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Autor: William MacDonald

La honestidad y la dadivosidad son valores presentes en la vida de quienes entienden que viven por la causa mayor del Reino de Dios. Pero, ¿Nos esforzamos por ser honestos?, ¿Qué cosas marcan o deberían marcar nuestra dadivosidad?


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PE2495- Estudio Bíblico
Buscad primeramente (3ª parte)


 


Honestidad y Dadivosidad

Amigos, hemos estado hablando sobre las características de aquellos que buscan el Reino de Dios primeramente. Hoy hablaremos de una cualidad que es difícil de percibir en público, pero que demuestra carácter en situaciones donde nadie puede ver. Hablaremos de la Honestidad.

Adam Clarke era asistente en una tienda en la que se vendían sedas y telas satinadas a una selecta clientela. Un día, su empleador le sugirió que intentara estirar la seda cuando la estuviera midiendo; de esta manera aumentarían las ventas y las ganancias, y también el valor de Adam para la compañía. El joven Clarke se irguió, enfrentó a su jefe con valor, y dijo, “Señor, puede que su tela sea elástica, ¡pero mi conciencia no!” Dios honró a Adam Clarke por ser una conciencia personificada, quitándolo de esa tienda y llevándolo a escribir un comentario sobre los libros de la Biblia.

Cada uno de nosotros se enfrenta a la tentación de “estirar la seda”. Las reglas pueden ser quebrantadas sin que nadie lo sepa. Las infracciones a las normas sociales son indetectables la mayoría de las veces. Los empleos de medio tiempo a menudo son literalmente eso; podemos prolongar un trabajo sin tener la necesidad de hacerlo o no darle a nuestro empleador sesenta minutos de trabajo por cada hora que nos paga.

La elasticidad de la conciencia de un hombre puede ser severamente forzada por una prueba o examen. La devolución de dinero por impuestos ha acallado la conciencia de muchos. En las escuelas de ingeniería, se estudia la presión que pueden soportar diferentes metales. En las escuelas de medicina, se estudian las diferentes tensiones que puede soportar la mente humana. En cada escuela se puede estudiar el “coeficiente de elasticidad’ de nuestras propias conciencias.

Muy frecuentemente pensamos que lo que más sufre con nuestro bajo rendimiento es la presión arterial del Decano de la universidad. Pero los hechos indican todo lo contrario. La peor consecuencia es sobre nuestro propio carácter. El constante estiramiento de la conciencia le roba la resiliencia. Esta pobre y abusada facultad se convierte en una cobardía.
Lo más importante de todo es que perdemos la sensación de que Dios está siempre presente, que ve todo lo que hacemos, escucha todo lo que decimos, y conoce las verdaderas intenciones de nuestro corazón.

A medida que nuestra percepción de Dios decrece, nuestra alma se marchita y nuestras vidas se vuelven deformes e insignificantes.  Pablo mismo fue ejemplo sobre cómo tener siempre una conciencia libre de ofensa hacia Dios y hacia los hombres como podemos leer en Hechos 24:16. Le encargó a Timoteo que mantuviera la fe y una buena conciencia. Pon atención a eso—fe y buena conciencia. Lo primero sin lo segundo es hipocresía religiosa.

Que podamos buscar tener una tierna conciencia. Que midamos nuestra estatura espiritual por lo que somos en la oscuridad, lo que somos cuando ningún ojo humano nos está observando. Que elijamos morir antes que mentir. Que prefiramos ir al cielo con una buena conciencia antes que quedarnos en la tierra con una conciencia sucia.

Hablemos ahora de otra característica de quienes buscan el Reino de Dios en primer lugar. La Dadivosidad. ¿Cómo decides dónde dar tu dinero para ayudar en la obra del Señor? En estos días, eso se ha vuelto un verdadero problema con todas las voces que oímos pidiendo ayuda. Locutores de radio, tiernos huérfanos, cruzadas evangelísticas, fieles misioneros, y obreros pioneros en sus tierras, son sólo algunos de los clamores que escuchamos a diario.

