Cuando comience el Primer Día en la Eternidad (1ª parte)

Jesús es el camino (22ª parte)
26 noviembre, 2020
Cuando comience el Primer Día en la Eternidad (2ª parte)
26 noviembre, 2020
Jesús es el camino (22ª parte)
26 noviembre, 2020
Cuando comience el Primer Día en la Eternidad (2ª parte)
26 noviembre, 2020

Autor: Wim Malgo

El día de la muerte es el último día aquí en la tierra, y el primero en el más allá. La Biblia, aunque poco, nos declara suficiente acerca de lo que nos espera para alegrarnos. Y más que suficiente para hoy elegir entre salvación o perdición eterna.


DESCARGARLO AQUÍ
PE2607 – Estudio Bíblico
Cuando comienze el Primer Día en la Eternidad (1ª parte)



El Señor dijo a Sus discípulos en Juan 14:1-2: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay«. Todos nosotros conocemos estos primeros días en nuestra vida: el primer día en la escuela, el primer día en el primer trabajo. Todos estos días son inolvidables, y sus impresiones quedan grabadas en nuestra memoria. Especialmente el primer día de nuestra conversión debe permanecer siempre vivo para nosotros, pues el apartarse de los ídolos y convertirse al Dios vivo significa dar un paso desde el tiempo a la eternidad. Sin embargo, jamás deberías decir así: El primer día después de mi conversión fue el más glorioso. Pues esta gloria, este amor ardiente que tenías en aquel entonces, lo necesitas absolutamente también ahora. ¡Tienes hoy el mismo Salvador como en aquel entonces! La Escritura dice en Hebreos 13:8: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos«.

¡El primer día que pasarás en la eternidad, ser al mismo tiempo tu último día en esta tierra! No debemos pasar por alto este grandioso hecho. No en vano dice el salmista en Salmos 90:12: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría«. Los necios que se comportan aquí en la tierra como si vivieran eternamente, son cortos de vista, pues para todos nosotros viene ineludiblemente el paso a la eternidad, y esto muchas veces repentina e inevitablemente. En ese día viviremos el último día aquí en la tierra y el primero en la eternidad.

Vemos esto, por ejemplo, en Lucas 23:42 y 43, claramente con el ladrón moribundo en la cruz. Cuando en su dolor Le dice a Jesús: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino, el Señor le responde: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso«. El día de su muerte, el último día que vivió en la tierra, fue para él, al mismo tiempo, conforme a la promesa de Jesús, el primer día en la eternidad. ¡De extrema oscuridad y tormentos, entra en la luz gloriosa! Esto lo experimentó aquel ladrón y asesino. Basándonos en este hecho, que también se menciona en Hebreos 2:14-15, leemos que el último día en la tierra ser nuestro primer día en la eternidad. Este pasaje dice: «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre«.

Esto no significa otra cosa, sino que Jesucristo, el eterno Hijo de Dios, se identificó con la muerte. El mismo luchó con la muerte, pero no con esa muerte que quiso matarle, sino más profundamente con aquel oscuro y cruel poder de la muerte, lo eliminó, lo descartó y lo derrocó. Leemos en 1ª Corintios 15:56: «El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley«. La Ley de Dios hace horrible el pecado y nos acusa, y el aguijón de la muerte es el pecado, que nos separa de Dios. A pesar de esto, el apóstol exclama triunfalmente en el versículo 55: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» Por eso, Pablo también puede testificar que la muerte ya no significa muerte para él, como expresa en Filipenses 1:23: «…teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor«.

Seguramente muchos oyentes se compartirán de todo corazón este deseo de partir. Sin embargo, existe todavía esta duda innata: ¿Y si, con todo, todo esto no fuera verdad? Si hay dudas así en tu corazón, deberías avergonzarte, pues Jesús ha garantizado el primer día en la eternidad a todos los ladrones y asesinos que se han verdaderamente arrepentido. Él lo hizo con pequeña frase: «Hoy estarás conmigo en el paraíso«. ¿Te rebelas contra el título ladrón y asesino? Sin embargo, ¡esta es exactamente nuestra naturaleza! El hecho de que al mismo tiempo que Jesús, se crucificaron a dos ladrones y asesinos a Su derecha y a Su izquierda, no es de ninguna manera una casual coincidencia. Al contrario, pues estos dos hombres son representantes de toda la humanidad. El uno se humilla en su muerte, diciendo: «Nosotros, a la verdad, justamente padecemos«, y en seguida recibe la promesa del Señor: «Hoy estarás conmigo en el paraíso«. El otro se rebela y se hunde en la noche eterna.

El primer día en la eternidad es descrito claramente en estas palabras de Pablo inspiradas por el Espíritu Santo en 2 Corintios 5:1-5: «Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial«. Una grande y profunda certeza se muestra en estas palabras, como también en las de Job, del capítulo 19 de su libro, los versículos 25-26: «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios«.

Este día maravilloso, este primer día en la eternidad, es algo muy seguro, tan seguro como la seguridad de salvación, la seguridad de ser un hijo de Dios, que tiene una persona por medio del Espíritu Santo. Ese primer día en la eternidad será un poderoso cambio, y si este cambio será en el sentido glorioso o en el sentido terrible, esto depende de la actitud que tú y yo tenemos frente al Señor Jesucristo.

Lucas 16 nos pinta este poderoso cambio de manera muy gráfica. Allí el Señor nos describe el verdadero acontecimiento acerca del hombre rico y del pobre Lázaro. Allí este cambio de existencia nos salta directamente a los ojos. Lázaro, así lo leemos, tuvo hambre durante toda su vida: «…y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas«. Era una situación espantosa y humillante, en la cual languidecía el pobre Lázaro. Pero el siguiente versículo dice: «Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham«. Es decir: ¡Fue de la extrema desesperación a la más elevada gloria! Lamido por los perros, llevado por los ángeles al seno de Abraham. El seno de Abraham es una representación de la comunión con el Dios vivo, pues Abraham es el padre de todos los creyentes. Luego murió también el hombre rico. De él se dice: «…murió también el rico, y fue sepultado«. ¡Por favor, nota la diferencia! En cuanto a Lázaro (su nombre significa: desamparado o: Mi Dios es ayuda), el énfasis está en la gloria del primer día que él experimenta en la eternidad; en cuanto al rico, sin embargo, el énfasis está en su sepultura. Con el pobre Lázaro, vemos a los ángeles de Dios que lo llevan al seno de Abraham, a la gloria en las alturas. Del rico se dice solamente: «…y fue sepultado«. Ni siquiera sabemos si Lázaro fue sepultado, pero sí sabemos de la inimaginable bienaventuranza que experimentó. Del rico, el hombre de negocios, sabemos que fue sepultado y que se despertó en el reino de los muertos, en los tormentos.

De la muerte del pobre Lázaro se desprende que la muerte del creyente, en su esencia, ya no significa morir, pues no se habla de la sepultura. Por el contrario, la muerte del creyente es pasar a estar con Cristo. La Biblia dice que los hijos de Dios son sacados de todo sufrimiento y dolor y llevados por ángeles a la Fuente de toda vida, a Dios mismo. ¡Él no es un Dios de los muertos, sino un Dios de vivos! Así también para nosotros, querido oyente, ese primer día en la eternidad será un poderoso cambio, y depende de la actitud que tú y yo tenemos frente al Señor Jesucristo si este cambio será glorioso o será terrible.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo