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Isabelle Eisses nos trae un estudio de la descripción que hace Proverbios 31 de la mujer virtuosa, pero desde una perspectiva diferente. ¿Es este pasaje una lista de exigencias para las mujeres? ¿O es un elogio a la mujer, y una representación de cómo nos ve Dios al haber sido redimidas por Cristo? No te pierdas de esta reflexión.


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EA1094 – Entre Amigas –
Proverbios 31



Entrevista a Isabelle Eisses

Victoria: Es para mí un placer conversar nuevamente con una amiga de la casa, Isabelle Eisses, quien ya nos ha acompañado en diferentes estudios sobre la Biblia aquí en Entre Amigas, pero hoy la propuesta es un poco diferente. Queremos hablar de Proverbios 31 de una forma un poco más práctica, y nos vamos a referir a ese elogio de la mujer virtuosa, pero lo vamos a hacer desde la experiencia y es por eso por lo que la conversación entonces es hoy con Isabelle. ¿Cómo estás, Isabelle? Bienvenida.

Isabelle: Estoy bien, muchas gracias, gracias por la invitación, y tengo que decir que tengo una relación muy especial con Proverbios 31.

Victoria: ¿Sí? ¿Por qué?

Isabelle: Tengo que contarte lo que me pasó.

Victoria: ¿A ver?

Isabelle: Esa descripción de la mujer virtuosa por años no me gustaba, porque lo leía mal. Lo leía como una lista de demandas y de exigencias, y leía lo maravillosa que era esta mujer, y me comparaba y me sentía fracasada. No me gustaban tampoco los estudios o libros que he leído acerca de ella porque siempre decían cosas como “Bueno, como mujeres cristianas deberíamos ser así y asá, y hacer esto y lo otro”, y me parecía que ponía mucha presión sobre la mujer, y sobre mí.

Victoria: Como un modelo de perfección difícil de alcanzar, digamos, una cosa así.

Isabelle: Sí. Entonces como que no me simpatizaba mucho. Fue así hasta un día, hace pocos años, que me pidieron que hablara sobre esta porción en una reunión de mujeres, lo cual primero no me gustaba para nada, pero cuando me puse a estudiar esta porción y a verla un poquito más detenidamente, de repente entendí que la había visto mal, que no era lo que yo pensaba, que no era una lista de demandas y de exigencias a nosotras, que teníamos que cumplir o esforzarnos por cumplir como mujeres cristianas, sino que en realidad es un poema en hebreo, un poema de alabanza a la mujer perfecta. Es un agradecimiento, en realidad, a cómo son las mujeres. Pensamos en las mujeres que conocemos, nuestras madres, nuestras abuelas, y qué bendición han sido en nuestras vidas, y entendemos que en realidad es algo hermoso. Es como dar gracias a Dios por la mujer y describir a una mujer perfecta, ideal, que no es una mujer existente, pero hacerle un elogio a la mujer. Lo que hacemos nosotras, muchas veces, cuando leemos esta porción, es cambiar el elogio en una demanda, mientras que lo podemos tomar como una alabanza, que nosotras, como mujeres, somos de bendición para nuestro entorno y creo que también podemos alegrarnos y tomarlo como agradecimiento por lo que somos y hacemos como mujeres. Eso me da totalmente otra vista.

Victoria: Isabelle, vos sos esposa, sos madre, sos abuela también, pero vamos a estar analizando entonces, y está bueno que hicieras esa aclaración inicial de ese vínculo tan particular con un proverbio que es muy conocido, pero que es una visión distinta la que estás aportando, y quizás mucha gente ha tenido también el mismo acercamiento y por ahí esto le puede servir como un aporte distinto a ese reconocimiento que la Biblia hace de la mujer virtuosa. Vos proponías hablar un poquito, cuando hablamos de la familia, primeramente, de la importancia de la comunicación en la pareja, como que es algo medular para, después de ahí, proyectar una sana comunicación o una sana dinámica en la familia.

Isabelle: Es algo fundamental y cuando leemos, justamente, esta descripción de la mujer virtuosa, que todas nosotras quisiéramos ser y que podemos ser con la ayuda de Dios. Porque eso quizás también hay que decirlo antes de seguir, que como cristianas, hemos recibido al Espíritu Santo al recibir al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, y todo lo que podemos ser y hacer es a través de Dios en nosotros. Es lo que Él tiene que hacer en nosotras. No es algo que podemos hacer por nuestra propia fuerza, entonces todo lo que sacamos ahora de esta mujer, de cómo ella actúa, no lo podemos imitar y tratar de hacer por nuestra propia fuerza, si no que realmente es lo que Dios quiere hacer en nosotras. Eso es muy importante también. La gracia de Dios en la vida de los que creen en el Señor Jesucristo. Es gracia para vivir la vida diaria. Entonces acá, por ejemplo, el versículo 11 y 12 dice: “El corazón de su marido– el marido de esta mujer virtuosa – “…está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal todos los días de su vida”.