No hace falta mencionar que nuestra dadivosidad debe estar dirigida por el Espíritu como resultado de nuestra ferviente oración de fe. También cabe destacar que primero debemos entregarnos nosotros mismos al Señor, y luego ofrecer nuestro dinero como leemos en 2 Corintios 8:5.

Pero más allá de eso, existen algunas señales que pueden sernos útiles mientras buscamos conocer la mente de Dios en este caso. Primero que nada, tenemos una obligación frente a la congregación. Si somos copartícipes de sus privilegios, debemos estar dispuestos a compartir de sus gastos, y también de su alcance local y en el extranjero. Algunos sienten que todo lo que damos debe ser canalizado en la congregación local. Quizás está posición es demasiado extrema, así como también lo es dar a cualquier movimiento evangelístico popular y olvidar la iglesia local.

En segundo lugar, tenemos una obligación especial con aquellos que están trabajando de acuerdo a los principios del Nuevo Testamento, que buscan establecer congregaciones locales. Si realmente creemos que la iglesia es la unidad de Dios en la tierra encargada de propagar la iglesia, debemos ser leales a aquellos que están edificando según el patrón preestablecido.

Algunos años atrás, un potentado hermano que se encontraba en un viaje de vacaciones, se detuvo para visitar a un obrero que estaba teniendo algunos problemas en su congregación. Después de ver tal diminuta asamblea, dijo, “Usted sí que tiene una obra débil por aquí. A mí me gustaría invertir mi dinero en movimientos más exitosos como……………,” y nombró a uno de estos deslumbrantes entretenimientos cristianos para jóvenes. Para este obrero fue uno de los incidentes más desalentadores que tuvo que enfrentar en su servicio para el Señor. Si de verdad creemos en los principios de la iglesia neotestamentaria, apoyemos a aquellos que los practican.

Por otra parte, me parece que tenemos una tarea especial frente a los que avanzan en fe sin garantía financiera alguna, dependiendo sólo del Señor, y sin publicar sus necesidades. La súplica cristiana se ha vuelto una ciencia altamente desarrollada. Se venden y compran listas de direcciones de sustentadores fáciles de convencer. Se calculan técnicas emocionantes de pedir, para llegar al corazón, y después a la billetera. Tengo una carpeta especial donde recibo estas cartas de petición; la vacío cada día.

Cuando damos para la obra cristiana, tenemos el derecho de saber cuánto de nuestra ofrenda será invertido en los aborígenes hambrientos y cuánto será absorbido por alguien más. Algunos prominentes evangélicos, quienes hacen los pedidos más conmovedores, viven en total esplendor, revoloteando de hotel en hotel. ¡Y todo eso en Nombre de Aquel que se hizo pobre voluntariamente por nuestra causa!

También tienes el derecho de saber si tu dinero será usado sensible y eficientemente. De vez en cuando, algunos proyectos sin cerebro son impuestos sobre el pueblo de Dios. Aun las cosas que en sí mismas son buenas, luego se ven como enemigas de lo mejor. Ciertas empresas cristianas prometen publicar los nombres de los donantes. Esa debería ser razón suficiente para no dar. Leemos en Mateo 6:3 y 4: “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.

Otro punto. Yo no creo en eso de darles dinero a personas de países menos privilegiados para que vayan de congregación en congregación buscando sustento económico en nuestro país. Con mucha frecuencia, debido a su posición financiera que está por encima del común de la gente, terminan siendo inefectivos entre su propio pueblo. Los obreros nacionales deben ser sustentados por iglesias nacionales. Si queremos ayudar, siempre podemos canalizar nuestros fondos a misioneros de buena reputación que entiendan mejor las condiciones locales.

La exoneración de impuestos tampoco es un motivo válido para dar. Aun así debemos estar atentos a las provisiones de la ley. Ciertamente que estos indicadores no representan exhaustivamente el tema de la dadivosidad cristiana, pero sirven para despertarnos a un nuevo sentido sobre nuestros privilegios y responsabilidades en esta área.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.


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