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Autor: Esteban Beitze

Esteban Beitze nos recuerda algunas de las promesas que Dios le hizo a Josué en su nuevo comienzo. Al empezar un nuevo año podemos aferrarnos a estas promesas que el Señor nos hace en su Palabra, confiando en que Él no nos fallará.


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PX04_2020-2021- Estudio Bíblico
Una orden con promesas



Una orden con promesas

Estamos frente a otro cambio de año. El año viejo quedó atrás, y frente a nosotros se abre uno nuevo con sus retos desconocidos. Al pensar en ello me vino a la mente una situación similar frente a la cual se encontró Josué. Leemos en Josué 1:1 «Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. (…) Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

Josué se encontraban frente a dos situaciones. Había una etapa que había concluido. El liderazgo de Moisés había terminado con su muerte, y también había llegado al final los 40 años de estadía en el desierto para el pueblo de Israel. Pero también, había algo nuevo por delante. Él tenía que ponerse al frente del pueblo y conquistar la tierra que Dios le había prometido. Tres veces aparece la exhortación de Dios de “esfuérzate y sé valiente”. A la triple orden de parte de Dios a ser esforzado y valiente, también le siguen una serie de promesas:

1. Promesa de posesión. La primera promesa si Josué era esforzado y valiente era: “tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (1:6). En cuanto a Josué era una posesión terrenal. Pero nosotros, aun estando todavía en la tierra, tenemos que enfocarnos a nuestra heredad celestial. Debemos tener presente que la venida de Cristo podría suceder cualquier momento. ¿Estás preparado? ¿Lo anhelas? ¿Vives en función de ello? Podría ser este año. Josué anhelaba entrar a la tierra y al final lo hizo, ¿y tú? ¿Anhelas el cielo, la posesión celestial o sólo tienes ojos para las cosas terrenales? El que tiene puesta la mirada en la venida del Señor demostrándolo al hacer todo para su gloria y vivir en esta expectativa constante, tendrá el galardón. Apliquemos a nuestra vida las palabras del apóstol: “Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2Co.5:6-10). Josué confió y vivió para Dios y alcanzó la promesa. Por lo tanto, no seamos “de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hb.10:29).

2. Promesa de prosperidad. Asociado con el hecho que Josué meditara y aplicara la Ley de Dios a su vida, el Señor le da la doble promesa: “para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” (1:7). Y también: “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien«(1:8). En estas promesas aparece dos veces la palabra prosperidad. Vivimos en un contexto terrenal y a veces hasta eclesial donde se enfatiza mucho el tema de la prosperidad. Pero tenemos que ver lo que significan las palabras en nuestro texto. Aunque en castellano aparezca dos veces la palabra “prosperar”, en el original son dos palabras diferentes. La primera (v.7) significa “ser, hacer o actuar circunspecto y de aquí inteligente”. Conlleva el concepto de pensar, entender, ser prudente, etc. Podríamos traducirlo como “para que actúes sabiamente en todas las cosas que emprendas”. La segunda vez que aparece la palabra (v.8) tiene la connotación de “empujar hacia delante”, “tener éxito”, “lograr”. Entonces, asociada con la orden de tener presente constantemente la Palabra de Dios en su vida, Josué iba a actuar sabiamente y tener el empuje para llevar adelante esta gran tarea. Como dice MacArthur: “El profundo entendimiento y aplicación de las Escrituras en todo momento, es el principio central para todo esfuerzo y misión espiritual”.

Ésta es la prosperidad que también nosotros necesitamos en todas las áreas de la vida en este nuevo año que empieza. Sólo una vida marcada por decisiones bíblicas va a tener el éxito verdadero. Sólo este tipo de vida será reconocido y valorado por Dios. Sólo una vida marcada por la Palabra va a llevar fruto. Por lo tanto, si quieres tener una vida próspera en parámetros espirituales, marcada por decisiones sabias, entonces que se cumpla el Salmo 1 en tu vida en este nuevo año: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.

3. Promesa de presencia. En el final del versículo 9 Dios le dice a Josué: “No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (1:9). De este tipo de promesas tenemos muchas en la Biblia. Pero apliquemos la que Jesús dijo a sus discípulos y con esto, a muchos cristianos a lo largo de los siglos llegando hasta nuestros tiempos les dijo el Señor “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt.28:20). Si la promesa de Dios encontró su cumplimiento en el pasado, obviamente también la tendrá en el futuro. Si fue suficiente en el pasado, también nos alcanzará hoy mismo y será real también en el futuro. ¿Cuál es tu imposible, cuál tu reto, cuál el gigante invencible? No sabemos lo que nos espera en este año. Pero el Señor que estuvo presente en el pasado nos vuelve a decir hoy “No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (1:9). Por lo tanto, encaremos este nuevo año apoyándonos en las promesas del Señor, apoyándonos en su Palabra y obedeciéndola. Él no nos habrá de fallar.

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