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Autor: Johannes Pflaum

Para algunos la voluntad es algo místico, sueños, revelaciones, una voz en la cabeza, otros viven una constante angustia porque no saben cómo escuchar la voz de Dios. ¿Qué es ser guiado por el Espíritu?


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PE2979 – Estudio Bíblico
¿Qué es ser guiado por el Espíritu? (1ª parte)



Amigos oyentes, en esta oportunidad comenzaremos un estudio titulado ¿Qué es ser guiado por el Espíritu?

Acompáñenme a leer Romanos 8:14, dice: «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios». Pero, ¿qué significa esto en la práctica?

Cuando la Biblia habla, por ejemplo, en Efesios 5:18 de ser «llenos del Espíritu Santo», no se refiere a una vivencia que lleva a un especie de “éxtasis” o como si fuera un «agregado» al nuevo nacimiento. Como si fuera algo como un bautismo adicional del Espíritu o una segunda bendición, sino que se trata del derecho total de residencia y dominio del Espíritu Santo, en y a través de nosotros.

Pablo también menciona el «ser llenos del Espíritu» en contraposición con la ebriedad, teniendo que ver con la obediencia a Dios, en Hechos 5:32 dice « el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen».

Algunos entusiastas se remiten a Hechos 2:13, cuando en el día de Pentecostés el Espíritu Santo fue derramado sobre los apóstoles, allí leemos «Mas otros, burlándose, decían: ¡Están llenos de mosto!» Dicho en otras palabras: “¡Están ebrios!”». Este escarnio no sugiere que los apóstoles estuviesen sufriendo un éxtasis o no pudieran controlarse, sino que surgió porque los escuchaban hablar en diversas lenguas. Esta fue precisamente la aclaración de Pedro, antes de llevar a cabo un sobrio discurso que dio en el blanco.

En 2 Timoteo 1:7, Pablo llama al Espíritu Santo «un Espíritu de disciplina» o «prudencia». Además, en Gálatas 5:22 describe la abstinencia como un fruto del Espíritu, palabra que puede ser traducida como «autocontrol».

Por ende, ser llenos del Espíritu Santo tiene que ver con el dominio propio y la moderación, o sea, lo opuesto a la ebriedad. Un estado ebrio es en la Biblia una señal del juicio de Dios, como podemos observar en varios pasajes de Isaías y Jeremías. Mientras que si sumamos a Nahúm y Habacuc, vemos que el no mantenerse sobrio es visto como algo malo.

Entonces ¿Qué entendemos por guía del Espíritu Santo?

Los Hechos de los apóstoles menciona que Pedro, Esteban, Bernabé y otras personas fueron «llenos del Espíritu Santo». En este caso, hace referencia a su prédica, su servicio y su discipulado. Ellos eran guiados por el Espíritu Santo en todas estas cosas. Si bien no encontramos la expresión «dirección del Espíritu Santo» o «guía del Espíritu Santo», podemos entenderlo en los diversos acontecimientos.

En el primer viaje misionero, registrado en Hechos 13:12 leemos cómo el Espíritu Santo envía a Pablo y Bernabé. Deberíamos tener en cuenta que los profetas neotestamentarios, junto a los apóstoles, eran parte del fundamento de la iglesia, por lo que es inaplicable en la actualidad.

Si bien ya no existen profetas en el sentido neotestamentario, el Espíritu Santo continúa utilizando a las personas para «enviar a otros». Sin embargo, dado el caso, no deberíamos hablar de manera exaltada como heraldos del Espíritu o utilizar esto para manipular a los demás. El Espíritu Santo puede usar, por ejemplo, a ancianos, a hermanos o hermanas que oran, o una prédica en la iglesia para llamar a una persona para un servicio específico.

Pero, para que este «llamado» sea completo es necesaria la disposición y confirmación personal. En el caso de Pablo, ya los tenía desde su conversión.

Esto es parte de la obediencia del apóstol: él esperó que la iglesia en Antioquía lo enviara para llevar a cabo la misión de su vida.

Al igual que en ese tiempo, el Espíritu Santo nos llama muchas veces a través de otras personas. Precisamente, esto es lo que denominamos «la guía del Espíritu».

Acerca del «hablar del Espíritu», podemos leerlo en Hechos 1:16; 4:25 y 28:25. En cada uno de estos momentos se cita un pasaje del Antiguo Testamento. Aquí queda claro que el Espíritu Santo guía y dirige a través de la Palabra de Dios, pues esta es precisamente Su hablar.

