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Autor: Esteban Beitze

A veces nos sentimos tan poco, incapaces pequeños, sin conocimiento o con miedo. Pero si Dios nos puso en un lugar, esto tiene un propósito. Quizás es la familia, el barrio, una iglesia, el lugar de estudios, el trabajo, un hospital o lo que fuera. Pero si Dios creyó sabio ponernos en este lugar o incluso permitir ciertas situaciones, también nos dará la fuerza para sobrellevarlas.


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PE2945 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (42ª parte)



Trato de Dios

En nuestros estudios sobre la vida del profeta Eliseo, estamos dedicando un buen tiempo para analizar el impacto que tuvo el testimonio de una muchacha anónima en la vida de un general. Esta historia la encontramos en 2ª Reyes 5:1 “Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, vé, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos”. Al tener toda la historia y conocer los efectos que tuvo la intervención de esta jovencita, nos damos cuenta de que Dios estuvo activo permitiendo el dolor, la calamidad en la familia de esta jovencita, y la enfermedad en Naamán, para que éste conociera al Dios verdadero. Esta joven aprendió aceptar la soberanía de Dios en el actuar en su vida. Antes de esta historia, la pobre chica habrá pensado varias veces, el porqué de su situación. Pero después que Naamán volviera sano y adorando al Dios verdadero, seguramente entendería el propósito divino tras su cautiverio. F. B. Meyer escribe sobre esta chica: “La destrucción del hogar de esta pobre niña y su cautiverio debieron haber parecido, en ese momento, un desastre inexplicable del que no podría haber alivio; y, sin embargo, le permitió producir una gran liberación, que ha brillado en la página de las Escrituras y ha inspirado a decenas de miles. Ella se elevó por encima de sus dolores y por la fe sacó la victoria de la derrota.”

Podríamos nombrar varios ejemplos similares. Pero quisiera mencionar en primer lugar a Job. La soberanía de Dios permitió que el diablo tocara todas las posesiones, la familia, las amistades y hasta la salud de este hombre justo. Por el testimonio de fidelidad de este hombre, el diablo fue avergonzado, Dios glorificado, y su historia, se convirtió en consuelo y ayuda a millones de creyentes a lo largo de los milenios. No siempre se entiende la obra de Dios, pero sabemos que Su voluntad, es buena, agradable y perfecta (Ro.12:2).

Otro entre muchos que podemos nombrar es José, el que a los 17 años fue vendido por sus hermanos a Egipto. Más tarde dice a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Gn.50:20). Probablemente, todos nosotros podamos testificar que circunstancias difíciles, dolorosas o hasta injustas, resultaron ser encaminadas para bien por Dios.

Puede ser que justo ahora estemos atravesando una situación así. ¡No desanimemos, sino levantemos nuestra mirada al cielo, busquemos a Dios detrás de las circunstancias, y llegará el momento en que diremos también: “Dios lo encaminó para bien”!

TREMENDO RESULTADO

A. Fe en las palabras de la chica

En esta historia tenemos una cadena de hechos que impresiona. La chica le habló a su ama con tanta convicción que ésta se lo contó a su marido. El gran general sirio, fue impactado por esta fe a tal punto que corrió el riesgo y le habló al mismo rey: “Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel” (v.4). Uno podría imaginar que alguien que está desesperado por una enfermedad mortal llegue a creer y arriesgar cualquier paso, tratamiento o hasta creer en un engaño, con tal de encontrar la sanidad. Pero, la fe de la joven no sólo convenció a la mujer y al general, sino ahora llega lo increíble – hasta el rey fue convencido. Esto lo vemos en lo que dijo el rey a Naamán: “Anda, vé, y yo enviaré cartas al rey de Israel” (v.5). El gran rey de Siria no temió de hacer el ridículo frente al rey de otra nación. Sabemos que las cartas que le dio a su general para presentar frente al rey de Israel demuestran esta convicción como podemos leer en 2Reyes 5:6: “Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra”. El rey de Siria se había equivocado en el destinatario, porque la muchacha había hablado del poder de Dios en el profeta, pero no en el rey. Pero, lo que trasciende acá, es la confianza que hasta el rey de Siria les había dado a las palabras de la muchacha, convencido que en Israel podría haber sanidad para la lepra. Luego Naamán hace un viaje peligroso al reino vecino, llevando lo suficiente como para “comprar” su sanidad: “Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos” (v.5b). No hubiera corrido estos riesgos si no estuviera convencido del éxito de su viaje.

