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Autor: Wilfried Plock

En este programa vemos las características de Dios tal y cómo él se presenta y la diferencia que hay entre las ideas o las concepciones de la filosofía antigua o las construcciones personales actuales.


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PE2587 – Estudio Bíblico
Jesús es el camino (3ª parte)



¿Quién es Dios?

Es siempre un gusto darles la bienvenida, amigos, continuamos con el estudio bíblico de por qué afirmar que Jesús es el Camino. Si me acompaña leamos juntos el texto bíblico que se encuentra en Hechos 17:22-27 y dice: “Pablo se puso en medio del Areópago y tomó la palabra: – ¡Ciudadanos atenienses! Observo que ustedes son sumamente religiosos en todo lo que hacen. Al pasar y fijarme en sus lugares sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: A UN DIOS DESCONOCIDO. Pues bien, eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros”.

En cierta ocasión, un hombre adulto estaba hablando sobre la fe bíblica con una niña pequeña. Ella tenía fe, pero el adulto era escéptico. Después de hablar un rato, la niña afirmó: “Dios es tan pequeño que cabe en mi corazón, pero tan grande que no te entra en la cabeza”. Este ejemplo nos sirve para introducir nuestro tema, ¿qué imagen tenemos de Dios? ¿Una imagen filosófica que nos tiene que entrar en la cabeza? ¿O una bíblica, que nos llena el corazón? Para la mayoría de la gente Dios es una conclusión, pero no una realidad. Conocen a Dios de oídas. Su fe en Él es solo marcas de lo que un día aprendieron cuando eran pequeños. Para muchos otros, Dios es solamente un ideal, otro nombre para la bondad, belleza o verdad. Todas estas ideas de Dios tienen una cosa en común: no se basan en una experiencia personal con Dios. ¿Qué imagen tenemos nosotros de Dios? ¿Una imagen filosófica o una imagen bíblica?

¿Quién es Dios? ¿Cómo es Él? Estas preguntas tienen miles de años, y ocuparon a los antiguos egipcios, babilonios, chinos, griegos, romanos y alemanes. Me resulta imposible detenerme ahora en todas las imágenes que se tenían antiguamente de Dios. Tomemos como ejemplo la imagen que trazaron los griegos en el primer milenio, ya que su filosofía fue la que mayor huella dejó en Occidente. El término filosófico del dios de los antiguos griegos se diferencia mucho del Dios de la Biblia. Mientras que el dios de los filósofos es un ser superior, el de la Biblia es una persona. Entretanto que uno es estático, el otro es claramente activo. El dios griego es un “eso” una cosa, el Dios de la Biblia es un “Él” como ya vimos. El pecado en la filosofía es la falta de ser, mientras que el pecado de acuerdo a las escrituras es la rebelión contra esta persona activa y dinámica que es Dios.

Los griegos enseñaban que su dios es eterno, armonioso, que descansa en sí mismo. Es el que mueve sin moverse, es estático. Según los antiguos griegos, es insensible, inconcebible, infinito, inmutable, invisible, innombrable. Dios es un desconocido. Cuando Pablo llegó a Atenas, vio en uno de los altares la inscripción: “Al Dios no conocido”. A ésta altura es importante que nos preguntemos: ¿Qué imagen de Dios tenemos nosotros?  Esta misma situación se da en la mayoría de las personas hoy en día: no conocen a Dios. Tampoco se han tomado nunca la molestia de buscarlo y conocerlo. Es por eso por lo que Dios no juega un rol verdaderamente trascendente en sus vidas.

Él está de vez en cuando en ciertos días como la comunión y la confirmación o en días festivos como Semana Santa o Navidad. Por lo demás, Dios no tiene ningún significado real en sus vidas. Encima, cuando algo va mal, se presenta alguna enfermedad o una muerte, entonces se le pone en el banquillo de los acusados y se preguntan: ¿cómo ha podido Dios permitir esto? Cuando Dios quebranta a alguien, entonces se rompe la imagen que esa persona se hizo de Dios. En nuestra vida, nunca seremos abandonados por Dios, pero sí de nuestros preconceptos de Él. Es más, esos preconceptos, incluso deben venirse abajo si realmente queremos conocer al Dios vivo y real. Cuando alguien me dice: “Yo ya no puedo creer en Dios, desde la Segunda Guerra Mundial perdí la fe en Dios”, “desde que me dejó mi mujer”, “desde que mi hijo desaprobó el examen de ingreso a la universidad”. Siempre suelo responder: “¡Un momento! Tú ya no crees en la imagen que tenías hecha de Dios, en un cliché; sin embargo, al Dios verdadero probablemente ni lo conozcas”.

Comenzaremos ahora una descripción que continuará en el próximo programa y tratará de ¿Quién es Dios? Y, ¿cómo es Él?

El Dios de la Biblia puede estar enojado y puede ser celoso. El Dios de la Biblia puede hablar y pensar, puede negociar, puede mover sus manos y es una persona. Sí, el Dios de la Biblia es una persona con la que podemos tener una relación. ¿Qué imagen de Dios tenemos nosotros? Nuestra sociedad, cada individuo, cada uno de nosotros tenemos una imagen concreta de Dios. En realidad, ¿de qué dios en concreto estamos hablando? ¿En qué dios creemos? ¿En un dios griego o en el Dios vivo de la Biblia? Los filósofos griegos pensaban que, si Dios podía tener sentimientos como la alegría, el sufrimiento, la ira o la preocupación, entonces los seres humanos podían influir en Él. Sin embargo, esto implicaría que éstos fueran mayores que Dios y eso es imposible. ¿Me permites, con este trasfondo, presentarte los principios de la imagen bíblica de Dios?

Para comenzar El Dios de la Biblia es un Dios vivo. A este Dios lo podemos oír. Es un Dios que se puede experimentar; es una realidad que podemos vivir. Muchos de nosotros lo hemos experimentado como Aquel que ha cambiado nuestras vidas. Es un Dios que sorprende. A muchos de nosotros –a mí mismo también – nos ha sucedido como a Job, que pensaba que conocía a Dios. Sin embargo, en Job 42:5-6 vemos que en un momento tuvo que reconocer: “De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos. Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza«.

Un segundo punto para tener en cuenta sería que El Dios de la Biblia se da a conocer. Él se ha manifestado. Él se ha “destapado” igual que cuando destapamos un monumento al inaugurarlo. Él se ha mostrado. Él no es el que mueve sin moverse y que reina en algún lugar por encima de las estrellas. La Biblia nos enseña cinco niveles en los que podemos conocer a Dios. A través de la creación como leemos en Romanos 1, a través de la conciencia, según encontramos en Romanos 2 y si leemos los capítulos 9 al 11 de Romanos entenderemos que podemos conocer a Dios por medio de Israel. También podemos conocerle a por medio de su Palabra y por medio de su Hijo.

El Dios de la Biblia se ha revelado en Cristo Jesús. El pastor Wilhelm Busch lo expresaba de la siguiente manera: “Desde que Jesús vino, negar a Dios es o desconocimiento o mala voluntad”. Como se suele decir: cuando un avión empieza a tambalear, hasta los ateos empiezan a orar. Nadie nace siendo ateo, sino que recibe una educación para no creer. Los ateos son el resultado de una ideología, de una falsa ideología. Los ateos afirman que no hay ningún Dios. Sin embargo, la Biblia dice en el Salmo 141: “Dice el necio en su corazón: no hay Dios”. Negar a Dios es lo más necio que podemos hacer. Negar una realidad no elimina dicha realidad.

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