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Estamos al comienzo de un nuevo año y aprovechamos esta oportunidad para repasar algunos de los consejos que hemos recibido a través de las entrevistas que pudimos escuchar a lo largo del año transcurrido. En esta ocasión escuchamos a Analía Amaral hablando sobre la importancia de las metas de carácter, a la Psic. Lidia Martín compartiendo sobre la gestión de emociones y a la Dra. Andrea Ruiz Velit.


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EA1063 – Entre Amigas –
Para recordar al comenzar el año (1ª parte)



Entrevista a Analía Amaral, Lidia Martín, Andrea Ruiz Velit

Victoria: Bienvenidas, queridas amigas, a un nuevo programa de Entre Amigas. Hoy vamos a estar repasando algunas de las cosas que estuvimos aprendiendo durante el año pasado. Vamos a tener tres fragmentos de entrevistas que fueron buenas para hacer y para escuchar, así que las invitamos a acompañarnos durante este tiempo de disfrutar juntas. Podemos comenzar escuchando a Analía Amaral, que nos compartió acerca de las metas que se estuvo poniendo para un nuevo año, sobre todo para un tiempo de pandemia. Si les parece, vamos a escuchar a Analía Amaral que nos cuenta acerca de las metas de carácter para este nuevo año.

Analía: Resulta que, en 2019, a fin de año, estaba hablando con algunas compañeras con las que nos conocemos hace mucho, y una de ellas nos preguntó que metas teníamos para el 2020. Algunas dijeron que querían viajar más, conocer distintos departamentos del país, encontrarnos más, hacer más ejercicio, adelgazar, cosas así. Ellas no son cristianas, pero saben que yo sí lo soy, y a mí me había pasado que el año 2019 había sido un año un poco difícil. Yo ya tenía mis metas pensadas, pero no tenían nada que ver con las de ellas. Una era ser más agradecida, la otra era ser más generosa, y la otra era ser más fuerte. Eran todas metas que tenían que ver con Dios y conmigo. Y bueno, fue pasando el 2020 y llegó la pandemia, y las metas que habían planteado no se podían hacer porque uno no podía viajar, no se podía encontrar con otras personas, cambiaron muchas cosas que nadie pensó que podían pasar. Fue una sorpresa para mí ver cómo Dios puede trabajar sobre las metas de carácter pase lo que pase, así haya una pandemia, una guerra, lo que sea, porque se trata de Él y de mí. Por eso es por lo que les quiero proponer ponerse metas, pero metas de carácter.

Entonces pensé en Gálatas 5:22-23, donde leemos acerca del fruto del Espíritu, y dice así: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. La verdad que Dios nos desafía mucho con el cambio de carácter. Pero estos eran los aspectos con los que comencé, y yo les quería traer una pregunta, que es si han crecido, cómo se encuentran en ellos. Por ejemplo, en el amor, uno sabe que primero tenemos que amar a Dios con toda nuestra fuerza, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma. Y no sé a quienes nos están escuchando, pero para mí el desafío más grande es el de la mente, decir “amo a Dios con toda mi mente y mis pensamientos los llevo cautivos a la obediencia de Cristo”.

Pero también en cuanto a las demás personas, porque si no amo a los hermanos que veo, en realidad no estoy amando a Dios, a quien no veo. Entonces pensaba ¿cuánto pienso en mí? Como para darme cuenta de mi egoísmo. ¿Pienso mucho en mí? ¿Hablo mucho de mis problemas, de mis dolores, de mis anhelos, de mis frustraciones? ¿Me tengo que sacar del centro, tengo que crecer en esto del amor? Después viene el gozo. ¿Cómo es mi ánimo? ¿Mi ánimo es constante? Porque sabemos que el gozo no es estar contento siempre, sino que ante las situaciones y circunstancias diferentes de la vida no estoy un día súper bien y al otro día soy el peor gusano y nadie me quiere. Es poder lograr esa constancia de carácter, de estoy animada porque sé quién es Dios, porque descanso en sus promesas, porque sé que no me va a fallar, porque tengo una esperanza en los cielos. Después la paz. Hay una canción que dice “Esa paz que siento en mi alma no es porque todo me va bien” y después dice “no miro las circunstancias”. Me hace pensar mucho en Jesús cuando estaba en la barca, se durmió, vino la tormenta y ahí estaban los discípulos desesperados diciéndole “¿no tenés cuidado de que perecemos?”, o sea, ¿no te importa que nos estamos muriendo? Y bueno, ¿cómo reacciono yo ante las tormentas de la vida? ¿Me descontrolo? ¿O puedo dormir como Jesús en las tormentas? También en el querer controlar. A veces uno quiere controlar las situaciones.