Y creo que lo primero que hemos aprendido mi esposo y yo con los años, y los dos lo vemos igual, es que en la familia hay que darle prioridad al matrimonio. La relación en el matrimonio es más importante que la relación entre padres e hijos. Y uno a veces piensa “no, pero los hijos quizás se van a sentir menos”, pero no, es lo contrario. Cuando el niño o la niña ve que, para papá, mamá es la número uno. Y ve que, para mamá, papá es el número uno, el niño se va a sentir protegido, se va a sentir bien, se va a sentir seguro. No podemos darles a nuestros hijos mejor regalo que un matrimonio bien unido, que un matrimonio que el uno pone al otro en el primer lugar de su vida, después de Dios, por supuesto.

Victoria: ¿Algún ejemplo? Por ejemplo, el tiempo que pasan juntos, o algo así. ¿Cuál podría ser un ejemplo de esa prioridad del matrimonio?

Isabelle: Yo creo que es más bien la atención, y lo que tú dijiste, la comunicación. Porque claro, a veces hay momentos en la vida en los que una está totalmente absorbida, sobre todo cuando tiene niños chicos, por ejemplo, enfermos, y toda la fuerza se va en eso. Aun ahí, la atención, el corazón, hay que cuidar que siga enderezado hacia el esposo. Tomarse, si posible, el tiempo, aunque sean minutos. Nosotros, por ejemplo, a los dos nos encanta tomar café, entonces siempre es el momento de encuentro, de charlar, de estar un momentito tomando café juntos. Para otros será tomar mate, pero eso es muy importante. tener esos momentos. Aunque uno esté muy ocupado, pero hay que buscar y hay que hacerse ese tiempo, esos minutos de charlar, de compartir.

También, lo que me llamó la atención, es que dice acá que todos los días de su vida, ella le da bien. Sabemos que hay días y días. Hay días que no son tan buenos, de repente ha habido un conflicto o una diferencia, o una se siente quizás enojada por algo, pero es importante no devolver mal por mal, sino devolver con bien. Hacer el bien al otro.

Victoria: O sea que al final del día, el resultado, más allá de los conflictos, que se pueda cerrar bien el día, es un poco a lo que apunta esa expresión ¿no? ¿O me estoy equivocando?

Isabelle: Sí, todos los días. O sea, también los días más difíciles, buscar el bien de mi marido. Es como Cristo lo hace con nosotros. Él busca siempre nuestro bien, todos los días. También una cosa que es muy importante, y que gracias a Dios puedo testificar que ha sido así en nuestro matrimonio, es que debe haber palabras malas, insultos. Si hay una diferencia, se habla. De repente uno está quizás enojado, pero no puede haber insultos, no puede haber griteríos, no puede haber palabras malas. Eso es como una regla que, gracias a Dios, nunca la hemos quebrado, y estoy muy agradecida por eso. Porque a la hora de decirse malas palabras, de denigrarse, se quiebra, se rompe algo. Daña el amor.

Victoria: ¿Y si llegara a pasar? ¿Qué pensás que debería hacer ese matrimonio? El ideal sería que no pasara, pero a veces puede pasar.

Isabelle: Y hay que hablarlo. Si los dos son creyentes, ir juntos delante del Señor y pedir perdón al Señor y pedirse perdón mutuamente. Y también, nunca hablar de nuestras diferencias o nuestros conflictos delante de los hijos. Eso también, es una cosa dentro del matrimonio, y no debemos involucrar a los hijos. Es importantísimo.

Victoria: Bueno, esto sería el punto, entonces, hablando un poco del vínculo con el marido, ¿no?

Isabelle: Sí, y quisiera quizás dar un consejo, si hay alguien que escucha que quizás vive en su matrimonio eso de que se habla mal, hay violencia verbal, la cual muchas veces también lleva a la violencia física, hay que cortar. Hay que ir a Cristo, si uno no conoce a Cristo, ir a los pies de Cristo, entregar su vida, y buscar ayuda. Buscar ayuda de un consejero, porque hay que hacer un nuevo comienzo. Hay que aprender a confesar su culpa, a pedir perdón, a perdonar, a renovar el vocabulario, a renovar la relación. Y muchas veces se necesita ayuda porque es una cosa de mucho tiempo. Cuando la confianza se ha roto, necesita tiempo para renovarse. Es como dice acá, “El corazón de su marido está en ella confiado”. Por esa confianza yo a veces digo, el matrimonio en realidad es cada vez más lindo, con el paso de los años, porque para mí que es algo hermoso cuando hay confianza. Yo sé que mi esposo nunca va a hablar mal de mí con otros, y yo no lo hago tampoco, y está esa confianza, esa lealtad, esa amistad, que hace del matrimonio algo muy lindo, que cuando madura es más lindo todavía.

