Experiencia misionera en Panamá y Paraguay

Proyectándose en misiones
11 abril, 2018
A pesar de… Dios tiene el control – Parte 1
12 abril, 2018
Proyectándose en misiones
11 abril, 2018
A pesar de… Dios tiene el control – Parte 1
12 abril, 2018

Priscila Pereira nos cuenta de sus experiencias misioneras en Panamá y en Paraguay. Te invitamos a conocer acerca de cómo fue su llamado a las misiones, cuál fue su experiencia trabajando en las tribus de Panamá, y qué consejos prácticos trae hoy para nosotros en cuanto al servicio a Dios, ya sea como misioneros, o desde el lugar en el que estamos.


DESCARGARLO AQUI:
EA811 – Entre Amigas –
Experiencias en Panamá



Entrevista a Priscila Pereira

Victoria: Muy bien, en esta oportunidad recibimos a Priscila Pereira, ella es una misionera muy joven, no vamos a decir la edad porque ella nos dijo que no quería decirlo, aunque yo lo diría con todos los colores. Priscila ha estado durante mucho tiempo dedicándose a las misiones, un ministerio que conlleva su dedicación, su tiempo, también su sacrificio y sus momentos difíciles, pero es un servicio de mucha satisfacción. Así que Priscila, muchas gracias por estar con nosotras. ¿Cómo estás?

Priscila: Estoy bien, ¿tu? Gracias a ti.

Victoria: Bien, es un placer tenerte. Hemos conocido muchas historias de misioneros que se han ido a lugares, en algunas ocasiones bastante duros, pero siempre nos gusta conocer cuál es la perspectiva y la opinión de los misioneros, y sobre todo la experiencia. Así que vos desde chiquita que estás muy vinculada a estos temas, ¿no?

Priscila: Sí, gracias al Señor, nací en un hogar cristiano, pero llegó un momento en el que yo entendí realmente que yo necesitaba a Cristo verdaderamente, que tenemos un Dios personal, y que no depende de tu familia o de lo que te enseñaron. Desde niña entendí que era pecadora y le pedí a Cristo que entrara a mi corazón. Pero bueno, uno en su niñez no entiende todas las cosas. Dios nos llevó a mis padres y a mí por diferentes lugares. Nací en Tacuarembó, estuve hasta mis 10 años ahí después estuvimos en Rivera, también por unos cuantos años, trabajando en algunos pueblitos, y lo que aprendí en todo esto de viajar, fue que los cristianos no tenemos un hogar acá, sino que nuestro hogar es en el cielo. Así que fue una linda oportunidad ver a dónde Dios nos llevaba, conocer a más hermanos en Cristo y tener aún más oportunidades de hablarle a la gente del Señor en otros lugares.

Mi decisión de servir al Señor con mi vida fue en un campamento, cuando era niña. Yo escuché una historia de unos misioneros en Ecuador, donde Dios usó a Chicha, a María Teresa, no sé si alguno la conoce, y ella nos contó su historia. Cuando el Señor me dio la oportunidad de ir a Panamá y servir por ese tiempito, yo pensaba: ¡Las historias misioneras se volvieron realidad! Porque era increíble ver cosas que en Uruguay por lo general no se ven.

Victoria: ¿A partir de qué edad sentiste que ese era tu llamado y tu ministerio?

Priscila: Bueno, en realidad desde que era niña. Uno toma muchas decisiones de niño, que si permanecemos en el Señor aprendiendo y creciendo en Él, Dios tarde o temprano hace despertar esas decisiones. Yo creo que es en la adolescencia donde uno toma más en cuenta lo que es la seriedad de esa decisión. Y yo pude ver que Dios promete que a los que andan en sus caminos todo les va a tornar para bien y para aprender, y conocí a mucha gente gracias a eso, a nuevos hermanos y lugares. Así que no tenía sentido mi vida si no estaba sirviéndole, porque ¿de qué nos sirve ganar todo en este mundo si perdemos el alma, no? Y hay gente que está perdiendo su alma, hay lugares en Panamá donde hay tribus que no han sido alcanzadas, que no tenían la Biblia traducida a su idioma, que no sabían cuáles eran los pecados, y hay necesidad de personas que quieran contarle a otros lo que Dios hizo en nuestras vidas.

Victoria: Bueno, ya que mencionaste Panamá vamos a hablar de esa experiencia. En 2012 viajaste a Panamá por dos semanas, ¿cómo fue esa experiencia?

Priscila: Bueno, para mi fue como un abrazo del Señor, porque sinceramente nunca pensé salir de Uruguay. Pero Dios fue abriendo puertas y arreglando hasta los detalles más mínimos, aún el grupo que Él envió, porque fuimos con un grupo que venían algunos de Estados Unidos, otros de Costa Rica, de República Dominicana también. Fuimos a trabajar allí y estuvimos con los misioneros de Panamá, que se llaman Marianela y David, y pudimos ir por diferentes tribus y conocer a los hermanos en la ciudad también. Es una ciudad que es muy tecnológica, muy turística.

Victoria: Tiene dos extremos, por un lado las tribus y por otro lado es muy tecnológico.

