¿Por qué en Belén?

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En la noche de la primera Navidad, los pastores en los campos en las afueras de Belén escucharon el anuncio del mayor regalo jamás dado a la humanidad. La mayoría de nosotros conocemos la historia del nacimiento de nuestro Mesías hace más de 2.000 años.

Sabemos cómo nuestro Salvador, el Rey de Reyes, se hizo hombre y nació de María y fue colocado en un pesebre. Creo que este año entramos en la temporada navideña de forma diferente a cualquier otra que hayamos vivido antes. Este año ha estado lleno de crisis inesperadas, miedos, decepciones y pérdidas.

Mientras el mundo celebra una vez más el cumpleaños de nuestro Mesías en una situación como ésta, no puedo evitar pensar en cómo se debieron sentir María y José en aquella época. Imagínate el estrés al que estaban sometidos cuando se acercaba el día del nacimiento de Jesús.

La gente en su casa había estado cuchicheando sobre ellos durante meses, y ahora llegó la noticia de que una nueva ley romana les obligaba a emprender un viaje de unos 150 kilómetros a pie, por montañas y terrenos difíciles desde el norte de Israel hasta la ciudad de Belén. No se trataba de un viaje de placer; corrían un peligro constante de ser asaltado por ladrones, inundaciones repentinas y condiciones meteorológicas extremas.

Recuerdo lo nervioso que estaba ante el inminente nacimiento de nuestro hijo mayor. Todas las madres se preparan minuciosa e incansablemente para el parto, de modo que su hijo pueda nacer con la mayor facilidad y sin contratiempos. Imaginemos el desastre que debió suponer este decreto del emperador romano para la mujer que llevaba en su vientre al Mesías prometido.

Sabemos, por supuesto, que lo que les pareció a María y a José una catástrofe, en realidad redundaría en el cumplimiento de la profecía bíblica y en la gloria de Dios. Del mismo modo, hubo acontecimientos en mi vida que no podía entender, sólo para darme cuenta, años después, en retrospectiva, del plan de Dios en medio de mis dificultades y pruebas.

Preguntémonos: si no hubiera llegado ese decreto del emperador romano, ¿habrían ido María y José a Belén? Probablemente no. Pero esta prueba que tuvieron que pasar resultó ser el cumplimiento perfecto de las promesas de Dios.

¿Por qué el Mesías tuvo que nacer precisamente en Belén? Porque en el profeta Miqueas leemos: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (cap. 5:2).

Y Miqueas 4:8 dice: “Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén”.

El futuro Rey, el Mesías, no vendría simplemente de Belén, sino más precisamente de la importante zona agrícola de Belén-Efrata, de hecho, de Migdal-Eder que significa “Torre del Rebaño” en español. El obispo e historiador eclesiástico Eusebio de Cesarea, que vivió en el siglo IV, afirmó que Migdal-Eder se encontraba a una milla romana, algo menos de un kilómetro y medio, al este de Belén, y los restos de la “Torre del Rebaño” de Miqueas 4:8 seguían en pie allí.

Pero, ¿cuál era el objetivo de esta torre? ¿Y por qué el Mesías tenía que venir del fértil valle de Belén? Belén era la ciudad dónde había nacido David, pero significaba aún más para él: aquí David fue ungido rey de Israel. Y cuando hizo traer el tabernáculo a Jerusalén y más tarde planeó la construcción del templo, eligió Migdal-Eder como tierra de pastoreo para los corderos del sacrificio de los sacerdotes. Él proporcionó la tierra de sus padres para este rebaño de ovejas tan especial; era el campo de pasturas más importante y mejor vigilado de todo Israel.

En Migdal-Eder había más torres de vigilancia para los pastores que en ningún otro lugar del mundo.  Pero ¿por qué tantas torres? Porque aquí no se criaban ovejas comunes y corrientes. Un cordero que tuviera un hueso roto o cualquier otra mancha no se consideraba kosher y no podía utilizarse como cordero de sacrificio. Por lo tanto, los corderos para el sacrificio requerían un cuidado muy especial por parte del pastor. Los pastores que recibieron el mensaje del ángel eran justamente estos mismos pastores que cuidaban los corderos de la Pascua – y en aquella noche salieron a buscar al niño envuelto en pañales y encontraron allí a Jesús, nuestro Cordero de Pascua.

El Mesías, yacía en un pesebre y estaba envuelto en pañales, y no en cualquier lugar, ni tampoco para mostrar únicamente la humildad con la que el Mesías vino a la tierra, sino como un presagio de la obra para la cual había venido. Las palabras del ángel a los pastores, en el Evangelio de Lucas, estaban repletas de profundo significado. Según la tradición rabínica, en cada Alta Fiesta el sacerdote venía desde Jerusalén a Migdal-Eder, la torre del rebaño, para inspeccionar el cordero del sacrificio, previo al gran día. Para ello, el cordero se colocaba en un pesebre y luego se envolvía en paños y así se lo llevaba a Jerusalén para el sacrificio. Deliberadamente, el cordero no era conducido por una cuerda o similar, sino que se llevaba en paños para asegurarse de que no se dañara en el camino hacia el Templo. Si el cordero llegara a escapar de las manos del sacerdote, la Pascua estaría arruinada. Por eso tomaban extremas precauciones.

Y así nació Jesús, en el lugar agrícola indicado por Miqueas, porque iba a ser el Cordero de Dios que quitaría los pecados del mundo. Fue depositado en el mismo pesebre y envuelto en los mismos paños que los corderos de la Pascua, y fue visto por los mismos pastores que criaban y cuidaban a esos corderos.

Hoy, mirando hacia atrás en la historia, reconocemos este maravilloso mosaico de profecías cumplidas, pero en aquel momento -estoy seguro- María y José simplemente intentaban sacar lo mejor de una situación muy difícil. Probablemente estaban luchando con dudas y temores, pero Dios utilizó sus pruebas para tejer el precioso tapiz de la redención a través del Cordero inmolado ya destinado desde antes de la fundación del mundo.

Es mi oración que en esta época de navidad reconozcas la fidelidad de Dios. En este tiempo lleno de pruebas y angustias, Dios puede estar en proceso de escribir una hermosa historia de redención a través de tus dificultades. Que esta hermosa historia del tremendo amor de Dios te dé valor y confianza. “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14).

Por Erez Soref

1 Comment

  1. Pablo León Pérez dice:

    Precioso artículo, muchas gracias por compartir!!!

    Hay algo que me ha llamado mucho la atención:

    «Según la tradición rabínica, en cada Alta Fiesta el sacerdote venía desde Jerusalén a Migdal-Eder, la torre del rebaño, para inspeccionar el cordero del sacrificio, previo al gran día. Para ello, el cordero se colocaba en un pesebre y luego se envolvía en paños y así se lo llevaba a Jerusalén para el sacrificio. Deliberadamente, el cordero no era conducido por una cuerda o similar, sino que se llevaba en paños para asegurarse de que no se dañara en el camino hacia el Templo.

    ¿Dónde puedo encontrar esta información? ¿En qué escrito de la tradición Judía? me parece un dato impresionante, pero quisiera confirmarlo con las fuentes. De nuevo muchísimas gracias por compartir este precioso artículo y doblemente agradecido si me podéis ayudar
    Saludos en Cristo
    P. León______

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