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Autor: Herman Hartwich

El águila es mencionada varias veces en la Biblia para hacer referencia al cuidado y la majestad de Dios. Sin embargo, también se puede tomar a este animal como ejemplo para una vida cristiana que siempre tenga la mira en “las alturas”.


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PE2396 – Estudio Bíblico
Águilas, un desafío a las alturas espirituales (4ª parte)



Amigo, lo invito a leer la Biblia, en el libro de Deuteronomio 32:11: «Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos… los lleva sobre sus plumas». Por tres programas hemos estado sacando enseñanzas del águila, de sus atributos de poder, valor, conquista, etc. Pero esta águila primero fue un indefenso y desagradable aguilucho. Aprende ser águila desde su nacimiento gracias a la presencia de sus padres. Es curioso que aunque un águila adulta ponga varios huevos, por lo general se incuban dos, y en este proceso participan tanto la hembra como el macho, por un tiempo aproximado a los 50 días. El hecho de que no todos los huevos son incubados nos hace pensar en que muchas personas hacen profesión de fe, pero pocos son los salvos que perseveran. Jesús dijo en Mateo 20:16 «muchos son llamados, pero pocos escogidos.» Como los aguiluchos no nacen a la vez, presentan diferencia de tamaño, y esa diferencia se acentúa dependiendo del desarrollo conseguido mediante la alimentación. También los creyentes crecen en distintas formas: los más desarrollados o más veloces en su desarrollo con los que aprovechan bien el tiempo, las oportunidades para aprender, para servir, para poner en práctica sus dones.

Los pequeños aguiluchos son blancos y (como dijimos antes) no de muy lindo aspecto al principio. Así también el nuevo cristiano generalmente presenta un aspecto un poco feo en sus hábitos mundanos que todavía conserva, en las conversaciones, viejas costumbres, etc. Pero habiendo ingresado a la escuela del Señor, por el poder del Espíritu Santo, va cambiando de aspecto. Cuanto más crece el aguilucho, más se va pareciendo a sus padres, tomando forma y color; y así el creyente cuanto más crece, más se parece a Jesucristo, el águila mayor. Llega el momento en que el creyente anda como Cristo, habla como Cristo, actúa como Cristo y mira como Cristo. Dice un viejo himno: «que en mi puedan ver a Jesús». Pero siempre habrá en nosotros aspectos a mejorar. Amigo, no te desmotives si tu crecimiento es lento o tus cambios no son muy visibles: ¡esfuérzate, aprovecha las oportunidades, y ora al Señor para que te continúe transformando!

Mira: así como el pequeño aguilucho es alimentado por su madre dentro del nido, el nuevo creyente debe ser alimentado por su pastor o algún hermano mayor. Cuando van creciendo, el alimento le es dejado afuera del nido, obligando al aguilucho a salir para comer, aprendiendo a aferrarlo con las garras y el pico. El creyente debe aprender a moverse fuera del nido antes de salir a volar. Muchas veces ocurren caídas, fracasos, que justamente se deben a que muchos, antes de saber ser miembros de la iglesia, quieren ser pastores y lideres. ¡Tengamos cuidado con esto! Amigo, sé como el águila pequeña que aprende de sus padres, fortaleciéndose para luego salir. Dios también tiene métodos especiales para hacer salir a sus hijos del nido de la comodidad, del conformismo, la pereza, a la batalla de la vida. En el desarrollo del aguilucho todo es un proceso en que los padres van haciendo cada día más difíciles los ejercicios, estimulando al vuelo y la intrepidez de sus hijos. Aunque aprende a volar, el primer tiempo todavía sigue dependiendo de sus águilas mayores. Lamentablemente, amigo, sucede que muchos cristianos aprenden a hacer algunas cosas y ya quieren independizarse. Pero esto es peligroso; ¡debemos aprender a esperar el tiempo de Dios! Mientras se está en el nido, se está bajo la autoridad y supervisión de los padres, hasta que se le dé permiso para salir. ¿Recuerda a Saulo y Bernabé? En Hecho 13 se registra que ellos se mantuvieron en la iglesia de Antioquia, bajo su supervisión espiritual, hasta que el Espíritu Santo dijo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».

Por último, amigo, quisiera conversar con usted sobre los peligros que enfrenta el águila. Porque a pesar de hacer nidos muy altos y grandes, las águilas tienen enemigos. ¡Qué increíble! Este enemigo puede subir a las alturas de los peñascos o de los altos árboles y sigilosamente introducirse en el nido. Se esconde entre el material del nido y espera algún descuido del águila madre, o padre, para comer, ya sea huevos, o a los pequeños aguiluchos. Cuando son grandes ya no se les puede tocar, porque sus garras y pico son mortales para el enemigo. Se trata de la serpiente. Para nosotros esa serpiente es el mundo y Satanás, que se quieren comer a nuestros jóvenes y los quieren sacar de la seguridad del nido de la Iglesia de Jesucristo. Mamá y papá águila no tienen buen olfato, pero tienen buena visión y buen oído, y el que primero la detecta, la atrapa entre sus garras y pico y con la fuerza de sus patas la destruye. Las garras del cristiano son sus piernas, símbolo de oración, del arrodillarse para clamar a Dios: los padres cristianos que oran protegen a sus hijos, la Iglesia que ora protege a sus jóvenes, la pareja que ora protege su matrimonio. Jesucristo es el águila mayor que nos enseña a ser águilas maduras y nos protege de Satanás. Jesucristo la ve, la oye cuando se nos infiltra. Cuidado cuando todo parece muy tranquilo en tu vida. ¡Despiértate y vigila, que el enemigo puede estar allí al acecho para dar su ataque! Recuerda siempre las palabras del apóstol Pablo escribiendo a los Corintios en su segunda carta capítulo 10:4: «porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo».

Querido amigo: espero que esta serie de pensamientos lo haya fortalecido en la convicción de la necesidad de buscar mayor altura espiritual. No importa que usted sea un cristiano de pocos años, o que ni siquiera lo sea, y quiera empezar a creer en este momento. Tenga siempre presente las palabras del apóstol Pablo a los Filipenses capítulo 2:13 «porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad». ¡Anímate, clama a Dios, conviértete en un águila del Señor, aliméntate, crece, y vuela en las alturas del eterno propósito de Dios!

1 Comment

  1. josue alexander dice:

    que importante tema nos enseña en realidad como fortalesernos en la palabra

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