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Autor: Esteban Beitze

Aunque Giezi vio el compromiso de Eliseo, al punto de no tomar regalos con tal que este hombre conociera al verdadero Dios, él no se comprometió con la causa divina. Esto sucede en muchos cristianos. Ya la cercanía al Señor, este primer amor ha desaparecido. Se está en un camino todavía paralelo, pero ya separado del Señor. Es como aquellas vías del tren que se bifurcan.


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PE2950 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (47ª parte)



EL MOMENTO DE LA CAÍDA

UN SIERVO DE PROFETA CAYENDO EN EL PECADO

Naamán había venido de Siria para ser curado por la lepra. Después que esto sucediera, fue a la casa del profeta Eliseo para agradecerle y darle valiosos regalos de los que había traído para este fin. Pero Eliseo no quiso aceptar ningún regalo, porque era un don de Dios. Así como la salvación es gratuita, así también lo fue esta sanidad.

Pero con Eliseo estaba también su criado. Él pensó de otra forma de estos regalos ofrecidos y rechazados:

2ª Reyes 5:20 “Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.  Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve”.

En esta historia tenemos el desarrollo de una caída en el pecado. Alguien dijo: «Nunca se cae en la tentación de repente. Siempre se camina hacia la caída». Siempre hay pasos introductorios que, si uno no da la vuelta a tiempo, la tragedia es inevitable.

1. NO TUVO PRESENTE LA PALABRA DE DIOS

Giezi vivía junto a un hombre de Dios, el profeta Eliseo. Obviamente era uno que estudiaba la Palabra y con seguridad también la impartía. Giezi conocía perfectamente el mandamiento: “no codiciarás” (Ex.20:17). Seguramente conocía también la triste historia de Acán, que codició dinero y vestidos de lo prohibido de Jericó, lo tomó y escondió. Sabía muy bien que este pecado no quedó oculto, sino que Dios lo hizo llegar a la luz y todo derivó en tragedia para este hombre y su familia. Pero Giezi no se dejó advertir.

Conocía también las historias de provisión de Dios para con el pueblo de Israel en el desierto después de salir de Egipto. Pero no sólo conocía la Palabra de Dios sino al ser el siervo de Eliseo también vio esta palabra aplicada a la vida personal y también enseñada por el profeta. O sea, estaba con Eliseo en cada momento. Escuchaba sus enseñanzas y consejos. Veía el obrar poderoso de Dios al punto de que una mujer estéril tuviera un hijo (4:11-17), y luego incluso estuvo presente en la resurrección del chico cuando éste murió (2R.4:32-37). Había visto como una comida envenenada no hiciera daño y proveyera de alimento a un buen grupo de personas (4:38-41). Había experimentado varias multiplicaciones milagrosas de comida de manera que alcanzara para muchas personas (4:1-17; 42-44). Ya había aprendido que siendo fiel a este Dios y confiando en Él, siempre tendría lo necesario. Pero no lo tuvo en cuenta. A pesar de todo lo que había visto y aprendido, la codicia por las riquezas le nubló el entendimiento.

El dejar de estudiar la Palabra de Dios o no tenerla en cuenta en la vida, es uno de los primeros síntomas en el camino hacia una caída. Si quieres llevar una vida de victoria es imprescindible el uso de «la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef.6:17). El salmista decía las conocidas palabras: «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti» (Sal.119:9,11).

2. CONFIANZA EN SÍ MISMO (V.20)

Después que Eliseo había rechazado el regalo de Naamán, Giezi dijo dentro de sí: “He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa”. En otras palabras, dijo: “Mi amo es un tonto, yo sé lo que es bueno para mí y hasta donde puedo ir”. Además, para acallar su conciencia, dijo: tomaré de él alguna cosa”, como minimizando la seriedad del tema, auto excusándose que total, era una cosa menor. Además, Naamán había llevado como regalo: “…diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.” (5:5b). ¿Qué importaría este talento frente a los nueve que le quedarían? Además, podría decirse, que era plata lo que pedía y no oro. Si le pedía dos vestidos, Naamán se quedaría todavía con ocho que de todas formas había estado dispuesto a regalar. Así que, tenía argumentos de sobra para excusarse.