Victoria: Qué bueno que lo puedas hablar desde ahí. Hay otro aspecto que me gusta mucho, que tiene que ver con el trabajo que realiza la mujer. Proverbios 31 nos describe a una mujer muy trabajadora, creativa también, que ve la necesidad de la familia, pero también la necesidad de alrededor, y tiene como esa actitud maternal, pero no solo con los suyos sino también en general.

Isabelle: Sí. La actitud frente al trabajo es un gran ejemplo en la mujer descrita acá, que incluso de noche no se apaga su lámpara. Ese no es mi caso, necesito mi sueño de noche y creo que está bien, es importante también el reposo. Pero por ejemplo leemos que ella “Busca lana y lino, y con voluntad” o “con agrado” dice en otra traducción, “…trabaja con sus manos”. Trabaja con gusto, con alegría. Eso es algo muy lindo, en lo que también hay que trabajar. Te voy a contar un episodio que me ayudó mucho en eso, hace muchos años, mis hijos eran chiquititos todavía. Yo me esguincé el tobillo de una manera terrible. Tenía toda la pierna negra y estaba embarazada de mi tercer hijo. Fue una complicación, un momento bastante difícil, y terminé estando dos meses acostada. Primero me mandaron a hacer un mes de reposo y después me dijeron que no había posibilidad de levantarme, así que dos meses en la cama. Fue muy difícil. Y me acuerdo hasta hoy, el momento cuando pude por fin levantarme, caminar, aunque todavía no mucho, y la primera vez que pude volver a colgar la ropa, por ejemplo. Recuerdo hasta hoy la felicidad que sentí. Ese momento para mi era un disfrute.

Victoria: Sí, algo que a muchos nos cuesta, otros lo valoran de una manera distinta.

Isabelle: Era tan hermoso sentir que mis piernas andaban, que caminaban, que podía usarlas, y ahí comencé a sentir más gratitud por la salud que tengo, por los brazos que tienen fuerza, las manos, las piernas que caminan, la inteligencia también de poder hacer un trabajo mental, todo lo que Dios nos ha dado, comencé a sentirme más agradecida.

Victoria: Disfrutar de todo eso. A veces decimos “Ay, tengo que cocinar, no sé qué cocinar”, pero podemos agradecer que hay para cocinar, tenemos ideas para hacer cosas distintas si nos queremos dar un gusto, y no quejarse de todo el trabajo que tenemos que hacer o del tiempo que nos lleva, sino agradecer que podemos disfrutar de una rica comida, que podemos hacerlo. Tener esa actitud hacia las cosas cotidianas también, ¿no?

Isabelle: Exacto, yo pienso que la gratitud cambia todo. A veces cuando no tenemos muchas ganas o algo así, pensar en eso, y darle gracias a Dios, también, por lo que nos ha dado y también por su presencia en nuestras vidas. Porque nuestro trabajo lo podemos hacer para Él en realidad. Todo nuestro trabajo, después de conocer a Cristo, es otra cosa. Es un culto a Dios, un culto práctico y lógico de todos los días.

También, cuando leí eso, que ella busca lana y lino y después se pone a trabajar con agrado, pensé “¡qué bueno!” Ella primero busca sus cosas, el material que va a usar, y se organiza. Después empieza a trabajar con gusto, sin estrés. Me llamó mucho la atención, porque yo soy muy sensible al estrés, me estreso fácilmente, soy lenta, además, necesito bastante tiempo para todo, entonces cuando llega el estrés me pongo mal, no lo soporto. Me pongo estresada, irritada, malhumorada por el estrés. Entonces sabiendo eso, sé que tengo que calcular bastante tiempo, tengo que organizarme bastante bien. Tengo la tendencia de hacer mil cosas a la vez, pero no puedo, hay que tomarse un pasito a la vez, ser realistas. Es mucho más satisfactorio hacer una cosa bien, con excelencia, con tiempo, que querer hacer más y no poder. O elegir también, porque hay que elegir entre las cosas que podemos hacer. Hay que pedirle a Dios que nos de sabiduría para poder priorizar.

