Amor: Lo que nos falta todavía para el Arrebatamiento (2ª parte)

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Autor: Norbert Lieth

Basándonos en el pasaje de 1 Tesalonicenses 3:12 y 13 recorreremos lo referido al amor hacia los hermanos, el amor hacia todos los seres humanos, el amor como medio de santificación personal y el amor como criterio de evaluación cuando Jesús regrese.


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PE2512- Estudio Bíblico
Amor: Lo que nos falta todavía para el Arrebatamiento (2ª parte)


 


Amor que evalúa y forma

En 1 Tesalonicenses 3:12 y 13 leemos “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”.

Este texto habla sobre cuatro cosas:

  • El amor hacia los hermanos
  • El amor hacia todos los seres humanos
  • El amor como medio de santificación personal
  • Y el amor como criterio de evaluación cuando Jesús regrese

Comencemos hablando sobre el amor hacia los hermanos. El amor entre cristianos (“unos para con otros”) debería ser algo dinámico, debería crecer y desbordar. Desbordar quiere decir que siga aumentando ilimitadamente.
El mandato del amor fue el mandamiento más grande que el Señor Jesús encomendó a Sus discípulos y que encontramos en Juan 13:34 y 35:
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.
La verdad, lamentablemente, es que a menudo el amor entre los cristianos disminuye con el tiempo, en vez de aumentar.

¿Qué pasa con el siguiente nivel de ejercicio del amor, el amor hacia todos los seres humanos? No solamente debemos amar a los que nos aman, a amigos y familiares, sino a todos los seres humanos, también a las personas que están fuera de nuestro círculo, a los que no nos demuestran ningún amor, e incluso, a nuestros enemigos. El amor es el argumento más fuerte del cristianismo, es lo que más impacta y convence, y es un arma que ninguna religión ni ideología puede ofrecer. Con las armas del amor se han ganado las más grandes y transcendentales victorias, lo que nunca habría sido posible con dureza y sin amor.

Un pastor visitaba regularmente a un criminal peligroso en la cárcel. El preso era rudo, negativo y violento. Después de 17 años, se quebrantó y reconoció llorando: “Desde hace 17 años me he comportado como un diablo con usted, y usted a mí siempre me ha tratado como un ser humano—pues entonces ahora quiero volverme un ser humano”. Si bien no hay nada qué decir contra una adecuada sentencia por un delito cometido, lo que no fue capaz de lograr el presidio ni unas rejas, lo logró el amor.

En un periódico suizo, leí un interesante artículo bajo el título El salvador de vidas en el acantilado de la muerte: Don Ritchie tiene 84 años. Vive desde hace casi 50 años sobre un acantilado llamado “The Gap”. Este acantilado es famoso más allá de Sydney, no solamente por el panorama que se puede disfrutar desde allí, sino sobre todo porque “The Gap” es como un imán para la gente cansada de vivir. Según el sitio de noticias en línea express.de, aproximadamente 50 personas por año se precipitan a la muerte desde el saliente delante de la puerta de la casa de Ritchie. (…) Naturalmente, el jubilado no los deja simplemente saltar. Al contrario, cada vez que ve a un posible candidato de muerte, se pone sus zapatos y en unos pocos pasos alcanza el acantilado. Su táctica consiste en sonreír a la persona con intenciones de suicidarse y en invitarla para una taza de té. Esto ha funcionado casi 160 veces durante los cincuenta años pasados. Sin embargo, Ritchie no se considera un héroe. Dice con tristeza: “He visto saltar a más personas de las que he podido salvar”. Pero sigue intentándolo.

Este artículo también podría tener como título: Lo que logra el Amor. ¡También nosotros queremos que las personas sean salvas y para la vida eterna! De Ritchie podemos aprender unas cuantas cosas: este hombre no se acerca a los cansados de vivir con señales de peligro, gritos o amenazas, sino con una sonrisa, una taza de té y palabras amables y edificantes.

