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Continuamos hablando con Elizabeth Bentancor acerca de LETRA, una organización que trabaja en la traducción bíblica. Hoy nos cuenta acerca de su experiencia personal, cómo llegó a LETRA y sus experiencias en las comunidades que ha visitado. Te invitamos a conocer más del trabajo que se realiza en las comunidades, llevando el evangelio y ayudando en todo lo que necesiten. Elizabeth nos desafía a predicar el evangelio día a día y a servir en lo que podamos, porque todos tenemos algo para dar. Se necesita de muchas personas dispuestas a ayudar en este proceso.


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EA1012 – Entre Amigas –
LETRA: Traducción bíblica – Parte 2



Entrevista a Elizabeth Bentancor

Victoria: Hola amigas, ha llegado nuevamente el momento de la entrevista, es un gusto recibirlas y también recibir nuevamente a Elizabeth Bentancor. Ella es integrante de LETRA, una organización que se enfoca en la tarea de la traducción bíblica en distintas comunidades que no tienen la Biblia en su idioma. LETRA Uruguay en este momento está apoyando al ministerio de LETRA Paraguay. Elizabeth, quisiera conocer un poco más de tu historia. ¿Cómo fue que llegaste a esta organización, a este trabajo?

Elizabeth: Bueno, si bien recibí al Señor de grande, de pequeña había algunas hermanas de una iglesia que nos venían a buscar para ir a una escuela dominical, y los pastores de esa iglesia eran misioneros. Así que era muy raro que nos fuéramos de la escuela dominical sin haber escuchado algo sobre misiones y sobre traducción. Cuando yo acepté al Señor, sentí claramente que lo mío eran las misiones, y soñaba con poder participar de la traducción bíblica. Pero yo tenía dos contras: Una era la parte económica, porque era bastante caro involucrarse en todo lo que tenía que ver con la traducción, y la otra parte era que yo no había terminado el bachillerato. Pero con el paso del tiempo decidí anotarme en el pelotón de oración, que es un grupo en el que vía mail recibís pedidos de oración sobre traducción bíblica para estar orando por la gente que está en el campo. En el año 1999, Wycliffe, que eran los encargados del pelotón de oración, se dieron cuenta de que la traducción bíblica venía avanzando muy lentamente y decidieron hacer una asociación con otra organización que es COMIVAN, Cooperación Misionera Iberoamericana. La idea era hacer cursos básicos en cada país para los que quisieran ser traductores, y eso iba acelerar el proceso, porque no tenían que sacar gente del campo para preparar a los futuros estudiantes. Entonces llegó la invitación a Uruguay, se anotó la hermana Susana Molina, que es misionera, y ella preguntó si yo podía ir y dijeron que sí. La organización no ayudó para que pudiéramos llegar, y cuando llegué no sabía qué hacer. Me encontré con lingüística, fonética, adquisición de una segunda lengua, apología, y acá en Uruguay el tema de la fonética y la lingüística, a menos que vos estés estudiando una carrera no se habla mucho. Así que estuvimos un mes cursando en Cochabamba. Allí trabajamos con un matrimonio quechua que fue el que nos ayudó en el aprendizaje de otra lengua. La idea era que Susana iba a dar los cursos y yo la iba a apoyar. Pero Dios tenía otra idea y Susana tuvo que viajar con su esposo, se fueron a otro país así que yo quedé a cargo del curso. Así comenzamos. Luego me pidieron para colaborar en Argentina en la materia de fonética, yo soy instructora en fonética y en adquisición de segunda lengua. La verdad es que me gusta el tema, pero yo no quería ser profesora, no me gustaba estar en el frente. Pero Dios organizó todo, y había chicos de Buenas Nuevas, que son los que trabajan con traducciones con audio, y nos hicimos muy amigos y pudimos trabajar de una forma muy linda con ese grupo. Hasta el día de hoy tengo contacto con varios de ellos. Muchos de ellos fueron al campo y algunos siguen allí. Me di cuenta de que esto era lo que Dios quería para mi vida, yo siempre creí que Dios quería que yo saliera al campo, pero me habló claro en que quería que estuviera ahí, en la enseñanza del área de la traducción.

Después Wycliffe nos invitó a participar de sus capacitaciones, allí fui conociendo más comunidades y adentrándome más, lo que me ha permitido ver las necesidades y ver como se transforman las comunidades cuando tienen la Palabra de Dios el gozo que experimentan. Es tremendo el contacto. Aquí en Uruguay también damos cursos básicos para los que quieren salir al campo, que no son solo para los que quieren ser traductores, porque hablábamos en el programa anterior de que los traductores van a ser los nacionales. Pero necesitamos gente que acompañe al misionero, y para nosotros es de mucha importancia que él sepa algo de fonética también. Además se parende lo que es la empatía. Hay un curso que se llama empatía cultural, donde trata con las relaciones para ver cómo desenvolverte. No es que vas a salir del curso siendo perfecto en tus relaciones, pero vas a conocer tus debilidades y tus fortalezas y así poder trabajar en ellas.

