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Autor: Samuel Rindlisbacher

Mucho se habla en gran parte del Antiguo Testamento sobre el Arca del Pacto, que Dios indicó construir y que representaba su presencia y santidad. En este programa conoceremos el significado profético del Arca.


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PE2902 – Estudio Bíblico
Profecía en el Tabernáculo (17ª parte)



A lo largo del Antiguo Testamento, a partir del establecimiento del Tabernáculo, hay una pieza que es sumamente importante y tendrá protagonismo a lo largo de la historia. Hablamos del Arca del Pacto.

Leemos en Éxodo 37:1-7:

“Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia; su longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro en derredor. Además, fundió para ella cuatro anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos. Hizo también varas de madera de acacia, y las cubrió de oro. Y metió las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca. Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Hizo también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del propiciatorio.”

Para el pueblo de Israel el arca del pacto simbolizaba la misma presencia de Dios. En ese lugar, Dios se encontraba con Su pueblo: Éxodo 25:22 dice «Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel».

El arca del pacto estaba en el lugar santísimo del tabernáculo y, más tarde, en el lugar santísimo del templo. Se encontraba en la sala de más adentro, protegida de las miradas curiosas. Su mensaje era claro: «Aquí está Dios» y, a la misma vez, era el lugar de la reconciliación.

En el largo peregrinaje por el desierto, la nube de la gloria de Dios reposaba sobre el tabernáculo, estando por encima del arca del pacto. El arca fue el primer objeto que cruzó el Jordán hacia la Tierra Prometida, cuando se pararon las aguas. Cuando Jericó fue conquistada, el arca iba por delante del pueblo, y delante de ella las murallas de la ciudad colapsaron.

Con el tiempo Israel se olvidó del verdadero significado del arca del pacto. El pueblo llegó a creer equívocamente que el arca era más importante que Dios mismo. Se aferraban a una forma exterior, y no a Dios. Esto produjo un trágico incidente que se narra en 1 Samuel 4:1 al 11:

“Y Samuel habló a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, y los filisteos acamparon en Afec. Y los filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a cuatro mil hombres. Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos. Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que moraba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios. Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló. Cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es esta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había sido traída al campamento. Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: ¡Ay de nosotros! pues antes de ahora no fue así. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto. Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y pelead. Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.”

Israel pensaba que, al poseer el arca del pacto, Dios estaba con ellos. El centro de atención había dejado de ser Dios y habían dejado de lado la relación con Él, pues el culto se había trasladado al arca. Como resultado obtuvieron una derrota devastadora. El arca fue robada y secuestrada por los filisteos, porque su carácter simbólico se había malentendido, convirtiéndose en un ídolo. Años más tarde, bajo el rey David, el arca del pacto volvió a Jerusalén.

La Biblia la menciona una última vez antes de la destrucción del templo de Salomón. Fue durante un tiempo de avivamiento, bajo el reinado del joven rey Josías en el segundo libro de Crónicas capítulo 35. Luego, cuando el templo de Salomón fue destruido, no quedó rastros de ella. Nadie supo más su paradero. Una y otra vez surgen especulaciones acerca del arca del pacto. La pregunta de si fue robada, destruida o escondida en cámaras subterráneas debajo del Monte del Templo, hasta hoy está sin responder. Permanece perdida.

La Biblia sin embargo no nos deja en incertidumbre acerca del Arca del Pacto. Anticipó su desaparición definitiva. Por boca de Jeremías, Dios habló en Jeremías 3:16 diciendo: «Y acontecerá que cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra, en esos días, dice Jehová, no se dirá más: Arca del pacto de Jehová; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la echarán de menos, ni se hará otra».

Las declaraciones: «ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán, ni la echarán de menos», nos señalan que luego del arca del pacto llegaría algo más grande, el Señor Jesucristo. Esta era tan solo una sombra de Él. Jesús es la meta, el cumplimiento de aquello que el arca del pacto simbolizaba. La Epístola a los hebreos dice en el capítulo 1, versos 1 y 2:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Jesucristo es el cumplimiento de los símbolos y las profecías del Antiguo Testamento, por lo que el arca del pacto ya no es necesaria. Cuando Moisés recibió en el monte de Sinaí su contenido, los Diez Mandamientos, tuvo en sus manos, en piedra y con palabras escritas, una impresión de la santidad de Dios. Sobre esta ley nos dice la Epístola a los romanos: «…la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno».

Consideremos por un momento la santidad del arca del pacto.  La ley es buena y santa porque revela el carácter santo de Dios. La entrega de esta ley acarreaba temor y temblor. Hasta la propia naturaleza estaba involucrada. Las tinieblas rodearon el monte, cayeron relámpagos y se escucharon grandes estruendos. El hombre tuvo que reconocer quién es Dios. Los Diez Mandamientos eran expresión de ello. Moisés puso ambas tablas de la ley dentro del arca del pacto. A quien se atreviera a tocarla o tan solo mirarla, le esperaba la muerte. La Biblia nos relata un incidente de este tipo en el segundo libro de Samuel capítulo 6, dice:

“Se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines. Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en el collado; y Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo. Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab, que estaba en el collado, con el arca de Dios, Ahío iba delante del arca. Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos. Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios.”

Israel experimentó con severidad el significado de sobreponerse a los mandamientos de Dios. Donde estaba el arca del pacto, se mostraba también la santa presencia de Dios. Pero la ley no solo infunde temor sino también el deseo de un salvador. Un Salvador que Dios nos presenta en y a través de las figuras del tabernáculo.  Su nombre es Jesucristo.

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