El Siervo de Dios
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LETRA: Traducción Bíblica – Parte 1
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Autor: Wim Malgo

Donde está el centro de tu vida, está también el lugar donde depositas tu confianza. El Señor Jesús nos dice que busquemos primero el reino de Dios. ¿Ocupa en verdad lo material, como la comida, la bebida y la vestimenta un segundo lugar en tu vida? ¿Son solo herramientas en el camino hacia la meta, la gran meta: el reino de Jesucristo? Para saberlo, pongámonos a prueba escuchando este programa.


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PE2674- Estudio Bíblico
¿Qué es lo más importante en tu vida?



El Señor Jesús nos dice en Mateo 6:31-33: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Quisiera hacerte hoy una pregunta muy sencilla: ¿qué es lo primero en tu vida? o ¿quién es la persona más importante en ella? Sé sincero delante de Dios cuando respondas, pues allí donde está el centro de tu vida, está también el lugar donde depositas tu confianza. El Señor Jesús nos dice en este pasaje que busquemos primero el reino de Dios. ¿Ocupa en verdad lo material, como la comida, la bebida y la vestimenta –enumerados así en el pasaje– un segundo lugar en tu vida? ¿Son solo herramientas en el camino hacia la meta, la gran meta: el reino de Jesucristo? Para saberlo, ponte a prueba: ¿vives con una santa despreocupación, gozándote en el Señor al igual que un niño? Si es así, Dios está en el centro de tu vida. ¿O es que contrario a esto, te sientes perturbado por las preocupaciones, tienes la cabeza cansada de tanto pensar y dar vuelta a tus pensamientos? En este caso, el centro de tu vida se ha trasladado del Señor hacia las cosas materiales.

La segunda pregunta que quisiera hacerte es la siguiente: ¿Qué o quién guía tus decisiones? ¿Tu razón, tu inteligencia, tu habilidad para los negocios, o el Señor? ¿Desarrollas tus proyectos según tu lógica, para luego pedirle al Señor que los bendiga, o te esfuerzas por conocer el plan de Dios? ¿Es tu razón la suprema autoridad y la última voz en todos tus asuntos o es el Señor quien tiene la primera y la última palabra? ¿Qué nos dice la Escritura en Proverbios 3:5-6 (LBLA)?: “Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas”. A veces le agrada al Señor guiar a sus hijos hacia situaciones donde su capacidad racional o intelectual no sirve de nada, estando obligados a confiar tan solo en él. Puede que entonces nuestra manera de actuar carezca de lógica para quienes nos rodean, pero estaremos yendo por el único camino correcto, dejando que solo Dios dirija nuestros pasos.

¿Te ha llevado el Señor a un callejón sin salida? ¿Ya no sabes qué hacer? Aquí está la respuesta: “Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas”. En tercer lugar, ¿qué es más relevante en tu vida: tus propios deseos e intereses o el Señor? Examínate: si tus deseos y anhelos son más fuertes que el amor por Dios, él no te los concederá ni tampoco responderá a tus oraciones. Dios te pone a prueba para ver qué es lo primordial a la hora de orar y pedirle: el cumplimiento de tu petición o él mismo. Salmos 37:4-5 es una garantía de que recibiremos lo deseado y de que seremos bendecidos no por nuestro esfuerzo. Presta atención a lo que dice la Palabra de Dios: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”. Tal vez te preguntes: ¿por qué el Señor no me da lo que le pido, por qué no me escucha? La respuesta a esta cuestión se contesta por medio de otra pregunta: ¿por qué estás tan desviado, tan enfocado en ti mismo? ¿Es que crees que el Señor, quien se entregó a sí mismo por ti, solo está para conceder tus peticiones? Claro que no, sino que ¡quiere que te deleites en él! ¿Cuál es tu placer supremo, tu pasión más fuerte, tu anhelo más profundo? ¿Puedes decir con sinceridad de corazón que es él y solo él? Entonces todo está bien, pues también tus deseos e intereses estarán santificados, y el Señor te dará lo que desea tu corazón.

El cuarto lugar, quizá te preguntes por qué el Señor te hace pasar por tantas aflicciones, por qué permite que sufras tanto. ¡Si él sabe que lo amas! Te atormentas preguntándote: ¿por qué me toca esto justo a mí, que soy su hijo o su hija, tener que soportar estos dolores? La respuesta es la siguiente: para que salga a la luz lo que más amas, lo que más te importa, lo que está por encima de todo en tu vida. Él quiere que puedas decir de todo corazón lo que dijo el salmista Asaf en Salmos 73:25-26: “¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre” (LBLA). ¿Lo ves ahora? ¿Entiendes un poquito más el porqué de la prueba? A través del sufrimiento, el Señor te desprende de los “cielos” y la “tierra”, de tu “carne” y de tu “corazón”, como dice el salmo, y al mismo tiempo te sostiene en una relación estrecha con él. ¡Qué Dios maravilloso! Adórale y expresa lo mismo que el salmista: “Fuera de ti, nada deseo en la tierra. Si tan solo te tengo a ti, todo está bien”.

En quinto lugar, ¿a quién amas con más intensidad? ¿En quién se derrama el amor que tienes en el corazón? Presta atención a lo dicho por Jesús en Mateo 10:37: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”. ¿En verdad amas al Señor más que a cualquier otra persona? El amor por él no debe ser algo superficial, una mera obediencia a sus mandamientos. Si bien esto es una señal imprescindible de nuestro amor por Dios, esta pasión proviene del Espíritu Santo, que quiere llenar nuestras vidas con un amor personal por el Señor Jesucristo. Es el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Romanos 5:5) y que entrega gustoso su vida por la persona que ama. ¿Amas a Jesús más que a cualquier otra persona? Habrá situaciones en las que el Señor te pedirá que elijas. ¿A quién pones en primer lugar en tu vida: ¿al Señor o a tus parientes?; ¿a Jesús o a tus hijos?; ¿al Salvador o a tu cónyuge? Él se pondrá delante de ti y te preguntará lo mismo que una vez preguntó a Pedro: “¿Me amas más que estos?”. ¡Si tan solo entendiéramos con cuánto anhelo el Señor busca a hombres y mujeres que lo amen más que cualquier otra cosa o persona! Busca a quienes lo hacen de una manera sencilla y práctica, en su vida diaria, y quienes pueden decir, de corazón, las palabras de Pablo: “Cristo es mi vida” (Filipenses 1:21).

¿Quién es el primero en tu corazón? Si es el Señor, él derramará de la plenitud de su gracia y de sus bendiciones sobre ti. Dice en Salmos 91:14-15: “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”. Una vez más te pregunto: ¿Quién es el número uno para ti? ¿A quién amas más que a todos? Dios espera una respuesta personal de tu parte.

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