áreas, somos aceptados por el mundo como uno de ellos y no tendremos el problema por querer diferenciarnos. El miedo a las consecuencias como la burla, el desprecio u otras, nos lleva a querer amoldarnos. Pero, ésta es la reacción de un creyente carnal, falto de confianza en el Señor y que lo deshonra con su actuar.

El apóstol Pablo exhorta varias veces a una vida santa, esto es, de completa separación de la influencia de este sistema mundanal: «Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2Co.6:17,18). «Pero os ordenamos hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros» (2Ts.3:6). Evidentemente Pablo comprendía perfectamente, la enorme influencia que recibimos del entorno dónde nos movemos y con qué y quiénes nos relacionamos.

El conocido proverbio «Dime con quién andas, y te diré quién eres», también lo demuestra. ¿Cuál es mi círculo de amistades? ¿Son creyentes? Y si son creyentes, son los creyentes «light» (livianos), que no toman muy en serio el pecado. Dicen: «no hay que ser tan fanático».

Un hombre que había comprado un canario que cantaba de forma bellísima. Durante todo el invierno lo mantuvo dentro de su casa deleitándose en su melodioso trinar. Al llegar la primavera, sacó la pajarera al jardín, para que el canario pudiera disfrutar del calorcito de la bella estación. Pero en esta región sobreabundaban los gorriones. Pronto el canario estaba rodeado de decenas de ellos. Lo llamativo fue que, al poco tiempo, el canario en vez de su melodioso canto, chillaba igual que los gorriones. El dueño asustado, quiso revertir la situación, introduciéndolo otra vez en la casa, pero ya era demasiado tarde. El precioso canario ya sólo chillaba como los gorriones. La compañía en la cual estuvo fue determinante.

Para vencer la tentación hay que hacer una clara y definida división. Pedro mismo aprendió muy bien la lección. Él dijo luego: «Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo» (1P.1:14-16). La idea del verbo «no conformarse» viene de un molde. Cuando los niños juegan en la arena, usan moldecitos en los cuales ponen la arena húmeda, la aprietan, para luego darles vuelta y desmoldar la figura. Lo que Pedro quiere decir es, que no permitas que te encajen en el molde de este mundo, de este sistema. Que la caída de Giezi nos sea de advertencia para nuestro andar con Dios. Cuidémonos de estos puntos que estuvimos viendo.

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