Victoria: Qué importante que es eso. Cuando hablábamos de que la Biblia llega a las comunidades hablábamos también de que llega con ella la cultura escrita a una comunidad. Entonces es muy importante que la Biblia se traduzca y que muchos la conozcan, pero también muchas veces a través de este programa de traducción se ayuda a que la comunidad pueda crecer, a que se pueda desarrollar, qué importante que es eso también. Elizabeth, me gustaría que nos contaras alguna historia o anécdota de tu contacto con las personas, con los pueblos nativos con los cuales quizás nosotros nunca hemos tenido contacto. ¿Qué es lo que te dicen cuando llegás?

Elizabeth: Bueno, a veces no es tanto lo que te dicen, sino cómo te reciben eso fue una cosa que me impactó mucho a mí fue la primera vez que visité a una de las comunidades. Ellos ven más allá de tu persona, miran tus ojos. El lingüista ya nos había comentado, nos dijo que en esta comunidad si les caés en gracia te pueden abrazar, y aparte de abrazar te pueden hacer cosquillas. Éramos todos varones y solo dos mujeres. Cuando llegamos empezamos a saludar se acerca uno de los ancianos, anciano porque era respetado en la comunidad, pero era relativamente joven. Se acerca, me abraza y me hace cosquillas. Yo quedé sin palabras.

Victoria: Sí, por más que ya lo sepas, en el momento quedás impactado, además las cosquillas, que son algo que no todo el mundo soporta.

Elizabeth: Cuando él me hizo cosquillas en seguida los demás también me vinieron a saludar. Entonces me dice Víctor, que es el lingüista: “Bueno, saliste sorteada, les caíste bien”. Cuando íbamos entrando a la iglesia había una persona de cada lado para saludar, había unos chicos chilenos allí, y uno de ellos empezó a pasar para atrás, se iba para atrás de la fila hasta que quedó último. Entonces lo abrazó uno de los ancianos, y él pasó toda la reunión llorando. Después nos contó que él no tenía una buena relación con su papá, nunca había recibido un abrazo de su papá, y que cuando esa persona lo abrazó y le dijo “Dios te bendiga” para él fue como si se le hubieran caído las cuerdas que lo habían atado todo este tiempo. Es como siempre decimos, vos vas a dar pero terminás recibiendo. En seguida te quieren compartir todo lo que tienen, sobre todo los gusanitos que comen, ese es otro de los recibimientos que hay. Pero pensando en tu pregunta, nunca me han preguntado por qué estoy allí. Simplemente lo aceptan, creen que si vas es porque los querés ayudar. Cuando fuimos por primera vez había un matrimonio de maestros que eran los que nos recibieron, y en la despedida nos decían que querían que volviéramos, nos hacían bromas de que iban a colocar un tejido en la entrada para que no nos fuéramos. La última vez que fuimos ese matrimonio ya no estaba, entonces el contacto lo hicimos a través de una maestra que yo conocía, y uno de los estudiantes con el que habíamos estado colaborando. El estudiante se ofreció para hacernos de intérprete. Ellos estaban enterados de que íbamos a ir, y nosotros habíamos contratado un bus, porque teníamos que llevar los comestibles y materiales. Pero el GPS, no sabemos por qué, nos llevó por otra ruta. Y yo empecé a decir: “este no es el camino”. Yo no había ido el año anterior por problemas de salud en mi familia, entonces el chofer me decía: “lo que pasa es que vos hace mucho que no venís”, pero yo le seguía diciendo: “no, pero esas comunidades no estaban de este lado”. Hasta que se detuvo, preguntó, y sí, le había errado al camino. Así que hasta que encontramos el camino correcto llegamos a la noche. Y yo pensé que alguien seguramente nos estaría esperando, porque es una ruta bastante oscura. Y cuando entramos a la comunidad, estaban todos los de la comunidad esperándonos. Detienen el ómnibus y sube un cacique que yo no conocía, y él me habló en español, me preguntó si yo era Elizabeth, y nos dio la bienvenida a la comunidad. Fue algo que para nosotros fue impactante. Cuando bajamos éramos pocos los que íbamos por segunda o tercera vez, la mayoría eran nuevos, pero igual los abrazaron cono si fueran amigos de toda la vida. Yo no lo podía creer, nunca creí que me iban a recibir así.

Victoria: Y esas son cosas que nos enseñan mucho en cuanto al modo de vida que estamos llevando, en el que no tenemos ni un minuto para parar. Vivimos a las corridas, y nos preocupa lo que le pasa al otro pero tenemos que seguir con lo que estamos haciendo así que no tenemos tiempo de ayudar. Qué importante y cuánto se aprende, ¿no?

Elizabeth: Sí, es tremendo. Una de las misioneras que fue con nosotras trabaja en India, en un hogar de niños. Ella me dijo: “Elizabeth, ellos están necesitados, pero los niños en India más, porque acá las mamás se preocupan por ellos”. Las mamás estaban sentadas todo el día con nosotros pero igual cuidaban mucho de sus hijos, los lavaban antes de las reuniones para que estuvieran bien limpitos. Es impresionante la forma en la que cambiaron entre antes, cuando no tenían todavía la Palabra de Dios, y ahora. La forma en la que se visten, ahora se arreglan para ir a la iglesia y todo.

