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La profesora, orientadora familiar y referente de la organización Padres en Pie Yanina Cossime nos acompaña en este programa para darnos algunos consejos acerca de cómo promover una autoestima saludable en nuestros hijos y en nosotros mismos también.


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EA1061 – Entre Amigas –
Promover una sana autoestima



Entrevista a Yanina Cossime

Victoria: Queridas amigas, gracias por acompañarnos nuevamente. En los próximos minutos estaremos conversando con Yanina Cossime, profesora, estudiante de orientación familiar y referente de Padres de Pie, una agrupación que trabaja por una educación que respete los derechos fundamentales de los niños y sus familias, así que Yanina, es un placer tenerte nuevamente en el programa. ¿Cómo estás?

Yanina: Hola, buenos días, muchísimas gracias por este espacio.

Victoria: Bueno, Yanina, hoy vamos a estar hablando de la autoestima. Sin ánimo de equivocarme, podríamos decir que es uno de los aspectos más importantes del ser humano.

Yanina: Sí, la verdad es que nosotros cuando hablamos de la autoestima muchas veces pensamos solamente en ese sentimiento de valoración propio que tienen las personas, y que uno los ve seguros de lo que hacen, pero en realidad tiene que ver también con la prevención de la violencia, de ser victimarios o víctimas, tiene que ver con su desempeño, no solamente académico sino también en su trabajo, y el lograr una vida plena en todas las áreas en las que se desarrollan las personas. La autoestima va mucho más allá de lo que nosotros podemos ver a simple vista.

Victoria: Debe ser un poco difícil definirlo, pero ¿podrías darnos por lo menos algunas líneas para ayudarnos a entender de qué hablamos cuando hablamos de la autoestima?

Yanina: La autoestima es el concepto que tiene uno de sí mismo, no solamente saberse capaz de, sino estar conforme con uno mismo. Esa es la autoestima, la estima que uno tiene de sí mismo. Que uno se quiera, que uno se aprecie, y empieza con el conocerse y el aceptarse. Yo no puedo amar lo que no conozco, entonces es importante que nosotros nos conozcamos, nos aceptemos, que cambiemos aquellas cosas que no nos gustan de nosotros, pero sin despreciarnos, y que tengamos una estima o una valoración real de quienes nosotros somos, de lo que valemos como personas por ser personas, y con nuestras capacidades, nuestras virtudes específicas nuestras. Es complejo poder llevarlo en términos sencillos a la realidad, porque cuando uno aprende un concepto así vacío, que suena lindo, pero no se puede comprender realmente, no me lleva a la práctica. Cuando yo me conozco y conozco cuáles son mis fortalezas y cuáles son mis debilidades, y me acepto como soy y empiezo a trabajar sobre eso, ahí es donde yo me quiero y tengo una autoestima saludable. No me considero ni menos ni más de lo que realmente soy, ni que ninguna otra persona.

Victoria: Yanina, vos hacés énfasis desde el inicio en algo que es que lo ideal sería que la autoestima se trabajara desde una forma integral y sobre todo desde la niñez. A veces llegamos a personas que tienen una autoestima muy baja producto de que no hubo un trabajo desde muy pequeños. Vos hacés énfasis en empezar a, de alguna manera, trabajar ese concepto en el niño, quizás incluso de forma inconsciente.

Yanina: Sí, digamos, la autoestima de las personas se empieza a desarrollar desde el momento que está en el vientre de la mamá y desde el momento en que nacen. Porque un niño que no me puede entender las palabras, con la forma en la que yo le hablo, con el tono de voz, con cómo lo toco, cómo lo cambio, se siente, o no, amado, respetado, cuidado. Eso va haciendo que se desarrolle su autoestima desde la primera infancia. Cuando un niño es tratado con cuidado, con respeto desde muy chiquitito, aunque no entienda todavía, uno le va haciendo espejo de cuán valioso es, de cuán importante es, de cómo merece ser tratado su cuerpito, y eso lo vamos haciendo en lo cotidiano, no es algo que hagamos conscientemente, aunque los papás sí tendríamos que proponernos de hacerlo de modo consciente, de tratarlos con amor, con afecto y con respeto en todo momento, aún cuando no entienden las palabras. Y después, cuando van creciendo, ir haciéndoles saber también con las palabras cuán amados, cuán valiosos son. Los padres y los adultos referentes somos espejo de ese chico, ese chico no se sabe amado, no tiene la capacidad todavía de mirarse para dentro y saberse valioso, sino que depende de la mirada del otros. Entonces cuando nosotros somos ese otro que lo mira, mirarlo con amor, tratarlo con respeto, decirle cuán importante es, y cuán amado es sólo por existir. Hay un autor que dice “qué bueno que tu existas” y es hacerle sentir eso, “no importa lo que hagas, ¡qué bueno que vos existís! Me alegra la vida solamente que existas y que estés al lado mío, independientemente de lo que hagas”. Eso es muy importante como papás.

