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Autor: Norbert Lieth

Pocos días antes de su muerte, Jesús habló a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Este sermón contiene las más importantes declaraciones proféticas de la Biblia, que nos ayudan a ordenar cronológicamente los hechos futuros y nos desafían a alcanzar con el Evangelio a los que están afuera.


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PE2466- Estudio Bíblico
Señales de Su Venida (12ª parte)


 


La palabra “velar” es mencionada con mucha frecuencia en el sermón que Jesús dio en el Monte de los Olivos, y por lo tanto es de gran importancia cuando hablamos de los acontecimientos del tiempo final. Por ejemplo en Mateo 24:42-44 leemos: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.

Como Iglesia de Jesús hoy más que nunca deberíamos estar preparándonos para la Segunda Venida de nuestro Señor y permanecer alertas en todas las áreas de la vida. Así lo ha ordenado Jesús en Lucas 12: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida” (Lc. 12:35-36).

La gente de aquellos tiempos sabía muy bien a lo que se refería el Señor cuando dijo: “estén ceñidos vuestros lomos”. En los tiempos de Jesús, los hombres del Medio Oriente usaban vestiduras largas. Cuando se preparaban para ir a pie a otra aldea o ciudad, levantaban sus vestidos hasta sus lomos y los ataban, para poder caminar mejor. Del mismo modo, nosotros, que esperamos la Segunda Venida de Jesús, deberíamos estar prontos para la partida. Se debe notar y oír de nosotros, que estamos esperando a Jesús; nunca deberíamos dejar de hablar acerca de Su pronta venida, aunque se burlen de nosotros.

Sabemos que el Señor, cuando habló en el Monte de los Olivos, se refería por un lado, a la pronta destrucción de Jerusalén y por otro, a Su Segunda Venida. Este también es el caso del pasaje de Mateo 24 que hemos leído hace unos instantes. La advertencia inmediata que da el Señor tiene que ver con la ya profetizada destrucción de Jerusalén, la cual se efectuó en el año 70.

El “padre de familia”, a mi manera de ver, es una imagen de las autoridades judías en Jerusalén: los sumo sacerdotes, los fariseos y los escribas. Ellos no habían velado, ni conocido las señales de los tiempos. En Ezequiel, capítulo 33, Dios nos muestra cuál es la tarea de un vigilante. Luego, en el capítulo siguiente, el Señor habla de los pastores de Israel que no velan sobre el rebaño (Ezequiel 34). Los “padres de familia” del Templo judío en Jerusalén, no velaron. Ellos no reconocieron a Jesús como Mesías y, por eso, tuvieron que pasar por las peores calamidades.

En el año 70 después de Cristo vino el “ladrón”, en la figura de los romanos, y minó la casa, de modo que no quedó piedra sobre piedra. Se llevaron todos los objetos preciosos del Templo. Fue precisamente lo que Jesús les había dicho a los fariseos en Jerusalén, antes de subir al monte de los Olivos, en Mateo 23:38: “He aquí vuestra casa (es decir el Templo) os es dejada desierta”, así como sucede después de la invasión de un ladrón, quien revuelve y roba todo.

Pero esta imagen de lo que aconteció en el pasado se convierte ahora en una advertencia para el futuro. Pues el momento de la Segunda Venida de Jesús, con gran poder y gran gloria, juntamente con la Iglesia arrebatada y glorificada, será precedido por la noche de la Gran Tribulación, de la cual el Señor habla con todo detalle en Mateo 24. En ese tiempo, muchos en Israel, sobre todo sus autoridades, no estarán velando, porque no se encontrará entre ellos la fe en el Dios de la Biblia.

En consecuencia, el ladrón volverá a invadir la casa. Si bien es verdad que en Apocalipsis 16:15 el Señor declara: “He aquí, yo vengo como ladrón”, Él no es el ladrón. El verdadero ladrón es otro, y este aparecerá en escena antes del regreso de Jesucristo. Según lo entiendo, el tercer Templo será edificado en el tiempo del Anticristo, y este se sentará en él. “Minará” el Templo y establecerá en él la “abominación desoladora”. Desde el punto de vista profético, el Anticristo es el ladrón de Juan 10, del cual el Señor Jesús dice: “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador. (…) El ladrón no viene sino para hurtar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (v. 1,10).

