La teología de la Cruz de Martín Lutero (3ª parte)

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Autor: Carl Trueman

La teología de Martín Lutero era una teología centrada en la Cruz de Cristo. Sólo a la luz de la Cruz entendemos quién es Dios. La Cruz de Cristo no sólo altera nuestros conceptos teológicos, sino revoluciona la ética y la experiencia de vida cristiana.


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PE2480- Estudio Bíblico
La teología de la Cruz de Martín Lutero (3ª parte)



Queridos amigos, en el programa anterior vimos que Lutero no limita la teología de la cruz a la auto-revelación objetiva de Dios. Sino que Él considera que ella también es la llave a la comprensión de la ética y experiencia cristiana. Fundamental para ambas es el rol de la fe: a los ojos de la impiedad, la cruz es una necedad; es lo que parece ser: la muerte estremecedora, sucia, de un hombre maldecido por Dios.

«Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos» 1 Corintios 1:18 y 19

Así es como el intelecto del impío interpreta la cruz – ya sea una locura para los griegos, o un escándalo a los judíos; según si uno escoge el pecado de la arrogancia intelectual, o el de la egolatría moral.
Los ojos abiertos a través de la fe, sin embargo, ven la cruz como lo que verdaderamente es. Dios es revelado, escondido en la forma externa. Y la fe debe ser comprendida como un regalo de Dios, no como una fuerza del intelecto del ser humano mismo.

Este principio de la fe le permite, entonces, al creyente, comprender cómo él o ella deben comportarse. Unido a Cristo, el gran Rey y Sacerdote, el creyente también es un rey y un sacerdote. Pero, este título no es ninguna excusa para ser mandón con otros. De hecho, la realeza y el sacerdocio en el creyente deberían ser realizados como en Cristo – a través de sufrimiento y el auto-sacrificio en el servicio a otros. ´

Más que eso, si la muerte de Cristo, de manera misteriosa, es una bendición, entonces todo el mal que le puede ocurrir a un cristiano también puede ser una bendición. Sí, la maldición ha sido quitada; sí, bendiciones fluirán; pero ¿quién ha decidido que esas bendiciones deban coincidir con las pretensiones y expectativas del occidente materialista?

La lección de cruz, para Lutero, es que el hombre más bendecido de la tierra, Jesucristo mismo, demostró ser bendecido justamente en Su sufrimiento y muerte. Y si Dios actuó de esa manera con Su Hijo amado, entonces aquellos que por la fe están unidos a Él, ¿tendrán el derecho de esperar algo diferente?

Eso, para Lutero, pone el problema del mal a una luz un tanto diferente que para, digamos, Harold Kushner, el rabino que escribió “Cuando las cosas malas le pasan a la gente buena”.

Estas cosas suceden, diría Lutero, porque Dios bendice de esta manera a los creyentes. Dios completa Su obra en nosotros al hacer Su obra extraña (lo contrario de lo que esperamos); Él nos bendice en verdad, cuando aparentemente nos está maldiciendo.

Eso de hecho es así. Cuando comprendemos que la muerte de Cristo – el peor crimen de la historia – correspondió de una manera profunda y misteriosa a la voluntad del Dios trino, sin que al hacerlo Dios se hiciera culpable moralmente de manera alguna, entonces también vemos la solución para el antiquísimo problema de cómo se puede absolver a un Dios todopoderoso de la responsabilidad en cuanto al mal.

La respuesta al problema del mal no se encuentra en que tratemos de descubrir cómo y dónde surgió, ya que eso sencillamente no nos ha sido revelado. En lo ocurrido en la cruz, más bien, queda claro que el mal es totalmente ahuecado a favor del bien. Romanos 8:28 es cierto en base a la cruz de Cristo:
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo

Si Dios puede tomar el peor de los males y convertirlo en lo mejor de todo lo bueno, cuanto más puede tomar los males menores que complican la historia de la humanidad – desde tragedias personales hasta catástrofes internacionales – y transformarlos también para Sus buenos propósitos.

La teología de la cruz de Lutero es demasiado amplia para poder cubrirla adecuadamente en un solo artículo. Pero tengo la esperanza que mi corto compendio deje claro qué rica inspiración de consideración teológica pueden ganar aquellos que mediten en 1ª Corintios 1, y lleguen a ser conscientes de los espectaculares contrastes entre la apariencia y la realidad que pueden ser encontrados en las Sagradas Escrituras, y que fueron destacados con tanto ímpetu por Martín Lutero.

Como antídoto al sentimentalismo, al evangelio de la prosperidad, y a la excesiva expectativa mundana del apocalipsis, esto es oro teológico. La cruz no solamente es el lugar donde Dios redime el pecado; también es una revelación profunda de lo que Dios es, y de cómo Él obra frente a Su creación.

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