Y después está el tema de ir desafiándolos a que conozcan sus capacidades, a que vayan un poquito más allá. A veces los padres, los adultos, felicitamos a los niños cuando hacen algo extraordinario, y cuando no alcanza ese super logro, lo tratamos mal o lo cuestionamos, o no le decimos nada. Y la vida está hecha de pequeños momentos y de pequeños logros, entonces cuando un chico de tres años nos ayuda a poner el pan en la mesa, decirle “gracias, qué bueno que hiciste esto, es importante para nosotros, qué bueno que lo lograste”. Un chico de 6 logra armar su cama, aunque después la madre la tenga que arreglar, es un pequeño logro, y el chico se empieza a sentir competente, se empieza a sentir hábil. La vida práctica de la casa es la que le enseña a que pueden, con pequeñas cosas, ir colaborando e ir animándose a más. Y que el padre lo desafíe también. Debemos felicitarlo cuando por sí mismo consigue ordenar el cuarto, pero para que el chico tenga el logro primero tenemos que decirle cómo se hace, o qué es lo que esperamos de él. No castigarlo cuando no logró lo que nosotros queríamos que lograra sin que se lo comunicáramos antes. Es en la vida cotidiana donde el chico va desarrollando su autoestima, y el adolescente también. Entonces yo planteo esto de hacerlo en la cotidianeidad y en las pequeñas cosas, y no esperar grandes logros para felicitar a un hijo o para decirle cuán orgullosos estamos de ellos.

Victoria: El ejemplo que vos ponés del niño tendiendo la cama está bueno, porque muestra un padre que, si bien tal vez el niño no logra esa perfección, pero de todas maneras lo acepta y lo felicita por eso. Creo que está bueno porque a veces hay padres que esperan la perfección, no mal intencionados, pero por ahí esperan un resultado prácticamente perfecto, y esa exigencia tampoco es buena. Muchas veces recuerdo a un psicólogo que decía que cuando estudiaba prefería no martirizarse apuntando a una nota de 10, o un excelente, y quitarse toda la diversión y lo bueno de los logros simplemente por no llegar a la perfección. No es que haya algo malo en sacarse notas excelentes, todo lo contrario, pero a veces por no llegar a determinada exigencia los hijos, de manera indirecta, se pueden ver un poquito castigados.

Yanina: Lo que pasa es que las exigencias deberían ser acorde a nuestras capacidades, y cuando se trata de niños, al nivel de su desarrollo. No todos los chicos tienen la misma capacidad, y para eso estamos los padres también, para ayudarlos a encontrar cuáles son esas capacidades que tienen innatas, y que las puedan desarrollar, y cuáles son sus debilidades para poder fortalecerlas. Vos podés tener dos hijos en una misma casa, y uno tiene una gran habilidad para el arte. Entonces desde muy pequeño dibuja, tiene mucha facilidad para copiar, para pintar, para combinar colores, y no tiene, a lo mejor, la capacidad para la lógica matemática. Entonces ¿qué vas a hacer? ¿Le vas a exigir un 10 al que no tiene la capacidad para la lógica matemática? No, lo ayudaremos a que pueda fortalecerse en eso, que se pueda esmerar, que no lo vea como una carga, y a lo mejor la nota máxima de ese chico puede ser un 7 o un 6. O sea, no hacer que abandone porque le cuesta, porque en la vida nos vamos a encontrar con muchas cosas que nos cuestan. Entonces está bueno estimular al chico a que eso que es una debilidad de él, pueda estar fortalecido. Y sí exigirle, de acuerdo con su edad, su desarrollo y sus capacidades, en aquello que es bueno. Entonces si un chico tiene capacidad en el arte, a ese chico se le exigirá más en ese aspecto. No todos nacimos con una capacidad para la lógica matemática, ni para las artes, ni para el deporte. Lo importante es que ellos se sientan competentes y que sepan que hay algo que los distingue.

