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Autor: Wilfried Plock

Engaño religioso, materialismo, el regreso de Jesús a buscar a su iglesia, la destrucción de este mundo, y más. ¿Tenemos una esperanza en medio de todo el caos que se vive hoy en día y de todas las cosas que sucederán en un futuro cercano? ¿Está usted preparado para todo lo que va a ocurrir?


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PE2605 – Estudio Bíblico
Jesús es el camino (21ª parte)



¿Hay un futuro?

¿Qué tal, amigo? En el encuentro pasado comenzamos a conversar sobre eventos futuros basándonos en el texto bíblico que usted mismo puede leer en Lucas 17. Vimos que algunas señales sobre la proximidad del fin de este mundo, que la Biblia nos anuncia, son el engaño religioso y la banalidad de la vida de las personas.

Sin embargo, hay que decir que en este mundo no hay solamente cosas negativas. En medio del revuelo y las tentaciones, Dios también está construyendo Su reino. Cristo les enseñó a sus discípulos que en medio del trigo también crecen –al mismo tiempo– las malas hierbas (Mateo 13:24-30). Todo tiene que madurar en este mundo. Lo malo madura y va en dirección al juicio, pero lo bueno también madura. Hay dos líneas que convergen: el mundo estará cada vez más oscuro; la incredulidad aumenta y todo lo que va en contra de Cristo alza su cabeza orgulloso. Sin embargo, los cristianos levantan su cabeza porque esperan que Jesús vuelva. En Juan 14:1-3 podemos leer lo que Jesús les dijo a Sus discípulos al despedirse de ellos: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté”. Los cristianos no serán consolados solamente en el futuro, sino que ya ahora reciben consuelo. Esta es la esperanza de los verdaderos cristianos, y por es los cristianos son hijos llenos de esperanza. ¿Tiene usted esta esperanza, amigo?

A veces en mis conferencias, me dirijo a los que niegan a Dios de la siguiente manera: “Mis queridos amigos ateos, ¿qué esperanza tienen? Para ustedes todo se acaba con la muerte. Es más, tiene que acabarse todo porque, si no, tendrían un mal despertar” Sin embargo, están equivocados porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. Con la muerte no acaba todo, aunque sí algunas cosas: allí donde estés nadie más orará por ti, no podrás leer la Biblia, nadie te invitará a reuniones aburridas, no habrá perdón de pecados, no podrás confesar tus pecados y ya no habrá salvación”. Este es un panorama desolador, sin dudas. Aquí, mientras estamos vivos en este mundo, estamos en el tiempo de la siembra; pero en el más allá será el tiempo de la siega. Los cristianos verán lo que creyeron por fe. Va a ser increíble. Los ateos, sin embargo, se encontrarán con lo que no quisieron creer y será horrible para ellos. Por eso, cuando la Biblia informa sobre el futuro, siempre está haciendo un llamado para que la gente cambie de sentido y se arrepienta. El Nuevo Testamento nos enseña en Hebreos 9:27-28 que “así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez (así que no hay reencarnación), y después venga el juicio, también Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan”.

Dígame una cosa, amigo: ¿Espera usted a Cristo? ¿Su vida le pertenece a Él? ¿Se alegra usted de que vaya a volver? ¿O tiene miedo? Sería bueno que por una vez fuera sincero consigo mismo y con Dios, y entonces podrá recibir ayuda. Imagínese que Cristo volviera hoy, con su rostro radiante como el sol y sus pies como mineral ardiente, acompañado de millones de ángeles. Imagínese que está delante de usted, ¿le podría llevar con Él como su propiedad a las mansiones que tiene preparadas? ¿O tendría que dejarle y rechazarle por haber sido ateo o vanidoso? Usted mismo debe responder esta pregunta.