¡Esto realmente es maravilloso! Una jovencita, quizás adolescente ¡impacta por su fe en la vida de una mujer mayor, en un general y luego en el rey de esta nación!

D. L. Moody comenta al respecto: “Una doncella sin importancia pronunció unas cuantas palabras que impactaron en dos reinos. Dios honró su fe e hizo para Naamán, el idólatra, lo que no había hecho para nadie más en Israel. Cuán a menudo el dedo de un niño ha señalado a los mayores el camino recto por el que deben ir. La doncella se glorió de que Dios haría para Naamán lo que no había hecho para nadie en Israel; y Dios honró su fe”.

B. Fe en las palabras del profeta

Luego que Naamán llega a la casa del profeta Eliseo, espera que éste salga y toque la parte enferma, pero en lugar de ello: “Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio” (2R.5:10). Esto no le agradó en absoluto al soberbio y poderoso general. Había venido con riquezas, con demostración de poder con hombres y caballos (v.9), pero no estaba dispuesto a acceder a la orden sencilla de bañarse siete veces en el río Jordán. Su argumento era doble: “…yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado” (vs.11b-12). Había creído en las palabras de una joven esclava, pero no estaba dispuesto a creer en la promesa del profeta. ¡Cuántas veces el ser humano se encuentra tan cerca de la salvación, de la solución de sus problemas, pero pierde la bendición por no dar el último paso de fe! Hay tantas razones para no hacerlo. El enemigo es muy astuto y quiere impedir la decisión a cualquier precio.

Naamán estuvo a punto de perder todo por su orgullo y preconceptos. Menos mal que estaban allí sus siervos. Ellos razonaron con él diciendo: “Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” v.13. Recién ahí le hizo caso. Dice el versículo 14: “El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”. La clave para su sanidad había sido creer en las palabras del profeta de Dios.

¡Qué bendición le espera al ser humano cuando sigue las indicaciones de los siervos de Dios que llevan la Palabra de salvación en Jesucristo!

Concluyendo, a veces nos sentimos tan poco, incapaces pequeños, sin conocimiento o con miedo. Pero si Dios nos puso en un lugar, esto tiene un propósito. Quizás es la familia, el barrio, la ciudad, una iglesia, el lugar de estudios, el trabajo, un hospital, un hogar de huérfanos o lo que fuera. Muchas veces las circunstancias no son fáciles. Nos pueden pasar cosas desagradables. Pero si Dios creyó sabio ponernos en este lugar o incluso permitir ciertas situaciones, también nos dará la fuerza para sobrellevarlas y aun en medio del dolor, la necesidad, las dificultades, la oposición y quizás hasta la muerte, llevar gloria para Su nombre.

A veces nos sentimos incapaces frente a retos, que a nuestro entender son insuperables, pero si Dios nos da una tarea, también nos capacita. Moisés, que frente a la orden de Dios de sacar al pueblo de la cautividad egipcia dijo: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?”. Recibe la respuesta de Dios: “Y él respondió: Vé, porque yo estaré contigo…” (Ex.3:11,12a). Luego se le presenta como el gran “Yo Soy”, como diciendo, yo todo lo puedo y soy Dios. Para no dejarlo con dudas, cuando le habló de su incapacidad de hablar, le dijo que Él le había hecho al hombre la lengua, pero igual no lo dejaría solo, sino que tendría a su hermano Aarón como compañero y portavoz.

Cuando Dios llamó al profeta Jeremías para predicarle al pueblo rebelde, éste alegó: “…¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño”. Pero Dios le prometió: “Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca” (Jer.1:6-9). Y Pablo nos dice: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Ro.8:31,32).

Si Dios nos pone en un lugar, si nos da una tarea, también se encarga de acompañarnos y ayudarnos. A él le gusta usar lo que no vale, no es reconocido delante del mundo, para hacer algo maravilloso (1Co.1:26-31). Esta niña es un ejemplo más de ello. Y esto puede ser realidad también en tu vida. ¿Dónde será que te quiere usar? ¿Cómo es tu testimonio?

Dios te bendiga.

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