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Autor: Norbert Lieth

Pocos días antes de su muerte, Jesús habló a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Este sermón contiene las más importantes declaraciones proféticas de la Biblia, que nos ayudan a ordenar cronológicamente los hechos futuros y nos desafían a alcanzar con el Evangelio a los que están afuera.


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PE2472- Estudio Bíblico
Señales de Su Venida (18ª parte)


 


¿Qué tal, amigo? Le invito hoy a continuar mirando la parábola de las diez vírgenes. Habíamos dicho que estas diez vírgenes son una imagen del pueblo de Israel. Ahora, sería bueno preguntarnos en este cuadro cuáles de las vírgenes son las “prudentes” y cuáles las “insensatas”. Bien, las vírgenes prudentes son las que se dejarán renovar completamente por el Espíritu Santo en el tiempo de la Gran Tribulación. Seguirán al Señor en completa obediencia, se dejarán guiar por la Palabra de Verdad y no se mancharán.

Son una imagen de los 144,000 judíos sellados, de los cuales se dice en Apocalipsis 14: “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios” (vv. 4-5).

Por otro lado, las vírgenes insensatas también esperan al esposo, pero no se han dejado renovar. Por el contrario, se han dejado engañar por la mentira. ¿Cómo sabemos eso? Lo vemos al analizar su relación con los vendedores, cuando leemos: “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta” (Mt. 25:8-10). Las insensatas tuvieron que recurrir a los vendedores, y esto resultó en su perdición. No se menciona que hayan vuelto con más aceite o con más luz.

¿Quiénes son “los que venden” entonces? Bueno, el libro de Zacarías, culmina con la singular frase: “…y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos” (Zac. 14:21). En los tiempos bíblicos, los mercaderes tenían fama de ser astutos para sacar ventaja y engañar. El evangelista Mateo relata: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas” (Mt. 21:12).

Con esto, vemos lo cerca que puede estar el engaño del santuario. De esta forma, en los tiempos finales aparecerán muchos embusteros en Israel, y a muchos engañarán. En Mateo 24:24 leemos: “Se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”. Comerciarán, por así decirlo, con el nombre y la persona de Jesucristo. Por eso, el Señor advierte: “Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis” (v. 26).

Veo en las vírgenes insensatas una imagen de los muchos, en Israel, que en los tiempos finales caerán en los lazos de estos embusteros. Aunque estos hablarán de Cristo a las personas (v. 23), no trasmitirán la luz verdadera, sino que las engañarán con palabras piadosas para su propio provecho y no las guiarán hacia el nuevo nacimiento. Las vírgenes insensatas, si bien tienen la Palabra inspirada por el Espíritu Santo (2 Corintios 4:4; Salmo 119:105), no llegan al nuevo nacimiento a través del mismo. Tienen lámparas, pero no tienen aceite en sus vasijas. Para la verdadera redención, hace falta algo más que una simple profesión de fe, mi amigo: se requiere una renovación real por medio del Espíritu Santo.

Avanzando en esta parábola llegamos a Mateo 25:10-12, donde leemos: “Y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”. Uno no puede ganarse el “aceite del Espíritu” siendo religioso; solamente se adquiere a través de Jesucristo. No todos los integrantes del pueblo judío podrán ingresar a la bendición del Reino mesiánico, sino que habrá gente que será excluida.

Mateo 22:11-13 hace alusión a este hecho diciendo: “Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. También en Ezequiel 20:37-38, se habla acerca de una división dentro del pueblo de Israel: “Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré (comp. Mateo 24:31), mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová”.

Ahora, lo más trágico sería que, siendo conscientes de todo esto, nos engañáramos a nosotros mismos pensando: “Si todo esto se refiere tan solo a Israel, no es para mí”. No debemos pensar así, pues la parábola de las diez vírgenes es una advertencia para nosotros, los creyentes del Nuevo Testamento. Pues si habrá judíos que caerán víctimas del engaño, que sí tendrán la Palabra pero no la vida, hoy ya está pasando lo mismo. ¡Solo aquel que haya nacido de nuevo a través del Espíritu Santo, participará en el arrebatamiento!

Amigo, también hoy existen personas: que se dejan engañar porque solamente tienen conocimientos religiosos, que son cristianos nominales, acuden a una Iglesia y de esta manera están bajo la influencia del Espíritu Santo, pero no han nacido de nuevo, que si bien dicen: “Señor, Señor”, no Le pertenecen, que aparentan ser cristianos, pero que en su interior no concuerdan en absoluto con Cristo.

Amigo, no se trata de saber mucho de Jesús, ni de seguirlo lo mejor posible. ¡No! Lo decisivo es que Él nos conozca. A las vírgenes insensatas que esperaban ante la puerta, Él les tuvo que decir: “De cierto os digo, que no os conozco” (Mt. 25:12). Ahora, si yo les preguntara: “¿Quiénes de ustedes conocen al presidente de Estados Unidos?”, seguramente todos contestarían: “¡Yo lo conozco!”. Pero ¿de dónde lo conocen?”. La respuesta sería: “de los informes de la prensa, de la radio o de la televisión”. Pero si yo preguntara: “¿el presidente de Estados Unidos también le conoce a usted?”, la gran mayoría debería contestar que no. ¿Por qué no le conoce el presidente? Porque usted nunca lo conoció personalmente, nunca tuvo un encuentro personal con él.

Para tener una verdadera relación con el presidente, debe ocurrir algo esencial: debe conocerlo personalmente. No alcanza solo con saber de él de oídas, de reportajes e informes. Tiene que haberse encontrado personalmente con él, por ejemplo, en una audiencia en la Casa Blanca. No alcanza con que conozca al Señor Jesucristo de oídas, que sepa de Él por asistir al culto, por la lectura, o por lo que otros cristianos le compartan. Para que Él también le conozca a usted, debe haber tenido un encuentro personal con Él. Eso sucederá si acepta Su invitación, si le entrega su vida y experimenta el nuevo nacimiento en una genuina conversión.

En cuanto a las diez vírgenes, la Biblia aclara que “cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas” (Mt. 25:2). ¿Qué significa a los ojos de Dios el ser “insensato”? Mateo 7:26 nos da la respuesta: “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”. El que solo escucha la Palabra de Dios, pero no la obedece de corazón, el que no se convierte genuinamente, el que no sigue a Jesús en obediencia, orientando su vida completamente hacia Él, es insensato.

La Iglesia, Esposa del Señor Jesús, es comparada con una virgen pura. Ya el apóstol Pablo luchaba por la pureza de la Iglesia, cuando escribió a los corintios en el capítulo 11:2: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. Ya leímos en Apocalipsis 14:4-5 acerca de estas vírgenes puras. De ellas, se dice que el Cordero las ha comprado, que ellas lo siguen, que no se contaminan, que no hay mentira en ellas, y son sin mancha.

Cinco de las vírgenes resultaron ser insensatas, pues no habían llevado aceite consigo (Mateo 25:3). El aceite es imagen del Espíritu Santo, imagen de la vida que emana de Dios. El que es religioso, pero no camina con Dios, no se podrá encontrar con Él. En algún momento, su lámpara se apagará. Las otras cinco vírgenes demostraron ser prudentes, porque llevaron consigo vasijas con aceite junto a sus lámparas (v. 4). Sus lámparas ardieron inalterablemente, por la reserva de aceite. Esto significa que sus vidas se alimentaban de Dios.

Jesús dirige una exhortación final a todos: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mt. 25:13). Para los insensatos, es un llamado a la conversión, y para los prudentes, un llamado a la constancia. “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” (1 Ts. 5:9-10).


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