Victoria: Hasta que uno se da cuenta de que no puede controlar. Hay veces que le llega el tiempo a uno de dejar las cosas en las manos del Señor, pero hay veces que uno tiene que, como se dice comúnmente, darse la cabeza contra la pared para ver que en realidad no controlamos nada.

Analía: Sí, tal cual.


Victoria: También tuvimos la colaboración de la psicóloga Lidia Martín sobre lo que es la gestión de emociones, lo que es poder manejar las emociones, y no que las emociones nos manejen a nosotros. Así que, si les parece, vamos a escucharla.

Lidia: La verdad es que el tema de las emociones, sobre todo cuando uno quiere verlo desde esa doble perspectiva de la parte puramente humana, psicológica pero también la parte de fe es uno de esos temas controversiales por lo mal que se ha entendido dentro del cristianismo, y creo que también por los excesos que se dan fuera del cristianismo. Quizá nos cuesta a los seres humanos, más que cualquier otra cosa, el movernos en el equilibrio, y es verdad que en los últimos años especialmente, todo lo que ha tenido que ver con el plano emocional se ha catapultado y se ha colocado prácticamente en el centro de la adoración de las personas. Da igual qué tipo de emoción positiva sea, la gente busca esa felicidad y cualquier cosa que le presente alguna clase de satisfacción o un aparente beneficio emocional, cualquier subida de adrenalina parece que está bien. Y eso se ha endiosado y se evita, por todos los medios, cualquier emoción que nos lleve a sentirnos mal. Cualquier casa de malestar, tristeza, enfado, culpa, vergüenza o cualquier aspecto que nos haga encontrarnos mal. Muchas veces incluso desde las consultas seculares de psicólogos o psiquiatras se ha procurado eliminar.

Victoria: ¿Y qué pasa dentro de la iglesia, Lidia?

Lidia: Dentro de la iglesia ha pasado, quizás por no irnos al otro extremo, el fenómeno de intentar eliminar las emociones. Es esta distinción que se nos hace tan difícil a veces, de darnos cuenta de que el problema no está tanto en las emociones en sí mismas, y por lo tanto no se trata de demonizarlas, sino que se trata de aprender a usarlas convenientemente.

Victoria: Entonces estamos hablando de utilizar las emociones convenientemente. ¿Qué cosas tendríamos que considerar para esto, desde tu punto de vista?

Lidia: Quizás lo primero que tenemos que preguntarnos cuando estamos hablando de emociones desde un punto de vista no solo humano, sino que también de fe, es qué piensa Dios acerca de nuestras emociones. ¿No nos las dio Él? ¿Qué papel juegan dentro de la estructura de las personas que somos creadas por Él a su imagen y semejanza? Para mí esta parte, precisamente, cuando nos retrotraemos al Génesis, es la que me da más pistas, en un sentido, para poder comenzar a tirar de ese hilo y empezar a considerarlo un poco más en profundidad.

Si nosotros somos a imagen y semejanza de Dios y tenemos un Dios que se deleita, un Dios que se enoja, un Dios cuyo espíritu se entristece y se contrista por nuestro pecado, si Dios se alegra ante lo bueno, si puede mirar a lo que Él creó y decir, no solamente que era bueno, sino muy bueno, ¿no será que nuestras emociones entran también en ese especio creado por Él? ¿Y que debido a la caída han quedado también tocadas? Como tantas otras cosas, la sexualidad, por ejemplo, que es otro de los dioses de nuestro tiempo, muchas veces nos cuestionamos hasta qué punto son buenas o malas. Y sigo pensando y lo defenderé hasta que vea otra cosa distinta en el texto bíblico, que el problema no está en que el Dios lo creara, en el sexo en sí mismo o en las emociones en sí mismas, sino en ese uso torcido que hacemos de ellas desde la caída. Cualquier cosa que se coloca en un lugar que no le corresponde tiene riesgo de ser convertido en un dios. Cuando algo que es bueno y legítimo termina siendo algo que, no solamente no nos conviene, sino que nos esclaviza, ahí es donde tenemos que empezar a poner límites.

