Cuando comience el Primer Día en la Eternidad (2ª parte)

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Autor: Wim Malgo

El día de la muerte es el último día aquí en la tierra, y el primero en el más allá. La Biblia, aunque poco, nos declara suficiente acerca de lo que nos espera para alegrarnos. Y más que suficiente para hoy elegir entre salvación o perdición eterna.


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PE2608 – Estudio Bíblico
Cuando comience el Primer Día en la Eternidad (2ª parte)



En el cielo seremos lo que Dios pudo hacer de nosotros aquí en la tierra. No quiero decir mucho sobre este primer día en la eternidad para los que no quisieron seguir al Cordero de Dios, ¡pues es demasiado horrible! Sin embargo, vemos algunas cosas en la historia del hombre rico y del pobre Lázaro: El rico vive en los tormentos y ve la gloria perdida que también él habría podido tener. Leemos en Lucas 16:23: «Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno«. Él vio este enorme contraste entre él y Lázaro, y por su horror notamos que quiso convertirse, pero era demasiado tarde. Exclama en el versículo 24: «Padre Abraham, ten misericordia de mí«. Pero entonces reconoce que el abismo entre él y la gloria, en el más allá es insuperable, pues como leemos en el verso 26 Abraham le dice: «Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá«. ¡No existe, por lo tanto, ninguna posibilidad de contacto entre la eterna salvación y la eterna perdición!

Lo que me estremeció de una manera completamente nueva en esta parábola, es que el hombre rico, que fue sepultado y se despertó en el reino de los muertos, de alguna manera debe haber sido familiar con la doctrina bíblica. Pues en el versículo 25, Abraham lo llama hijo: «Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida…» También por el celo evangelístico que el rico recibe de repente en el reino de los muertos, vemos que no era ignorante en cuanto a los asuntos divinos, sino que había sido levemente tocado por la fe. Dice a Abraham en los versículos siguientes: «Te ruego, pues, padre, que le envíes, hablando de Lázaro, a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento«. Pero ¡este celo evangelístico vino demasiado tarde! Con esto hemos llegado, en realidad, a esta verdad esencial: En la eternidad serás lo que Dios pudo hacer de ti aquí en la tierra.

Es hora de preguntarte querido oyente ¿Dónde pasarás el primer día en la eternidad? ¡Esto depende únicamente de cuál es su actitud frente a Jesús! Pablo dice en I Corintios 15:49: «Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial«. Por eso, ¡prepárate para venir al encuentro de tu Dios! El que ama a Jesús y Le sigue a Él, el Cordero de Dios, también alcanzará la meta, pues Jesús es el que entró por nosotros como precursor en los lugares celestiales. Él fue hecho Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec, y está en el Lugar Santo, esperándonos.

Tu último día aquí en la tierra será, pues, al mismo tiempo el primer día en la eternidad con Jesús. ¿Qué acontecerá en aquel día? ¡Primero, la gran mudanza! Con tu muerte, o con el regreso del Señor, te mudarás de aquí, de tu casa terrenal, para la casa del Padre con las muchas moradas, de las cuales el Señor Jesús habló en Juan 14:2. No lo olvidemos: Vivimos aquí en nuestra casa terrenal aguardando ser llamado por Dios, lo cual puede ocurrir muy de repente. Solamente en casos excepcionales habrá un aviso previo, permitiendo tener un plazo de desalojo. Cuando tengas entonces de repente que salir de tu casa terrenal, no estarás en la calle, pues Jesús mismo preparó una morada para ti, si es que le sigues de todo corazón. Él te precedió y te prometió en Su Palabra, en Juan 14:2-3: «…voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré‚ otra vez, y os tomaré‚ a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis«

Esto es lo maravilloso, que un hijo de Dios sabe que no será desnudado, sino revestido. ¡Una nueva morada, que Jesús mismo garantizó, está preparada! Este primer día en la eternidad nos trae aún más: Él nos trae la respuesta final a todas las preguntas no respondidas aquí en la Tierra. Jesús dijo al respecto en Juan 16:23: «En aquel día no me preguntaréis nada«. ¿Por qué no? Porque Jesús mismo, el Señor crucificado y resucitado, ¡es la respuesta a todas las preguntas! No podemos explicar esto lógica e intelectualmente, pues este secreto está oculto en el Gólgota. El Gólgota es la grande y maravillosa respuesta de Dios a todas las injusticias que claman al cielo, a lo absurdo o hasta los caminos terribles que tienes que experimentar y que seguir aquí en la tierra. En el último día en la tierra, en el cual tus ojos y los míos se cierren, ellos contemplarán en el mismo día, el primer día en la eternidad, lo que no pudieron contemplar aquí. Esto corresponde exactamente a la afirmación del Señor Jesús en Juan 16:22-23a: «También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada«. Esta es una garantía maravillosa, que el Señor mismo nos da.

Pero este primer día en la eternidad te traerá todavía más, el fin de todos tus padecimientos físicos. Tenemos esta promesa en Filipenses 3:21: «El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas«. Los creyentes recibirán un cuerpo espiritual en el arrebatamiento y luego el cuerpo de gloria. ¿Qué seguirá al primer día en la eternidad? ¡La salvación y la salvación! Hay dos etapas dentro de la salvación: En la primera etapa, recibimos la salvación gratuitamente, por pura gracia, con base en la obra perfecta de Jesús, mientras que, en la segunda etapa, adquirimos la recompensa por la fidelidad hacia el Señor. Dice Apocalipsis 14:13: «Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen«. Esto quiere decir tres cosas:

En primer lugar, que es bienaventurado el que muere en el Señor. Segundo, la batalla de la fe habrá terminado, pues dice: «Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos…» Y tercero que las obras que han hecho en el Señor, los siguen. ¡Qué significa todo esto? No significa otra cosa que compareceremos entonces ante el tribunal del Señor Jesucristo, como leemos tan claramente 2 Corintios 5:10: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo«.

Por favor, nota bien: Aquí no se habla más de un juicio sobre perdición eterna o salvación eterna, sino del tribunal de recompensa, de la segunda etapa dentro de la salvación. Aquí ya no se trata de la salvación que tenemos por la fe en Jesús, sino de la pregunta del galardón. Allí seremos hechos manifiestos, y todo saldrá a la luz. 1 Corintios 3:11 habla también muy claramente de que nadie puede ser salvo sino únicamente por Jesucristo: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Pero luego los versículos siguientes nos exhortan a edificar lo bueno sobre este fundamento: Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada…

Recordemos aquí una vez más la segunda parte de Apocalipsis 14:13: “…porque sus obras con ellos siguen«. Y en 1 Corintios 3, Pablo sigue diciendo: “…por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará: Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego”. Aquí tenemos estas dos etapas dentro de la salvación, claramente distinguidas.

Así que, querido oyente, quiero terminar el programa repitiendo la pregunta: ¿Dónde pasará el primer día en la eternidad? ¡Qué buena oportunidad para examinarte delante del Señor y venir a Él!

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