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Autor: Norbert Lieth

En 1ª Timoteo 2:1-6, Pablo manda a orar por todos los hombres, para que sean salvos. Nombra específicamente a los que están en eminencia. Veremos las razones por las cuales debemos orar, y el enorme poder que muchas veces no aprovechamos.


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PE2741- Estudio Bíblico
La primera carta a Timoteo (7ª parte)



Oración, ¿por quién?

Llegamos en el programa pasado al capítulo 2 de primera Timoteo, donde Pablo enumera una lista de prioridades espirituales: «Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres  y sigue. Vimos la importancia de tener las prioridades correctas. Y vimos que, ante todo, o sea en primer lugar viene la oración. Y hablando de la oración, nombra cuatro características de ella: primero Rogativas o Súplicas. Esto es lo que  hacemos cuando estamos en gran aprieto. En segundo lugar, Pablo mencionó oraciones. Orar es hablar con Dios y solamente con Dios. Y vimos que en la salvación hay algo que tiene que ver con Dios. Dios es glorificado por los que son salvos por El, pero también en la salvación en sí,  se ve la gracia y la verdad de Dios desplegarse en todo su esplendor de modo que Dios es glorificado. Y por eso cuando oramos por la salvación de otros, oramos también que la gloria de Dios sea manifestada.

Hoy continuamos con la tercer forma de orar que Pablo menciona y son: Peticiones o Intercesiones. Interceder es ponerte en la brecha por otra persona, identificarte de tal manera con otra persona que su causa se torna la tuya. Así el Señor Jesús intercede por nosotros. En 1 Juan capítulo 2 dice el apóstol:Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Cuando uno de nosotros tiene que ir a juicio puede que, si no puede pagarse un abogado, se le asigna un abogado de oficio. Este hombre tiene que defenderte y lograr que te hagan justicia. Lamentablemente como le pagan poco hará poco por ti. Al fin y al cabo, es tú problema, no el suyo. El Señor Jesús es muy distinto. Él hace suya tu causa y no descansa hasta llevarlo a un buen fin.

Él puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”  Dice Hebreos 7:25, y Romanos 8:34 nos asegura: “Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. Así nosotros podemos interceder por otras personas, pedir a Dios por su salvación, pedir como si fuera por nosotros mismos que pedimos. Y si a veces no sabemos qué o como orar dice la Biblia que el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles (Rom 8:26).

Y por último dice Pablo que debemos orar con acciones de gracias: Orar con un corazón agradecido. Expresar nuestra gratitud por las contestaciones recibidas e independientemente de la respuesta podemos dar gracias a Dios que lo que él hace es bueno recto y justo. La gratitud nos mantiene en la posición correcta para con Dios. En realidad, ninguno merece el cielo, todos pecamos y estábamos destituidos de la gloria de Dios. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).

Así que nuestro texto dice: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias… Pero, ¿por quién o para qué debemos orar? Seguimos leyendo: …por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Debemos orar a favor de todos los hombres. Nadie debe ser excluido de la oración. No hay límites. En la intercesión, no hay excomunión. Es Dios mismo quien establece las prioridades. Nuestra oración debe seguir hasta donde la voluntad de Dios lo permita, y Él desea que todas las personas sean salvas, y que lleguen al conocimiento de la verdad. Dios no excluye a nadie. Él no pone “peros” ni límites. Así, tampoco nosotros deberíamos excluir a nadie de nuestras oraciones. En segundo lugar, Pablo especifica que debemos orar por las autoridades. Ahí debemos pensar en gobernantes, en todas las áreas, incluyendo los consejos municipales, la policía, los que velan por el orden y los militares. Debemos recordar que, en aquella época, la Iglesia era perseguida por los gobernantes. A pesar de eso, Pablo exhorta a los cristianos a bendecir al gobierno, a serle obedientes y sumisos.

Pablo dice que la oración tiene el poder de hacernos vivir en paz y tranquilos, obedeciendo a Dios y llevándonos bien con los demás, con toda piedad y dignidad. La oración tiene más poder que los poderosos que gobiernan. Nos imparte la tranquilidad y quietud para que podamos obedecer a Dios sin sobresaltos en nuestra vida. A través de la oración de Sus hijos, Dios también mueve los corazones de los gobernantes. Utilizamos hoy día muy poco este poder de la oración, y confiamos muy poco en lo que Dios aún puede hacer a través de ella. Dios mismo nos manda a que oremos por los que están en eminencia, para que cuando lo hagamos, Él pueda mover su brazo salvador a nuestros favor. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador” (1 Ti. 2:3).

Orar por la salvación de otros es bueno. Es muy poco cristiano no preocuparse por aquellos que sin Dios y sin esperanza van a la condenación eterna. Sería –como dijo el profeta Samuel cuando se despidió del pueblo– un pecado no orar por ellos. Orar por la salvación de otros es agradable delante de Dios. Es la voluntad de Dios que todo sean salvos. Dios manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan. Si tú oras por la salvación de tu vecino oras conforme a la voluntad de Dios.

Él quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (versículo 4). Dios no excluye a personas de Su plan de salvación, sino las personas mismas son las que se excluyen por su propia obstinada voluntad. Así el Señor Jesús podía llorar sobre Jerusalén: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mt. 23:37). «El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir (Mateo 22:2-3). Dios no nos conduce con una argolla en la nariz. Debemos orar por todas las personas, pues Su voluntad es que todas las personas sean salvas.

Orar por la Salvación de otros es lógico. Versículo 5: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Es lógico porque hay un solo Dios, que dice por boca de Isaías: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios”. Vivimos en un tiempo que cada uno ora a su dios y a su manera, pero la Biblia deja en claro que hay un solo Dios. Que es Dios sobre todos. Oremos para que las personas reconozcan al único Dios vivo y verdadero y que tiene derecho sobre sus vidas y que busca su bien.

Orar por la salvación de otros es Necesario porque hay un solo Mediador. Debemos orar para que las personas lleguen al conocimiento de la verdad. Para que reciban a Jesucristo que es el único por quien llegamos al Padre. Él fue puesto por el padre como mediador entre Dios y los hombres. Él que es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Él se ha hecho carne para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Orar por la salvación de otros es justo porque para esto murió Jesús. El cual se dio a sí mismo en rescate por todosdice la primera parte del versículo 6. En la salvación de pecadores vemos la justicia de Dios. Dios es justo cuando justifica al que es de la fe al que es de la fe de Jesús. ¿Porqué? Porque Él pagó el precio para nuestra justificación, enviando a Su Hijo: El cual se dio a sí mismo en rescate por todos”.

Y encontramos nuevamente la palabra TODOS. Dios quiere que tú ores por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

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