Así que creo honestamente que las emociones que tenemos son creación de Dios, quien las hizo muy buenas, sirven para conectarnos con el ambiente, para reaccionar ante lo que sucede fuera, también hace a lo que sucede dentro de nosotros cuando recordamos aspectos de nuestra vida, cuando pensamos en experiencias, cuando miramos a nuestros hijos, por ejemplo, y nos traen pensamientos o recuerdos, cualquier reacción emocional nos habla, de alguna manera, de que estamos vivos, de que somos humanos, de que estamos conectados, en definitiva, con el entorno. Y podemos imaginarnos lo que sería vivir sin emociones cuando pensamos en el contraste de aquellos que no pueden reaccionar ante el ambiente. ¿Qué pasa, por ejemplo, con una persona que está en un estado vegetativo? ¿Qué pasa con una persona que tiene una serie de problemas profundos a nivel emocional, como sucede muchas veces en el contexto del autismo? ¿Qué sucede, por ejemplo, con muchas de las patologías de tipo psicológico, en que lo que está descolocado es precisamente una emoción? En el caso de la depresión es la tristeza, en los problemas de conducta es la agresividad o la ira, en el caso de la ansiedad es el miedo el que se ha descolocado, sucede, por ejemplo, en muchísimas patologías de corte más psiquiátrico, más severo, como es la esquizofrenia, que se produce una especie de planicie emocional, una abulia, una especie de apatía sistemática en la que la persona prácticamente no reacciona adecuadamente a los estímulos y más bien su cerebro le juega una mala pasada, le hace vivir con muchísimo malestar, por supuesto también el producto de ese cerebro enfermo en términos de ansiedad, delirios, paranoia. La mente es algo muy complejo, y es ahí donde se albergan nuestras emociones, a pesar de que muchas veces se habla del corazón, la realidad es que no es en el corazón en donde viven las emociones, sino que en la zona más interior de nuestro cerebro, allí en lo profundo se han encontrado zonas como el sistema límbico, por ejemplo, que se encarga de capturar esa información de los sentidos, lo hace de manera automática, sin que nos demos cuenta, de una forma muy involuntaria, y eso es lo que hace demasiadas veces también que nos dejemos guiar por ellas desde ese impulso.

Victoria: ¿Y cómo podemos hacer para mantener nuestros pensamientos por buen camino?

Lidia: Las emociones deben pasar por otros filtros. Por supuesto, el Señor nos ha dotado también de una corteza cerebral que es la que se encarga de darle un tono más lógico, más racional a las emociones, pero para eso hace falta un poquito más de tiempo. La corteza prefrontal es otra zona de nuestro cerebro que se encarga de tomar decisiones y puede tener en cuenta a las emociones, pero no debería dejarse guiar solamente por ellas. Por supuesto, cuando analizamos las cosas desde ese doble punto de vista, desde la fe, entendemos que nuestras emociones han de estar sujetas al control del Espíritu Santo. Eso es lo que significa ser llenos de ese Espíritu Santo, que Él sea quien ejerce ese control sobre nuestras emociones y que podamos expresarnos en términos de ese fruto que es amor, gozo, paz paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Imaginemos lo que serían nuestras emociones si estuvieran sujetas de esa manera, por ese fruto del Espíritu en nosotros.

Victoria: Incluso mirando en la Biblia vemos que el Señor Jesús mostró sus sentimientos de forma pública en algunas oportunidades.

