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Autor: Norbert Lieth

Pocos días antes de su muerte, Jesús habló a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Este sermón contiene las más importantes declaraciones proféticas de la Biblia, que nos ayudan a ordenar cronológicamente los hechos futuros y nos desafían a alcanzar con el Evangelio a los que están afuera.


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PE2470- Estudio Bíblico
Señales de Su Venida (16ª parte)


 


¿Qué tal, amigos? A partir de hoy y durante algunos programas quisiera conversar con ustedes sobre la parábola de las diez vírgenes. Si bien es cierto que esta parábola se presta de manera excelente para evangelizar y que también puede ser aplicada a nivel espiritual al arrebatamiento, a mi entender, su significado más profundo es otro.

Para comprender un poco más le invito a que leamos este pasaje, que se encuentra en Mateo 25:1-13: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

Para comprender el sentido esta parábola, amigo, es importante no aislarla del contexto en el cual fue dada. Esta parábola forma parte del discurso de Jesús sobre los tiempos finales, en el cual Jesús habla específicamente del pueblo judío. Trata de los acontecimientos que sucederán cuando el Señor Jesucristo regrese y se manifieste en Israel a la medianoche. En la parábola de las diez vírgenes, el Señor utiliza como imagen las costumbres de una boda judía-oriental, para aplicarla espiritualmente a los tiempos finales.

¿A qué se refiere entonces esta parábola? Bueno, en Mateo 25:1 leemos: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo”. La expresión “entonces”, nos indica que la parábola de las diez vírgenes está en relación con los acontecimientos de los cuales se acaba de hablar en el capítulo 24, y que, a partir de allí, quiere llamar nuestra atención a un nuevo suceso que ocurrirá en el tiempo final. Ese “entonces” introduce los últimos acontecimientos que sucederán en la tierra, al final de la Gran Tribulación, cuando el Hijo del hombre regrese para el establecimiento de una nueva era, cuando se inicie Su Reinado.

En el sermón profético del Monte de los Olivos, en Mateo 24, Jesús habla del pueblo de Israel, y en el capítulo 25 sigue con el mismo tema. Es la continuación de la respuesta del Señor a la pregunta de Sus discípulos de cuál iba a ser la señal de Su venida y del fin del siglo, o en otras palabras, de cuándo comenzaría el reinado del Mesías sobre Israel (comp. Mateo 24:3). Jesús no dice aquí nada del arrebatamiento, sino que anuncia Su venida con poder y gran gloria, para finalizar esta era y para establecer Su Reino (Mateo 24:27.30).

El Señor describe situaciones que se refieren a la tierra de Israel y al pueblo judío, y que se presentarán inmediatamente antes de la nueva era, en la Gran Tribulación. En este sentido, se puede comprender que todo el capítulo 24 de Mateo se refiere al pueblo de Israel, o a los judíos, a través de diversos versículos. Por ejemplo: el versículo 9 dice “seréis aborrecidos de todas las gentes”; el pueblo judío será aborrecido por todas las naciones, no así la Iglesia. Luego dice “de que habló el profeta Daniel”; Daniel habló sobre el pueblo judío, no sobre la Iglesia. También podemos citar el verso 16 donde leemos: “entonces los que estén en Judea, huyan a los montes”; aquí se habla muy claramente de la tierra judía.

Por otro lado, si leemos atentamente la parábola de las diez vírgenes, es llamativo que se mencione la llegada del esposo, las vírgenes que lo esperan, que son “los invitados a la boda”, y la fiesta de bodas (v. 10), pero en ningún momento se dice algo sobre la esposa. ¿Por qué no? Entiendo que hay dos motivos. El primero es que el hecho de que no se mencione a la esposa, que representa a la Iglesia de Cristo (Romanos 7:4), es un indicio más de que el “Cuerpo de Cristo (Efesios 1:22-23) no es el tema del mensaje de Jesucristo en Mateo 24 y 25, sino que el pueblo de Israel lo es; es decir las vírgenes. Y en segundo lugar, la Iglesia de Cristo no se menciona aquí, porque ella, la Esposa del Cordero, ya habrá sido llevada al cielo antes de la Gran Tribulación. El arrebatamiento acontecerá (a más tardar) antes de los acontecimientos relatados a partir de Mateo 24:15.