Victoria: Vos hablabas entonces de un tiempo para organizarnos. ¿Hay un tiempo también para nosotras mismas?

Isabelle: Ciertamente. Eso es muy, muy importante. Primero, para el reposo, que ya lo habíamos mencionado. Yo, por ejemplo, necesito mi siesta, así que eso tiene que entrar en la planificación.

Victoria: ¿Una siesta de cuánto?

Isabelle: 20 minutos, media hora, por ahí.

Victoria: Últimamente se habla mucho de las famosas siestas power, que son de 20 minutos, como para reponer y seguir.

Isabelle: Sí, y es suficiente. Lo del tiempo para uno mismo es muy importante, y hay uno de los versículos de esta porción que dice que se levanta aún de noche. Y ahí me identifico con ella: me encanta levantarme temprano y ser la primera en la casa. Porque ese es mi momento. Amo este momento silencioso cuando todavía nadie se levantó, a las 5:30, 6 de la mañana, cuando todo es silencioso y yo tengo tiempo para mí misma, tengo tiempo para leer algo en la Biblia, para reflexionar, para hablar con Dios, para encomendarle a mis familiares, a los hermanos de Llamada de Medianoche a los hermanos de la iglesia, todo el trabajo que hacemos, y poder tener este momento en calma con Dios. Eso para mí es fundamental, necesito este momento, porque ya después hay muchas actividades, o de noche estoy demasiado cansada, no puedo concentrarme mucho en una lectura, así que para cada una será diferente, pero para mí en la mañana, o en la madrugada, ese es mi momento. Cuando me falta, lo siento. Necesito este momento. Y creo que cada una de nosotras necesita momentos así, para ella misma y para poder también orar y leer la Palabra, o leer un libro quizás, pero momentitos así que tiene para ella misma. Para cada una será quizás otro momento en el día.

Victoria: Isabelle, no sé si hay algo más que vos quieras agregar, pero la idea era reflexionar entonces sobre Proverbios 31, donde habla de este elogio a la mujer virtuosa, y la pregunta es ¿quién la hallará? Esa es la pregunta que encabeza este tramo del capítulo, así que que podamos apuntar a eso, como decíamos al principio, no es un modelo que si no somos eso no somos mujeres virtuosas, pero sí para apuntar a eso.

Isabelle: Sí. ¿Sabes lo que me pasó con esta porción? Cuando entendí que en realidad era un elogio a la mujer, también entendí que en realidad Dios a mí me ve así, en Cristo. Porque cuando nosotros tenemos a Jesucristo en el corazón, su perdón, la renovación de nuestra vida a través de la fe en Él, Dios nos mira y ve a su hijo en nosotras. O sea, para Dios somos hechos perfectos, como dice también en la carta a los Hebreos, que hemos sido hechos perfectos en Él. Es algo que nos cuesta entender, pero es tan lindo saber que tengo el amor incondicional de Dios porque tengo a Cristo en mi corazón. Tengo su aceptación incondicional. Entonces podemos partir de la perfección, digamos. Yo no soy perfecta, pero sé que Dios me ve perfecta porque Cristo está en mí. Cristo es el perfecto en mí. Y a partir de ahí, cuando uno ha creído en Jesucristo como su salvador, Dios nos va perfeccionando. O sea, es a la vez una posición que tenemos en Cristo, de ser del agrado de Dios, Dios nos mira con agrado, y después un proceso en la vida del cristiano, hasta el final de la vida, que Dios hace en mí. En este proceso sí, Él me va transformando en una mujer virtuosa, cada vez más. No vamos a llegar a la perfección en esta vida porque lamentablemente está el pecado todavía en nosotros y alrededor de nosotros, pero me va transformando Dios. Esa es la obra de la santificación también, como lo llama la Biblia. Entonces estas dos cosas me dan mucha gratitud, que Dios me ve como una mujer virtuosa por Cristo, y Dios me transforma cada vez más en una mujer virtuosa. La parte de nosotras, lo que nos toca, es colaborar en eso y darle el señorío, darle la dirección al Espíritu Santo en mi vida, someter nuestras decisiones, nuestra voluntad, nuestro carácter para que Dios pueda trabajar en nosotras.

Victoria: Isabelle, yo te quiero agradecer muchísimo por aceptar la invitación a conversar de este tema. Seguramente más adelante podamos hacerlo nuevamente porque quedaron en el tintero otros aspectos que queríamos tocar contigo, pero nos quedamos sin tiempo, así que, como siempre, muchas gracias por estar con nosotras.

Isabelle: Con mucho gusto, muchas gracias.

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