En Hechos 20:28 podemos leer en el discurso de despedida de Pablo a los ancianos de Éfeso, dice así Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”

En este versículo, el apóstol los denomina como líderes instituidos por el Espíritu Santo.

Ahora, ¿cómo fue que el Espíritu Santo hizo esto?

Pablo y Bernabé nombraron a los ancianos de la iglesia. Es decir, estos líderes fueron nombrados por personas, pero también por el Espíritu Santo.

¿Cómo es esto posible? La respuesta es que Pablo y Bernabé preguntaron y actuaron según la voluntad de Dios.

Por esta razón, tanto 1 Timoteo 3 como Tito 1 mencionan los requisitos para los ancianos. Estas condiciones eran la norma para que Timoteo y Tito eligieran solo a aquellos que eran aptos para esta tarea.

Por supuesto, la elección de los ancianos iba siempre precedida de oración. De todas formas, no debemos confundir el nombramiento de alguien por el Espíritu Santo con un falso misticismo respecto a la guía del Espíritu. La confirmación para su tarea proviene más bien de la Palabra de Dios.

No obstante, existen pasajes en Hechos donde el Espíritu de Dios habla de forma directa con ciertas personas, en Hechos 8:29 y 10:29. De igual forma, el Señor puede guiarnos en la actualidad, sin que esto signifique tener una experiencia sobrenatural o una iluminación especial. Por ejemplo, alguien puede estar orando por un tema y recibir paz y certeza de parte de Dios.

Tal vez sintamos la necesidad de orar, llamar o visitar a cierta persona. También durante la preparación de una prédica, uno siente que debe hablar sobre cierto texto bíblico.

No obstante, tenemos que ser cuidadosos en no interpretar todo como la guía del Espíritu Santo. Con el tiempo recibiremos la confirmación si el Señor nos ha provisto de algo. A menudo no somos conscientes de esto, sino que nos precipitamos a hacer lo que está frente a nosotros. Seamos cautos a la hora de utilizar la expresión «el Espíritu me dijo».

Incluso en Hechos de los apóstoles, cuando la revelación divina del canon aún se encontraba inconclusa y los profetas del Nuevo Testamento todavía estaban activos, solo se utilizó dos veces en treinta años la frase «El Espíritu Santo dice», lo encontramos en Hechos 11:12 y 21:11.

En un tercer pasaje, Hechos 20:23, Pablo relata cómo el Espíritu Santo le mostraba en todas partes que sufriría el cautiverio.

En otros tres pasajes, los discípulos anunciaron que el Espíritu Santo había hablado, pero en relación con la Palabra de Dios revelada.

¿Qué relación tiene la predicación y el hablar del Espíritu Santo?

Como hemos visto, Hechos de los apóstoles se refiere a la proclamación de la Palabra de Dios como el hablar del Espíritu Santo. Esta es una característica esencial. Luego que el trabajo de los apóstoles y los profetas neotestamentarios concluyera, la Palabra de Dios pasó a ser la fuente de revelación divina. Es así que el Espíritu Santo nos habla, en primer lugar, a través de la Palabra de Dios. Por lo tanto, el hablar profético en la predicación no se relaciona con la propagación de supuestas visiones, sueños o revelaciones especiales, sino con una interpretación de la Palabra de Dios que aluda a la situación vivida y toque los corazones de los oyentes. A menudo, el predicador ni siquiera es consciente de ello, pues tan solo interpreta la Palabra de Dios y la aplica. No obstante, siempre se encuentra alguien entre los oyentes que se pregunta: «¿Cómo sabe esto de mí?»

El 4 de noviembre de 2012, el predicador alemán Rolf Scheffbuch llevo a cabo un estudio bíblico titulado De camino al cielo. Su predicación fue tan clara y compacta respecto a la situación espiritual del mundo actual, que al finalizar alguien le preguntó por qué había dicho eso y de esa manera. Rolf Scheffbuch no sabía que esa sería la última vez que predicaría la Palabra de Dios en ese púlpito. Solo seis días después fue llamado a la eternidad. Su prédica, la cual he escuchado varias veces, demostró ser un legado espiritual.

Este es un claro ejemplo de cómo el Espíritu Santo nos habla también hoy, de forma profética, a través de la predicación de la Palabra de Dios.

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