Victoria: Es también un poco el tema de valorarse como persona, de encontrar esas respuestas a las preguntas que tenemos todos los seres humanos de qué somos, para qué estamos, de dónde vivimos. Pero se nota que han encontrado la respuesta en la Palabra de Dios.

Elizabeth: Y ellos te quieren enseñar cosas. Nos querían enseñar cómo hacen las manualidades de ellos, eso demuestra que somos parte de la familia. Otra de las cosas que nos llamó la atención es que nosotros siempre le enviamos comida a los ancianos para que ellos no tuvieran que ir muy lejos, porque ellos viven bastante alejados. Nosotros fuimos hasta las casas, pero hubo uno de los ancianos que vino con su bastón dos horas antes, solo para poder estar allí con nosotros, para ayudarnos. Así que hubo un cambio impresionante desde la primera vez que fuimos hasta ahora. Y actualmente estamos preparando el próximo viaje.

Victoria: Gracias por compartir esto con nosotros, Elizabeth. Estas cosas muchas veces nos ayudan a valorar lo que tenemos y cuánto tenemos para dar. Muchas veces cuando pensamos en dar, pensamos en cosas materiales, pero podemos dar otras cosas, como tiempo por ejemplo. Elizabeth, ¿qué les podemos decir a nuestras amigas que están escuchando, que tal vez algunas tienen a una comunidad cerca, o no, pero quieren ayudar? ¿Cómo pueden involucrarse? ¿Qué es lo que te sigue moviendo a vos a hacer lo que estás haciendo?

Elizabeth: Bueno, primero quiero decirles a todas las oyentes que no importa la edad que tengan. Incluso hemos llevado niños a las comunidades, el más chico tenía 3 añitos y era uno más de la comunidad. También hemos llevado personas mayores, porque todos tenemos algo para dar. Una de las cosas es la que tu decías recién, es el tiempo. Ellos necesitan que se les dedique tiempo de charlar, y sobre todo de escuchar, no solo la comunidad sino también por los hijos y la familia de los misioneros que están viviendo allí en la comunidad. La última vez que fuimos llevamos a una muchacha que no había podido prepararse con el equipo porque había conseguido licencia a último momento, y ella se ocupó de las hijas de los misioneros. Después la mamá nos agradecía, porque nos decía que a ellos los visitan pero a sus hijas nunca, estaba muy emocionada de que esta joven se había preocupado por sus hijas. Ellos te hacen parte de su vida, siempre quieren charlar, aunque tenés que esperar a que ellos te inviten, pero después de que te invitaron podés ir tranquilamente. Lo importante es que todos podemos dar algo, lo primordial es que ellos reciban la Palabra de Dios, y hay mucha necesidad  de eso. Cuando estábamos en esta comunidad apareció gente de otra comunidad vecina a pedir ayuda. Ahora a ellos se les está enseñando a hacer una huerta, le les enseña pasos de higiene, que eso no necesariamente tiene que hacerlo un médico, nosotros les hemos dado clases de cuidado personal, cómo lavarse el cabello, cómo cuidar las manos, todo con un mensaje bíblico. Les enseñás eso pero a la vez les enseñás cómo cuidar la parte espiritual también. Hay que cocinar para el equipo y para ellos, porque antes no almorzaban con nosotros pero ahora sí, siempre están con nosotros, se comparte todo, así que hay mucho para cocinar. También se necesita ayuda para pintar, para lavar, siempre hay algo que se puede hacer. Y ¿qué me mueve? Me mueve Dios. Yo nunca me imaginé que iba a estar en esto, si bien el Señor me prometió que me iba a llevar a varios lugares para compartir de su Palabra, nunca me imaginé esto. Me mueve el Señor y me mueve la necesidad que ellos tienen. Cariño y amor lo podemos dar todos. No necesitamos una preparación académica sino un corazón dispuesto y sensible a la necesidad del otro. Eso es lo que me mueve.

Victoria: Es verdad. Ha sido un gusto conversar contigo, Elizabeth. A todas nuestras amigas les decimos que si quieren escribirnos, si quieren tener más información, pueden comunicarse con nosotras por las vías que damos al final del programa. Las invitamos a que se queden pensando en todo lo que estuvimos conversando, y si hay alguna de ustedes que está escuchando y siente el deseo de poder trabajar y ayudar en esta área, contáctese con nosotros, escríbanos, porque es un trabajo muy lindo que va mucho más allá de evangelizar sino de hacer el evangelio la forma de vida. Como decías, hasta al enseñarles cómo lavarse las manos están enseñando la Palabra del Señor. Muchas gracias, Elizabeth, y a ustedes, amigas, las invitamos a que sigan escuchando Entre Amigas. ¡Hasta el próximo programa!

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