Existe un “Salvador del mundo”, y habrá un “asesino del mundo”. Existe alguien que le dio un inmenso regalo al mundo, y vendrá otro que le robará al mundo. Toda persona con Jesús, es una persona que ha recibido un gran regalo. Todo ser humano sin Jesús, es una persona a quien se le ha robado la vida.

Escuché una vez una entrevista a un hombre muy adinerado. Él contaba que todas las mañanas a las cinco iba a su oficina. Lo primero que hacía era leer los anuncios fúnebres en el diario. Luego, pedía a su secretaria que le trajera té o café, y trabajaba hasta las 20 horas. Ese era el ritmo de vida que él llevaba día tras día. Cuando el reportero le sugirió: “Pero, estimado señor, usted podría volar con su esposa al Caribe y disfrutar allí de tres meses de maravillosas vacaciones”, la respuesta fue: “No, ya no lo puedo hacer. Tengo que sentarme aquí y trabajar”. Aunque este hombre tenía todo y, si quería, podía disfrutar varias veces al año, despreocupadamente, de unas vacaciones en las playas más hermosas, no era capaz de hacerlo, sino que todos los días se sentía obligado a trabajar y a esforzarse, leyendo siempre, como primera cosa, los anuncios fúnebres. ¡Qué vida tan trágica y tan robada!

Para un verdadero cristiano, el sentido de la vida consiste en vivir en comunión con el Señor Jesús, de quien está escrito 1 Juan 5:20: “Este es el verdadero Dios y la vida eterna”. Y Él mismo dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10). Una persona salva vive una verdadera vida, con la seguridad de saber que sus pecados han sido perdonados. Jesús ha pagado todo por ella en la cruz del Calvario. En esta vida, Él se mantiene siempre a su lado, y en el futuro podrá vivir en la gloria eterna junto a Él, el Hijo de Dios. ¡Acepte, amigo, los regalos de gracia de Jesús, pero no deje que el adversario de Dios, el “ladrón”, le los robe y le haga vivir en constante temor de la muerte!

Ahora, creo que a todos nos surge la misma pregunta: ¿Cuándo será que vendrá el Anticristo, el “ladrón” del tiempo final? El Señor Jesús dijo en Mateo 24: “Pero comprended esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa” (Mt. 24:43; Biblia de las Américas). El tictac del reloj de la historia de la salvación se hace escuchar cada vez más fuerte. El tiempo de la noche se está acercando. Pablo ya escribió, en aquel entonces, a los cristianos en Tesalónica: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (1 Ts. 5:2). El “día del Señor” comenzará con la Gran Tribulación, la cual traerá a nuestro mundo al Anticristo, es decir, al ladrón y asesino.

En cuanto al arrebatamiento, no encontramos en la Biblia ni una sola señal de aviso. Ocurrirá repentinamente. Lo mismo sucedió con el momento exacto de Pentecostés, era desconocido para los discípulos. El Señor Jesús solamente les había dicho: “mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch. 1:5). Tan repentinamente como el Espíritu Santo vino desde el cielo sobre los discípulos reunidos en el día de Pentecostés, así de rápido Él regresará al cielo con la Iglesia de Jesús, cuando ocurra el arrebatamiento. Entonces, toda la tierra será envuelta en una profunda oscuridad espiritual. El Anticristo, que se presentará en ese entonces, no necesitará convertir al mundo en un mundo anticristiano, sino que será puesto como una corona sobre una humanidad ya totalmente anticristiana.

Por eso, la pregunta que realmente debería inquietarnos ahora es: ¿en qué situación se encuentra actualmente la Iglesia de Jesús? ¿Se prepara activamente y anhela de corazón la venida de Cristo? ¿O está sufriendo una invasión? Le invito, amigo, a conversar sobre esto en el próximo programa.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.


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