En nuestra cultura vos podés tener un hijo que no juega al fútbol porque no le gusta. El tema es que por eso no entre a la preadolescencia o a la adolescencia sintiéndose menos que los demás porque no es bueno jugando al fútbol. Ayudémoslo a encontrar cuál es esa capacidad innata que tiene para que la desarrolle. Tal vez no es bueno jugando al fútbol, pero es muy bueno para las artes marciales. Y que pueda encontrar en ese espacio donde él sea competente y se sienta seguro. Porque esa seguridad la va a llevar a otras áreas de la vida. Y que no abandone la pelota, que aprenda a jugar a la pelota por diversión con los amigos en la plaza, y cuando le digan “Sos patadura”, que pueda decir “Y sí, yo para esto soy patadura, por eso hago artes marciales”. Que pueda estar contento con eso mismo también, esa no necesidad de ser bueno en todo, o ser bueno en lo que el otro me dice. Yo soy bueno en lo que me gusta y en las capacidades que tengo con mis limitaciones. Es importante que las personas aprendamos que tenemos limitaciones. Todos las tenemos. No debemos sobrecargarnos y debemos enseñar a nuestros hijos a no hacerlo tampoco, a no exigirse a uno mismo llegar al 10 en todas las áreas. A lo mejor yo no soy un 10, pero soy para un 7, para un 8, para un 6, y está bien porque no seré muy bueno en lo académico, pero en el campo de acción sí, en la capacidad de empatía para contener a otras personas en situaciones de crisis, y eso no se evalúa en la universidad. Pero tengo que aprender a estar contento con eso.

Victoria: Yanina, vos también resaltás algo que es interesante. No solo que el padre o la madre le comunica a su hijo mediante una felicitación que está contento con eso que el hijo está haciendo o la actitud que está teniendo, sino que también se lo comente a otros. Eso genera otro tipo de reafirmación, ¿no? ¿Qué es lo que genera esa acción?

Yanina: Genera que el chico se sienta realmente contento y que vea que lo que el papá o la mamá le dicen en la intimidad es cierto, es reconocido públicamente. Esto, obviamente, siempre sin exagerar y sin mentir, porque no podemos hablar de la habilidad o cualidad de cualquier persona que no existe, porque la mentira tiene patas cortas, y el chico también en algún momento se va a sentir defraudado y se va a sentir engañado cuando pueda reconocer la verdad. Pero esto de poder, tal vez en la mesa familiar, contar un logro, está bueno. Decir “Hoy tu nieto, o tu sobrino, o tu amigo metió un gol”. O “hoy atajó tres penales”, “Hoy se animó a leer en el acto de la escuela”. Y que el chico realmente se sienta valorado en su logro, aunque a lo mejor no sea el actor del año, o del colegio, pero para él eso es un logro y es importante poder valorarlo. “No sabés cómo dejó el cuarto, la verdad es que entras al cuarto y es un lujo”, cosas cotidianas, porque a veces eso, llegar a tu casa y encontrar que tu hijo aspiró los sillones sin que se lo pidieras, entonces “gracias, no sabés el alivio que es para nosotros”. Y el reconocimiento ante los demás, sin exagerar, porque también las exageraciones son malas. Pero sí en su justa medida.

Victoria: Claro, justamente a eso iba, porque tampoco se trata de exacerbar las características o incluso tal vez deformar un poquito o exagerar algo que está bien pero que es como vos decís, tiene esa consecuencia de generar un carácter arrogante, que los padres pueden caer a veces en eso y es comprensible, pero cuando ya es repetido, ahí puede ser no beneficioso para el chico, ¿no?

Yanina: Ninguna de las dos cosas. Ni ignorar a un hijo en sus capacidades y en sus logros, sean pequeños o grandes, ni exagerarlos le hace bien al chico. Porque las dos actitudes logran personas creídas. Por un lado, personas que son inseguras y tienen la necesidad constante de llamar la atención por eso de la falta de atención en su casa, que a la vez los hace víctimas y fáciles de manipular, porque cuando vos te sentís amado por ser quién sos, sin ninguna condición, sos una persona que va segura por la vida y que no va a ser víctima fácil de la manipulación. Pero cuando a un chico le negamos esa atención, ese chico se hace víctima de la necesidad de aprobación de los otros y va a estar haciendo siempre cosas para llamar la atención.

