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Autor: Ernesto Kraft

Un estudio sobre la vida de Moisés, a partir de Hebreos 11:7. Además trata sobre la importancia de la fe frente a la incertidumbre y oposición y el cuidado con querer llevarse la gloria.


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PE2758- Estudio Bíblico
Héroes de la fe (3ª parte)



Noé

Queridos oyentes, en el programa anterior, comenzamos a escuchar sobre los integrantes de la llamada lista de Héroes de la fe de Hebreos 11 y entendimos un poco más, en qué consiste esta fe. Ha llegado el turno de hablar del tercer integrante de esta lista, que es Noé. Dice Hebreos 11: 7a: Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase. El nombre Noé significa “paz”, “consuelo.” Para tener paz en el corazón, es necesario tener fe. Isaías 57:21 dice lo siguiente sobre los incrédulos: No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos. Noé recibió ese nombre sin haber hecho algo para merecerlo, pero sí vivió de acuerdo con su significado.

La única forma en que una persona se vuelva cristiana, es experimentar el nuevo nacimiento. Tal persona se vuelve, como Noé, alguien que se distingue de las otras personas por causa de su fe. Noé honró a Dios con su vida. Su fe trajo consecuencias para su vida diaria, volviéndolo diferente de sus compatriotas. Sabemos que solamente él y su familia fueron salvos por el arca. Esto quiere decir que todas las demás personas vivían una vida diferente, que les trajo juicio. Honramos a Dios y nos distinguimos de los incrédulos en la medida en que vivimos una vida cristiana. Por la fe, Noé preparó el arca basándose apenas en la palabra de Dios para él. Trabajó 120 años en un proyecto para el cual no se veía la necesidad. Pero no desistió, permaneciendo firme hasta el fin y así honró a Dios. Esa actitud de Noé nos da valor para no desistir en nuestro diario vivir. Es necesario seguir, a pesar de no recibir ninguna confirmación respecto de nuestro trabajo, como Noé. Tenemos que seguir construyendo con base en la Palabra, a pesar de que las circunstancias estén contra nosotros. ¿Honramos a Dios por la fe? ¿Seguimos con fe a pesar de que nadie más cree?

Noé hizo obras grandes basado apenas en una palabra del Señor. Tenemos millares de promesas y no necesitamos persistir la mitad del tiempo que Noé persistió. No hay razón para desanimarnos. Noé perseveró 120 años basado apenas en una palabra de la cual no se veía efecto ninguno. Por eso, queridos hermanos, no tenemos razón para desistir, ni aún así. Hebreos 11:7b continúa diciendo. “…Y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Noé predicó el mismo mensaje durante 120 años, y a pesar de eso nadie cambió de vida. ¿Cuál sería nuestra actitud si nadie reaccionara a nuestro esfuerzo? Él se apoyó en aquella única palabra divina y persistió hasta el final. Superó todas las frustraciones y burlas, y no se dejó desviar de la tarea que Dios le había asignado. Noé honró a Dios, y por eso es y seguirá siendo un ejemplo para nosotros. Noé fue fiel a la palabra de Dios en todo lo que hizo. El Señor dio la orden de aplicar brea por dentro y por fuera del arca, y Noé hizo exactamente conforme a las instrucciones recibidas.

Vivimos en un tiempo en que la fidelidad a la Palabra de Dios no es tomada en serio. Las consecuencias están citadas en 1 Timoteo 1:19: Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos. El arca que Noé construyó no naufragó porque fue fiel a la palabra y a las instrucciones de Dios. Hebreos 11:7b dice que: Por medio de la fe condenó al mundo. Noé no hizo ninguna concesión al mundo, y por eso se volvió un instrumento de testimonio permanente: cambie de vida para no ser condenado. Cuando decidimos vivir por la fe, siempre seremos una piedra de tropiezo para el mundo. El hecho de que el mundo se burle y se ría de nosotros, y hasta nos odie por ser cristianos, es una señal positiva en relación con nuestra vida cristiana. Cuando nos adaptamos al mundo al punto de que este ya no se escandaliza, necesitamos preguntarnos dónde estamos haciendo concesiones al pecado y admitiendo el espíritu mundano. Actuamos entonces como aquel niño que cambió su oración así: “Si he hecho algo malo hoy, querido Dios, por favor no lo consideres” para decir: “Si he hecho algo malo hoy, querido Dios, eso no te interesa”.

Ya no vivimos la fe hasta las últimas consecuencias, y por eso el mundo ya no se convence de sus caminos perversos. Noé no abandonó sus convicciones para quedar bien con el mundo, y así honró a Dios. Como cristianos y como Iglesia, somos llamados a ser luz y sal en el mundo. Y solamente podemos serlo si nos separamos de la vida pecaminosa. Sea hoy luz y sal donde usted esté. De nuevo, Hebreos 11:7 dice: Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.

Génesis 8:20 cuenta cuál fue la primera cosa que Noé hizo al salir del arca: construyó un altar dedicado al Señor y, tomando algunos animales y aves puros, los ofreció como sacrificio, quemándolos sobre el altar. Por medio de esa actitud, nuevamente le dio honra a Dios. No se enorgulleció de haber sido salvado ni de la resistencia del arca que había construido, sino reconoció que era Dios quien le había provisto todo.

Hoy Dios no recibe ninguna honra; en vez de eso, el ser humano asume para sí todo el crédito, como alguien que todo lo puede. Cierto maestro les preguntó a sus alumnos de dónde venía el ser humano y quién lo había creado. Un niño contestó: “Dios me hizo de ese tamaño” – y separó sus manos mostrando una longitud de 40 centímetros. Terminó su respuesta agregando: “El resto lo crecí yo solo”. Muchas veces tenemos ese pensamiento en la vida cristiana: “Todavía estoy aquí porque me cuidé; siempre tuve una dieta balanceada”, y otras expresiones así por el estilo. Pero esa no es la razón por la cual somos jóvenes o ancianos. La razón de estar vivos aún es únicamente la gracia y la bondad de Dios.

Es Dios quien hace que todo suceda. Por eso debemos dar toda la honra a Él, como está escrito en el Salmo 115:1: No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad. No a nosotros es mencionado dos veces, y esa repetición tiene un propósito; la gloria no la merecemos nosotros porque no tenemos cómo protegernos o salvarnos. Con esa actitud, Noé nos enseña a dar toda la gloria y honra a Dios en primer lugar, pues nos sustentó y ayudó hasta este momento. En el cielo, la honra será dada completamente a Aquel quien se lo merece. En Apocalipsis 4:10-11 leemos de aquellos que están alrededor del trono de Dios: Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.

Vivamos hoy dando toda la gloria y honra a Dios por la fe, y no olvidemos que todo depende de Él y que es Él quien mantiene la vida. Es necesario dar toda la honra a Dios, porque es verdad que no podemos hacer nada sin Él.

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