Los cristianos, mi amigo, esperan una llegada. No viven a la sombra de un juicio final, sino con la esperanza de un mañana resplandeciente en la eternidad. Jesucristo va a volver. Los dueños de esta tierra vienen y se van, ¡pero nuestro Señor va a volver! Cuando el Hijo de Dios se presente se llevará a su Iglesia consigo al cielo. Primero, resucitarán los cristianos que han muerto y, entonces, el Señor transformará a los cristianos que vivan en ese momento y se los llevará. Eso quiere decir que habrá una generación de cristianos completa que no morirá, sino que se irá con vida al cielo. Podría ser nuestra generación. ¿No es emocionante? Pero estos no van a ser los cristianos nominales, ni los tradicionales que no han recibido la vida de Dios. Son los que se hayan convertido y apartado del pecado, los que hayan experimentado el perdón de la culpa y tengan sus nombres inscritos en el libro de la vida.

¿Estará usted también? ¿O solo se dedica a aparentar cierta piedad? Quiero admitir que personalmente me alegro mucho de que vaya a llegar ese día. ¿Sabe por qué? Creo en Jesucristo desde hace más de 25 años. Desde que le conozco, todos los días paso tiempo hablando con Él. He aprendido mucho sobre Él, ha llegado a ser mi mejor amigo. Sí, Él se ha convertido en mi vida. Por Él he dejado el trabajo que tenía y a algunos amigos, porque lo que Él me regaló era muchísimo más. Aún no lo he visto. Nuestra relación es parecida a un compromiso por teléfono. ¿No cree usted que tengo ganas de conocer cara a cara a Aquel al que mi alma ama? Amo a mi esposa y a mis hijos. Me gusta mi trabajo. Pero cuando Él venga, dejaré enseguida todo atrás y empezaré a vivir en el cielo.

¿Qué hay de usted, amigo? ¿No quiere formar parte de ese día? ¿O prefiere encaminarse hacia un anochecer sin aurora? En el texto bíblico de Lucas 17 que tomamos como base, Jesucristo dijo: “Les digo que en aquella noche estarán dos personas en una misma cama: una será llevada y la otra será dejada. Dos mujeres estarán moliendo juntas (o en alguna empresa): una será llevada y la otra será dejada”. ¿Sabe a qué se refiere? Que cuando Jesús venga se va a llevar a su Iglesia, entonces será cuando separe la paja del trigo. En ese momento, se producirá una grieta en nuestra sociedad y en las familias, e incluso en los matrimonios. El Hijo de Dios se llevará a su Iglesia al cielo. Los creyentes habrán llegado a la meta. La fecha más segura del futuro de la historia universal es la del regreso de Jesucristo. La humanidad atea se quedará en la Tierra, a la espera de los juicios de la Gran tribulación.

Esto me recuerda a la triste historia del hundimiento del barco Titanic. En abril de 1912, el lujoso Titanic chocó delante de Terranova contra un iceberg y, poco tiempo después, se hundió. La noticia se divulgó al día siguiente en Inglaterra. Los familiares se reunieron delante del edificio de la naviera de Liverpool, donde fueron colocaron dos tablones grandes. Cada cierto tiempo, empleados de la compañía salían para colgar papeles con nombres en una de las dos tablas. En función de dónde se colgaban los nombres había júbilo, lágrimas de alegría y abrazos entre la multitud o un horror paralizante y desesperación. En una de las tablas decía “Salvados” y en la otra “Perdidos”. Estoy convencido de que una de estas palabras también estará presente al final de nuestras vidas: ni rico ni pobre, ni sano ni enfermo, ni evangélico ni católico, sino salvado o perdido. Así que dese prisa, amigo, y asegúrese de que esté a salvo. Ya es hora de dar la vuelta. Crea en la Palabra de Dios y acepte a Jesucristo como su Señor y redentor. Si Dios le ha hablado, respóndale. “Mañana” es la palabra favorita de Satanás. Jesucristo le dice: “Quiero entrar en su vida hoy”.

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