Hoy diríamos: “esto lo hace todo el mundo”. Esto no le hace daño a nadie. Sabemos hasta donde ir y donde poner el límite”.

Hasta vemos que le dio un tinte santo al pecado que iba a cometer: “Vive Jehová”. Cuando se quiere cometer el pecado, hasta se es capaz de utilizar argumentos espirituales para excusarlo.

Recuerdo haber leído de una pareja de novios que oró a Dios pidiendo perdón por la fornicación que iban a cometer después. Creían poder “santificar el pecado” con una oración.

Giezi estaba seguro de sí no viendo problema en esta “pequeñez”.

Esta actitud es muy común antes de cometer un pecado. Se cree que se sabe hasta donde se puede ir. Le quitamos dramatismo con excusas y hasta espiritualizamos el pecado a cometer.

Hace poco hablaba con el encargado de consejería de líderes de una gran misión evangélica. Hablábamos acerca de las razones por las cuales caen los líderes. Según él, en tercer lugar, de razones para la caída, se encontraba el hecho de descuidar la comunión con el Señor. En segundo lugar, en frecuencia, las caídas se daban porque el líder hacía consejería con alguien del sexo opuesto. Pero lo más peligroso según él, lo que más líderes ha llevado al fracaso es el pensar que a él mismo no le tocaría.

El apóstol Pablo resume esta peligrosa actitud de la siguiente forma: «El que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co.10:12). ¡Qué razón que tenía!

3. FALTA DE ORACIÓN (V.20)

Giezi no oró para ver si era la voluntad del Señor en lo que iba a hacer. Él había visto el poder de la oración en Eliseo, el cual por este medio había llegado a resucitar incluso a un muerto (2R.4.32).

La oración es otra de nuestras armas necesarias e imprescindibles, en la lucha contra nuestro adversario y para poder llevar una vida victoriosa. Cuando dejamos de lado la oración, empieza un camino descendiente con consecuencias fatales.

A los discípulos en Getsemaní Jesús les había dicho: «velad y orad, para que no entréis en tentación» (Lc.22:41). Conocemos bien como siguió la historia. En lugar de orar, todos se durmieron. Luego todos huyeron, y el más seguro de sí mismo terminó negando a su Señor.

En esta situación nos quiere encontrar nuestro enemigo el diablo. Él está pendiente de que nosotros demostremos algún punto débil. Pedro mismo escribía más tarde la tremenda y seria verdad, porque lo había experimentado: «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar, al cual resistid firmes en la fe…» (1P.5:8).

4. FALTA DE COMPROMISO (v.20)

Aunque Giezi vio el compromiso de Eliseo, al punto de no tomar regalos con tal que este hombre conociera al verdadero Dios, él no se comprometió con la causa divina.

De Pedro, antes que pecara negando al Señor leemos que seguía al Señor «de lejos» y se quedó afuera en el «patio» (Lc.23:54,55). Esta frase nos ilustra la situación espiritual de Pedro justo antes de caer. Unas horas antes él había dado testimonio de que estaba dispuesto a sufrir la cárcel con el Señor e inclusive a morir con Él (Lc.22:33). Pero, ahora seguía al Señor «de lejos» y estaba en el «patio», en vez de acompañarlo.

Esto sucede en muchos cristianos. Ya la cercanía al Señor, este primer amor ha desaparecido. Se está en un camino todavía paralelo, pero ya separado del Señor. Es como aquellas vías del tren que se bifurcan. Quizás, en un primer momento todavía corran lado a lado, pero después terminan en lugares completamente opuestos. El servicio en la obra del Señor no es importante para ellos o lo hacen cuando les queda algo de tiempo. El ir a las reuniones se volvió algo para cuando tuvieran ganas. Falta el compromiso con el Señor y Su causa.

Al ver estos pasos descendientes a la caída en el pecado de Giezi, ¿cómo se encuentra nuestra vida respecto a ello? ¿Estamos descuidando alguno de estos puntos? ¡Si fuera así, volvamos al Señor hoy! Que Dios nos ayude en ello. Amén.

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