Lidia: Ahí es donde podemos darnos cuenta, podemos ver a Jesús disfrutando entrañablemente con sus amigos, podemos verle triste frente a la tumba de Lázaro, y no solamente sintiendo tristeza, sino también expresándola, sin tapujos, con su llanto. Y aquellos que estaban a su alrededor decían “mirad cómo le amaba”. Es decir, Jesús expresaba sus emociones, lo hacía públicamente, y también en privado, las traía delante de su Padre para expresarle cosas como “Mi alma está abatida hasta la muerte”, pocas horas antes de ser apresado para ir directo hacia la cruz. Y vemos a un Jesús sufriendo, vemos a un Jesús sudando gotas de sangre, lo cual habla de una extrema angustia, posiblemente de miedo extremo o de ansiedad, incluso. Y no debería, entonces, tildarse de algo malo a las emociones por el hecho de que muchas veces los humanos no sepamos controlarlas, sino que deberíamos ser capaces de ver en Jesús el modelo perfecto, ese modelo que era capaz de sentir, porque siendo 100% humano tenía esa capacidad, pero a la par, siendo 100% Dios y sometiendo su voluntad al Espíritu, era capaz de someter esas emociones a ese control y poder expresarlas claramente, sin prejuicios, pero no siendo estas emociones su guía, sino dejándose guiar por quien realmente puede marcar el tono que debemos seguir.

Así que el asunto de las emociones creo que es uno de los que peor hemos entendido, bajo esa idea bíblica de que el corazón humano es engañoso, y entendemos lo que eso significa, y nos damos cuenta de que efectivamente no puede ser la brújula de nuestra vida, pero sí deberíamos darnos cuenta de que hemos de separar las cosas, y que, si bien no es una brújula, sí es, en alguna medida, una señal, una luz roja que se enciende en nosotros, para bien o para mal, y que debemos atender. No siempre una luz roja indica que debemos hacer algo concreto, sino que significa simplemente que debemos parar un momento, analizar la situación, y tal y como pasaría con un semáforo, por ejemplo, decidir si es conveniente pasar o no, seguir pisando el acelerador o, por el contrario, pisar el freno.

Esto sucede a todos los niveles de nuestra vida. Cada vez que aparece una emoción, sea de tono positivo como la alegría, o de tono negativo, como la tristeza o el miedo, deberíamos intentar preguntarnos qué significa esa señal, por qué esa luz roja. Esto es lo que es el autocontrol, en definitiva, el ser capaces de parar, ser capaces de analizar lo que está sucediendo. Y es que a veces, incluso con el Espíritu hablando en nuestra conciencia, aparecen una serie de emociones, que es lo que sucede por ejemplo con la culpa o la vergüenza, que haremos bien en atender. La tristeza nos habla normalmente de aspectos de nuestra vida que no nos agradan, y quizás debemos analizar esa tristeza a la luz de que si lo que estamos queriendo para nuestra vida está alineado o no con los propósitos de Dios.


Victoria: También queremos compartir lo que hablábamos hace algunos meses con la Dra. Andrea Ruiz Velit, ella es peruana y nos contaba acerca de este ministerio que tiene que ver con celebrar la recuperación, ellos trabajan con diferentes adicciones, desordenes u otras conductas que pueden ser perjudiciales para la salud. Así que escuchamos a la Dra. Andrea Ruiz Velit.

Andrea: Celebrando la recuperación es un ministerio que comenzó en una iglesia en Estados Unidos. Fue creado por uno de los que posteriormente se convirtieron en pastores de la iglesia, pero que antes de eso sufrió de alcoholismo. Este pastor, en años previos, cuando luchaba contra el alcoholismo, estaba prácticamente por perder a toda su familia y una de las condiciones que le colocó la esposa fue que se recuperara de esta adicción. Ellos ya conocían de Dios, pero pese a esto todavía tenían ciertas luchas. Es así como este pastor ingresa a lo que es el programa de Alcohólicos Anónimos, que es muy conocido a nivel mundial. Ese programa tiene una estructura que se basa en ir avanzando pasos, en total son 12, y tiene una organización muy ordenada, es decir, tiene ciertas reuniones grupales, hay ciertas reuniones un poco más íntimas, y en cada una de ellas se van trabajando cada uno de estos pasos, los cuales te permiten ir aceptando que tienes un problema y posteriormente afrontarlo y ver cómo manejarlo.