Se dice que la siguiente cita es de Charles Spurgeon: “Aquel que no puede ser cortés y amable, en mi opinión, debe hacerse sepulturero, ya que no tiene ninguna influencia sobre los seres vivos”. Ciertamente, demostrar amor no significa que toleremos o aprobemos el pecado, pero mucha gente ya experimentó suficiente rechazo. ¡Cuántas personas podríamos alcanzar si en vez de darles la espalda “religiosa” a nuestros prójimos, vecinos y colegas, les invitáramos, por ejemplo, a tomar una taza de café! Ya muchas veces, una actitud así ha logrado que se derrita un corazón duro y frío, enfriado más aún por las abundantes críticas de parte de los religiosos.

Hemos hablado indirectamente del amor en relación con el dar pero también el amor actúa como medio de santificación personal. En cuanto a nosotros mismos, el amor practicado lleva a la santificación personal: En el pasaje de 1 Tesalonicenses 3:12 y 13 que leíamos al comienzo es de destacar que Dios utiliza como medio y condición el amor práctico, inspirado por el Espíritu Santo, para afirmar nuestros corazones, hacerlos irreprensibles y santificarlos. Una santificación personal sin amor es inconcebible. El amor es la coronación de la santificación personal. Y el amor también es descrito como el vínculo perfecto: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” dice el Apóstol Pablo en Colosenses 3:14.

El amor consolida el carácter, el amor impulsa a entregarse, el amor lleva al discipulado, el amor escucha, el amor comparte, busca la comunión y la comunicación y el amor evita causar tristeza al otro. Y lo más grande es que el amor nos hace más semejantes a Cristo.

Podemos ver también que el amor funciona como criterio de evaluación para la Venida del Señor. Todos estos puntos juntos formarán un criterio importante en el día de Jesucristo. Si seguimos basándonos en el pasaje del principio de este estudio, ¿significa esto que tenemos que esperar aquí en la Tierra hasta la venida gloriosa de Jesús con Sus santos, al final de la tribulación? Yo pienso que no. 2 Tesalonicenses 1:7-8, refiriéndose precisamente de la venida del Señor al final de la tribulación, habla de dar alivio a los afligidos y retribución a los desobedientes.

También se lee la expresión “revelación del Señor”. “Revelación” es en griego “apocalipsis”. Pablo aclaró a los creyentes de aquel tiempo, los cuales sufrían persecuciones, que en la revelación de Cristo al final del apocalipsis, ellos aparecerían juntamente con Él, con los otros creyentes y con Sus poderosos ángeles. Los mismos acontecimientos son descritos en Apocalipsis 19:11-16. Podemos observar el paralelismo entre 2 Tesalonicenses 1:8 y Apocalipsis 19:12 y 15: “Sus ojos eran como llama de fuego (…) de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones”.

1 Tesalonicenses 3.13, sin embargo, no habla de la revelación (o del apocalipsis), sino de la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos Sus santos “delante de Dios nuestro Padre”: Aquí se trata de la venida de Jesús para el arrebatamiento, cuando los tesalonicenses y todos los santos serán llevados a la casa del Padre y estarán delante de Él. Esto coincide también con las palabras de Jesús que encontramos en Juan 14:2: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay…”. ¿Qué pasará entonces, después del arrebatamiento, en la casa del Padre? Nos presentaremos ante el tribunal de Cristo y seremos evaluados, como nos dice 2 Corintios 5:10. También Filipenses 1:10 expresa lo mismo.

Jesús volverá para llevarnos a la casa del Padre, donde los santos de la Iglesia de todos los tiempos quedarán manifiestos y serán evaluados en el tribunal de Cristo; y luego, regresaremos con Él y con todos los santos a la Tierra. En la evaluación de Cristo, el amor como base de nuestra santificación, será un criterio decisivo.

¿Tendremos que escuchar en ese momento que nos faltó el amor inspirado por el Espíritu Santo? ¿Que tuvimos conocimiento, discernimiento, resistencia contra el pecado y mucho esfuerzo sincero, pero poco amor? Por último, recordemos las palabras del Apóstol Pablo a los Filipenses en el capítulo 1 versículos 9 y 10: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”.


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