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Autor: Philip Nunn

El Dios creador y personal busca comunicarse. Lo estudiamos en las historias de Abraham y Moisés, caracterizadas por obedecer a la voz de Dios, cada uno con su experiencia especial. La segunda parte trata el tema: Dios y la Biblia.


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PE2571 – Estudio Bíblico
Razones para creer (6ª parte)



Dios y la Biblia

Abraham y Moisés son dos hombres admirados y respetados de igual forma por los judíos, los cristianos y los musulmanes, es decir, más de la mitad de la población mundial actual. Hace más o menos unos 4000 años atrás, Abraham creyó que este Dios creador y personal le hablaba. No tenía la Torá, la Biblia o el Corán. No tenía un punto de referencia religioso. De alguna manera Dios irrumpió en su mundo y se comunicó con él. Futuras generaciones, mirando al pasado, han orado al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. ¿Cómo sabía Abraham que este Dios creador y personal le estaba hablando? ¿Cómo comenzó este diálogo entre Dios y los seres humanos? La respuesta es que Dios mismo tomó la iniciativa.

Abraham obedeció las instrucciones que oyó: dejó Ur, su tierra natal, y luego como leemos en Génesis 12:7 construyó un altar “a Jehová, quien le había aparecido”. Este no era un asunto privado sin importancia. El Dios creador y personal estaba en el proceso de revelarse a sí mismo a Abraham para el beneficio de toda la humanidad en Genesis 12:3 le dice: “serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Con el tiempo, Abraham empezó a tomar la iniciativa en la comunicación con Dios y a invocar “el nombre de Jehová”. Cuando Abraham se sentía confundido o comenzaba a dudar sobre quién era el que le había hablado, Dios le hablaba de nuevo, si tiene una Biblia a disposición o incluso si busca en Internet los pasajes de Genesis 15:7 y 17:1 veremos que Abraham recibe respuesta: “Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los Caldeos”, y “Yo soy el Dios Todopoderoso”.

Unos 700 años después, este Dios creador y personal llamó a Moisés y le dio la tarea de liderar la nación de Israel para salir de Egipto. Moisés sabía que el “Dios de nuestros padres” le había hablado, pero ¿cómo debía él llamar a este Dios creador y personal? Dios respondió: “Yo soy el que soy”. Dios sigue siendo el que es. Dios no es una creación humana. Dios no es la proyección de nuestras necesidades o deseos. Dios es un Dios que existe aparte de nosotros los humanos, y de forma independiente de nosotros. “Yo soy el que soy” es una parte fundamental de la revelación que Dios hace de sí mismo. Él es quien es, le creamos o no, nos guste o no. Él seguirá siendo quien es, sin sufrir cambios debido a nuestras diversas expectativas o experiencias. ¡Nuestro reto entonces es descubrir quién es este Dios!

Como leemos en Éxodo 3:14 Moisés recibió instrucciones de decirle a los israelitas que “YO SOY me envió a vosotros”. Por medio de Abraham, luego por medio del pueblo de Israel, y luego, como ya veremos, por medio del israelita Jesucristo, el Dios creador y personal ha buscado comunicarse con toda la humanidad. Por lo menos, esa es la perspectiva que describe la Biblia. Pero ¿hasta qué punto se puede confiar en la Biblia? ¿Es razonable considerar narraciones Bíblicas como descripciones de eventos históricos reales? Avancemos en nuestro estudio y llegaremos al tercer punto que se trata de: Dios y la Biblia.

Este Dios que esperamos encontrar hoy, ¿es el mismo del que habla la Biblia? Existen diferentes maneras de estudiar este tema. Imagínate que estás probando, una por una, muchas llaves diferentes, hasta que encuentres la correcta para abrir la puerta principal de tu casa; o que estás escribiendo diferentes contraseñas hasta que encuentres la que te permita el acceso a tu cuenta de correo electrónico. De la misma manera podríamos probar, una por una, todas las diferentes filosofías y religiones en búsqueda de la verdadera revelación del Dios creador y personal, hasta encontrar la “correcta”.