Alcohólicos Anónimos habla de que tú no puedes solo, de que tú como persona eres incapaz de solucionar el problema por ti mismo. Entonces ellos te dicen que existe un ser superior, al cual cada uno de nosotros somos libres de colocarle un nombre, a quien vamos a recurrir, y que este ser superior nos va a dar la fuerza para que nosotros salgamos del problema. Obviamente este pastor, que en este momento ya era cristiano, conocía de Dios, y conforme fue haciendo el programa se dio cuenta de que funcionaba, y realmente él pudo estar en un período de abstinencia por mucho tiempo. En Alcohólicos Anónimos se felicita mucho y se hace mucho hincapié en el tiempo que te mantienes en abstinencia. Se celebran las 24 horas, se celebran las primeras semanas, se celebra el mes, los seis meses, el año, los dos años, y son realmente victorias que celebran de manera conjunta.

Así es como este pastor se preguntó: ¿Qué pasa si a este programa lo hacemos cristocéntrico? Así es como nació Celebrando la recuperación o, como se llama en inglés, Celebrate recovery. Es un ministerio internacional que está prácticamente en todos los continentes, y que se maneja mucho en misiones. No es un ministerio que nazca propio, siempre tiene que depender de alguna iglesia, y estas iglesias tienen que estar bajo la cobertura de la iglesia principal o de alguna iglesia asignada.

En Celebrando la recuperación el primer paso es aceptar que no podemos solos, aceptar que tenemos luchas, malos hábitos, situaciones con las que venimos luchando día tras día, y que siempre al final del día decimos: No he podido. Estas situaciones que pueden ser pecados, malos hábitos, adicciones, interrumpen nuestra calidad de vida y menguan nuestra paz y tranquilidad. Por lo tanto, no tenemos una vida de acuerdo con la que Dios nos ha llamado a tener.

¿Qué situaciones podemos manejar en este programa? Manejamos personas con diferentes tipos de adicciones, adicciones químicas, como pastillas, cocaína, marihuana, algún tabaco; adicciones psicológicas, personas que tengan problemas de codependencia, personas que tengan problemas de alimentación, personas que son ansiosas, personas que no pueden dejar de comprar, personas que luchan con la ira, personas que luchan con trastornos sexuales, con pornografía, con masturbación, personas que luchan con algo aparentemente tan simple como la mentira, personas que en realidad tienen mucho temor. En el último año, a raíz de la pandemia, estamos manejando a personas que realmente tienen mucho temor. Esto es algo que intentamos manejarlo de una manera mucho más exhaustiva.

Es un programa que consta de 12 pasos, estos 12 pasos se basan en las bienaventuranzas, e igual 8 principios. Es increíble porque cuando el pastor comenzó a buscar la relación, todo estaba escrito en las bienaventuranzas. Entonces en realidad nació en el corazón del Padre en algún momento y, obviamente, Celebrando la recuperación es la confirmación de esto.

Yo hice este programa en el 2018, 16 años después de conocer a Cristo, y realmente yo no estaba bien en ese momento. Había muchas cosas que se habían ido acumulando a lo largo de mi vida, situaciones, experiencias de los últimos años, y en realidad para mí el antes y el después es el haber hecho el programa de Celebrando la recuperación. Lo he dicho más de una vez, ese fue el año clave en el que yo decidí tomar el toro por las astas y buscar la solución a los problemas que tenía en ese momento. Aún sigo luchando con muchos, porque cuando nosotros enumeramos una lista de pecados y de luchas que podemos tener nos damos cuenta de que la lucha es muy larga, pero uno tiene que priorizar, hay mucho para trabajar, hasta el último día.

Celebrando la recuperación es un programa que consta de 24 lecciones y está hecho para desarrollarlo en 58 semanas, pero no es un programa que tenga inicio y fin. Todo el mundo puede ingresar al programa en cualquier momento, en cualquier semana. Adicionalmente, es un programa que, una vez que estás adentro, ya no quieres dejarlo, y quieres que otras personas compartan la misma sanidad que tú estás experimentando.

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