Ahora, por otro lado, podemos lograr lo mismo dándole demasiada atención al niño, porque ese chico también va a estar exigiendo atención, con una actitud más de soberbia, entonces es un arte esto de ser papás y de darle la atención y el reconocimiento justos, sin exagerar. Porque podemos generar la personalidad de un tirano. Y tampoco es la idea, porque ninguno de esos tipos de personalidad son personalidades felices, que se sienten realmente plenos, que se amen, que se acepten cómo son, sino que están mirando constantemente afuera para recibir aprobación y para recibir halagos por su propia inseguridad.

Victoria: Claro, a veces escuchamos la frase que le decimos a veces a los niños “sos la más linda del mundo”, o “sos el más lindo de todos”, o “sos el más inteligente” y a veces por más de que esa frase está bien intencionada, puede generar eso de que “yo soy mejor que”. ¿No sé qué pensás de eso, Yanina?

Yanina: Claro, al lado de quien, a lo mejor, no le va tan bien en matemática, se puede sentir superior. Pero tenemos un problema: mañana puede aparecer un personaje que sea mejor en matemáticas, que tenga una habilidad superior, y se asocie la capacidad de ser el mejor de la clase, con el valor personal. Y ahí tenemos un problema, porque ya no soy la mejor, entonces ya no soy tan valiosa. Es un problema. Es mejor decir “sos muy buena en matemáticas”, “sos muy bueno en arte”, “sos muy buen jugador de fútbol”. No pasa tu valor por ahí como persona, tenemos que aprender a separar un poco. El valor como persona es una cosa, el valor de hijo, por más que lo tenga que retar, por más que tenga que decir que hizo algo mal y que eso me enojó, me disgustó, merece un castigo, pero yo lo sigo amando igual. Su valor como persona es otro. Tenemos que aprender a medir nuestras palabras. No comparar con el otro, porque la comparación siempre es odiosa, y hoy puedo ser la más “inteligente” del grupo, inteligente entre comillas porque la inteligencia es multifacética también, y mañana viene otro chico y es mejor que yo, o cambio de escuela, o paso al liceo y me encuentro con que el nivel de mis compañeros es más alto del mío. Tenemos que cuidadosos, es un arte la maternidad, es un arte.

Victoria: Y sin dudas en este concepto de la autoestima, para resumir, es muy importante como puntapié inicial en el sentido de valorarte como persona para, en el futuro, saber cuidarte de otros también, porque te vas a ver en situaciones laborales, de relaciones, de un montón de cosas que vos vas a tener que darte un buen lugar en ese sentido. Qué importante que la buena autoestima en ese caso, tener el concepto más acercado a lo que es la persona de uno y lo que vale uno, sin irnos a los extremos, ni creernos que somos los mejores de todos, ni tampoco que estamos allá abajo.

Yanina: Sí, hablando de lo que dice Dios al respeto, cuando nos encontramos con mujeres que tienen una autoestima lastimada, o autoestima negativa, lo primero que les digo es que nos tenemos que ver como nos ve Dios. Yo no soy ni mejor ni peor que vos, valemos lo mismo, cada una de las gotas derramadas por Cristo a nuestro favor. Ahora sí, yo tengo capacidades que vos no tenés, y a lo mejor hay un montón de cosas que yo no tengo, pero vos sí. Hay que aprender a vivir con eso, yo no necesito ser la mejor para ser valiosa. Soy valiosa porque soy, y listo. El conocernos las virtudes, las capacidades, nos va a hacer sentir mejor con nosotras mismas, pero no hay que compararse. Cuando nosotros ayudamos a un hijo a desarrollar su autoestima diciéndoles cuán valiosos son por cómo son, y ayudándoles a reconocer sus fortalezas para que las desarrollen y sus debilidades para que las fortalezcan, van a ir por el mundo con seguridad, van a tener tropezones pero van a poder levantarse, no van a ser víctimas de la manipulación fácilmente, se van a encontrar con alguien que los mire por arriba del hombro y tal vez se van a molestar pero no les va a afectar, porque conocen cuál es su valor. Eso es lo que tenemos que proponernos como papás, y sobre todo el ejemplo.

Victoria: Yanina, nuevamente muchas gracias, nos reencontraremos en un próximo programa, ¿te parece?

Yanina: Buenísimo, muchas gracias a ustedes, saludos a todos y ¡bendiciones!

Victoria: Y a ustedes, queridas oyentes, gracias por acompañarnos en este programa, las esperamos la semana que viene con un nuevo programa de Entre Amigas. ¡Hasta la próxima!

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