Otro método sería partir de la solución propuesta por alguien que ya ha demostrado tener conocimiento. En el caso de la revelación de Dios, podrías comenzar con la solución propuesta por alguien que conoces personalmente, cuya vida ha sido transformada por Jesucristo. Si la solución propuesta satisface, si es la llave que abre la puerta o la contraseña te da acceso a tu correo electrónico, entonces has encontrado lo que estabas buscando. Además, si se puede probar que, de la llave o de la contraseña, no encontramos solamente la solución correcta sino también la única, entonces no tendremos que buscar más. A continuación, intentaré explicar por qué pienso que el Dios revelado en Jesucristo es tanto la solución correcta como también la única solución. El Dios creador y personal, cuya existencia suponemos, ha decidido revelarse a sí mismo en Jesucristo, y este es el Dios del que leemos en la Biblia.

Pero al decir esto, estamos dando un salto grande. Es mejor avanzar a pasos pequeños. Para examinar esta declaración debemos empezar por considerar la fiabilidad de esa fuente tan importante que es la Biblia. No hay duda de que el mensaje cristiano, para poder sostenerse, depende completamente de la autenticidad e infalibilidad de la Biblia. La Biblia es vital para entender el mensaje cristiano. Contiene los registros de varios encuentros entre Dios y las personas, mensajes de Dios a través de los profetas y apóstoles, y la revelación suprema de Dios a través de la persona de Jesucristo. ¿Es razonable confiar en estos relatos? ¿Es la Biblia de alguna manera el mensaje de Dios para toda la humanidad? Yo creo que sí lo es. Hay una serie de libros que pueden ayudar a responder en detalle estas y otras preguntas similares, pero aquí me limitaré a responder algunas de las inquietudes más comunes, de manera de poder ayudarte a entender por qué es razonable ponerse del lado de los que confían en la Biblia.

Hablemos de las Traducciones. A algunos les confunde el hecho de que existan muchas traducciones diferentes de la Biblia. ¿Cuál es la Biblia verdadera? Personalmente me anima el hecho de que existan tantas versiones. En la mayoría de los casos, las distintas traducciones de la Biblia simplemente usan palabras diferentes para decir lo mismo. Sin embargo, cuando una traducción se aparta claramente de todas las demás existe normalmente una segunda intención; esta situación es poco común y por lo tanto fácil de identificar y descartar. Yo trabajo en inglés, español y holandés y tengo acceso a una variedad de versiones de la Biblia en cada uno de esos idiomas. Sí existen algunas diferencias menores, como es común en todo trabajo de traducción, pero estas diferencias no tienen efecto ninguno sobre el mensaje cristiano como tal.

Si nos fijamos en la Transmisión: Puesto que la Biblia fue escrita hace tantos años, algunos concluyen que debe haber cambiado a lo largo del tiempo. ¿Podemos estar seguros de que lo que tenemos en nuestras manos hoy es lo mismo que fue escrito hace tanto tiempo? Algunos musulmanes, por ejemplo, afirman que la Biblia que tenemos hoy fue modificada después de la muerte del profeta Mahoma, en el 632 D.C, para borrar su nombre, ya que creen que la Biblia originalmente profetizaba la llegada de su profeta. Pero las Biblias usadas alrededor del mundo antes y después del año 632 son las mismas. Por siglos, las páginas de la Biblia fueron copiadas a mano y pasadas de generación en generación. Los judíos demandaban un estándar muy elevado a sus escribas, contando las palabras y letras para asegurar la precisión de su trabajo.

Hay literalmente miles de manuscritos de textos bíblicos en hebreo, griego y latín que, al compararlos, nos permiten una fiel reconstrucción de los documentos originales. Hay más de 5000 manuscritos en griego que respaldan el Nuevo Testamento, y algunos de los fragmentos más antiguos están separados de su original por apenas 25 a 50 años. Es interesante que entre 1946 y 1956 fueron descubiertos cerca de mil textos en once cuevas en los alrededores de Qumrán, Israel. Entre los llamados “rollos del Mar Muerto” se encuentran copias de los libros del Antiguo Testamento que habían permanecido ocultos por cerca de dos mil años. Estas copias son prácticamente idénticas a las que ya teníamos, lo que confirma la fidelidad de la transmisión durante estos últimos 20 siglos.

Todo esto en conjunto me lleva a concluir que es muy razonable creer que la Biblia que tenemos hoy es una copia fidedigna de lo que se escribió originalmente.

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