Quizás se esté preguntando usted por qué la Iglesia tiene que haber sido arrebatada antes del regreso del Señor y los eventos que estamos viendo. Bien, esto es así porque durante el tiempo de la Gran Tribulación, se llevará a cabo la restauración espiritual de Israel (Ezequiel 36 y 37), y esta solo puede suceder después de que haya culminado la era de la Iglesia y de que esta haya sido arrebatada (Romanos 11:25-26).

En la dispensación presente, mientras la Iglesia esté en la tierra, esta restauración no tendrá lugar. ¿Por qué no? Porque según Gálatas 3:28, hoy en día no hay diferencia entre los judíos y los gentiles que creen en Jesucristo. Toda persona, judía o gentil, que cree en Jesús, es parte de la Iglesia y será arrebatada. Pero, después del arrebatamiento, el pueblo de Israel estará nuevamente en la mira de Dios, y parece que se hará otra vez una distinción entre los creyentes judíos y los creyentes gentiles (Apocalipsis 7:4-9).

En Apocalipsis 19:7-8 podemos encontrar una explicación más para este asunto. Allí usted puede leer acerca de la esposa que ya está en el cielo, donde se lleva a cabo la boda. Dice así: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Y el siguiente versículo, el 9 de Apocalipsis 19 habla acerca de la invitación para la cena de bodas, que tendrá lugar seguidamente a la celebración. Prestemos atención al detalle: en ese momento, la boda ya se ha llevado a cabo, pero la cena de bodas todavía no. Aquí recién se habla de la invitación a la cena, que probablemente se efectuará aquí en la Tierra, pues después de mencionarla, el libro de Apocalipsis describe el regreso del Señor a la tierra, juntamente con la Esposa. Entonces entrarán al salón de fiesta, en el cual se servirá la cena de bodas y se celebrará la fiesta.

Aclarando lo conversado, amigo, me imagino el siguiente orden cronológico de los acontecimientos: la Iglesia, como Esposa del Señor Jesús, será arrebatada de la tierra. En las nubes del cielo se unirá al Esposo celestial. Entonces será llevada a la casa del Padre (Juan 14:1-3). Allí tendrá lugar la boda (Apocalipsis 19:7-8). Luego, sobre la tierra, durante la Gran Tribulación, un remanente del pueblo judío se preparará para la cena de bodas en el Reino milenial. Después el Señor Jesús volverá con gran gloria, acompañado de Su Esposa, para celebrar la cena de las bodas (Apocalipsis 19:11-16; comp. 1 Tesalonicenses 3:13). Creo que esta cena será el inicio del Reino milenial, y una manifestación inicial del gozo y de la bendición que reinarán en el Milenio.

De esta manera podemos ver un claro paralelismo con la forma en la que se celebraban las bodas en la época bíblica, constando de tres etapas. En la primera etapa se establecía el contacto entre los padres de la esposa, la propia esposa y el esposo, y en esta ocasión el esposo pagaba la dote. Pensamos aquí en el Señor Jesús, quien pagó con Su propia sangre la dote por Su Iglesia. En la segunda etapa, como el esposo necesitaba cierto tiempo para acondicionar la casa, por lo general volvía aproximadamente un año después, para llevar a la esposa a su hogar. En esto veo una imagen del arrebatamiento y de la entrada de la Iglesia a la casa del Padre (Juan 14:1-3). Y en la tercera etapa se festejaba la boda, en la cual el esposo y la esposa, juntos, daban la bienvenida a los invitados. Esta costumbre nos habla del regreso de Jesús juntamente con la Iglesia.

Amigo, ¿no le fascina poder conocer todos estos hechos que tendrán lugar en el futuro? ¿No le parece maravilloso saber que muy pronto estaremos regresando a esta tierra, juntos como iglesia, como la esposa del Señor Jesús? ¿Está usted listo para esto? ¿Ya forma parte de la iglesia? Quiera Dios que así sea.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.


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