Priscila: Si, tal cual. Pero las tribus están un poco olvidadas entre ellos, porque cada tribu se rige según sus normas. Era lindo ver la diferencia cuando estaba un creyente en ese lugar. Por ejemplo, fuimos a una tribu que era una reserva ecológica y ahí el jefe de la tribu daba el permiso para que los que venían de afuera entraran. Y ahí estaban los grandes en las clases de niños escuchando, y a su vez los niños también estaban en las clases de los grandes, y estaban escuchando muy atentos. En otras tribus nos decían: “Ustedes no se preocupen si no hablamos, es que estamos tratando de recibir todo lo que nos tienen para contar” Y eran super tiernos a la Palabra, no tenían vergüenza en decir que habían pecado en tal cosa, o que Dios les había hablado por medio de la Palabra en tal o cual cosa, y yo me sorprendía, porque por lo general, cuando te das cuenta de un pecado, no le vas a contar al pastor. Pero ellos eran muy tiernos con respecto a la Palabra.

Victoria: ¿La comunicación con ellos cómo era? Porque manejan otro lenguaje, ¿no?

Priscila: Sí, por lo general la mayoría hablaba en español, además del lenguaje habitual de la tribu. Lo que pasaba es que algunos no saben escribir, o solo sabían escribir su nombre. Había una señora, que me la acuerdo hasta el día de hoy, que me dijo: Priscila, ¿tú vas a volver? Y se le llenaban los ojos de lágrimas. Y yo le decía bueno, si el Señor quiere nos vamos a ver devuelta, y si no, nos vamos a ver en el cielo. Y ella se reía. Eso es lo lindo de poder viajar, ver otras realidades, pero ver que son la misma familia en Cristo.

Victoria: Algo interesante que vos me mencionabas es que a veces se puede viajar a las tribus, pero a veces el presupuesto no lo permite, por lo que no se puede trabajar con ellos por un tiempo prolongado. Y si bien conocen la Palabra, no tienen a alguien que los ayude a interpretarla y a estudiarla, lo que puede dificultar un poco la evangelización, ¿no?

Priscila: Sí, tal cual. En una de las tribus, su idioma es por conceptos, entonces es muy difícil traducir la Biblia, lleva muchos años y mucho trabajo. Lo bueno es que algunos de ellos pueden salir, y van a estudiar a la universidad en Panamá. Había un muchacho que era de una tribu y me contaba que pudo ir otras tribus y hablarles de Cristo, y así vemos que el evangelio corre. También había algunas tribus en las que no conocían ciertos pecados, pero que aun así, algunos de ellos salían a evangelizar a otros pueblos a los que los extranjeros no podían ir. Entonces nosotros nos sorprendíamos de ellos.

Victoria: ¿Cómo viste en ese tiempo en el que estuviste la relación entre la gente de la ciudad, en relación con las tribus? ¿Qué tipo de relacionamiento hay? Si es que lo hay.

Priscila: En realidad, por parte del gobierno se protegen mucho. Por ejemplo, si un muchacho se quiere casar con una extranjera, puede quedarse viviendo ahí por ser un varón. Pero si una muchacha se casa con un extranjero o alguien que no sea de la tribu, tienen que mudarse a otro lado. Es por eso que si un misionero quisiera estar ahí por bastante tiempo, no puede. Los misioneros trabajan por una semana, y se vuelven a sus casas. No pueden tener una casa dentro de la tribu. Hubo una tribu que nos dio un poco más de temor, porque los niños eran más agresivos, se ve que no estaban acostumbrados al trato con la gente de afuera. Y me acuerdo de que vino un camión que es el que les provee todas las cosas, y salieron todos corriendo y no escucharon casi nada de la clase que estábamos dando. Pero son cosas que nos enseñan que necesitamos tratar más con ellos, que necesitan principalmente conocer a Cristo que es el que puede cambiar nuestras vidas, nuestra alma y nuestro corazón.

Victoria: ¿Estuviste en Paraguay también?

Priscila: Sí, estuve en Paraguay durante Semana Santa, también con algunos muchachos con los que estamos estudiando en la Facultad de Estudios Bíblicos, y fue una bendición estar allí con los hermanos. La gente era muy amable, te dejaban pasar, te escuchaban, que por lo general acá en Uruguay es más difícil, pero noté que es un país muy católico, lo que nos da la puerta para explicarles y hablarles de la palabra.

Victoria: Teniendo en cuenta esta experiencia que tuviste en Panamá y en Paraguay también, me decías que todo aquel que ha tenido la bendición de viajar y salir de su país ve siempre otras realidades, otra cultura, y se le abre un poco la cabeza. Muchas veces cambia la visión. Trabajando como misionera, ¿qué esperás para los próximos años? ¿Qué te gustaría hacer? ¿En qué te gustaría aportar?

Priscila: Bueno, yo en este momento estoy estudiando en un instituto bíblico para poder tener más herramientas y servir mejor al Señor. Mi idea es que Él sea glorificado en todo. Uno quizás en sus propias fuerzas no puede hacer nada porque nuestras obras delante de Dios son en vano, pero Él puede usar mi vida para alcanzar a más personas a Cristo, para mostrar quién es Dios. Esa es la promesa a la que yo me agarré: Fíate de Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Porque a veces nos podemos creer que lo sabemos todo, pero al empezar a estudiar la Biblia te das cuenta de que en realidad no sabés nada, que la Palabra de Dios es la base para seguir aprendiendo, y ¡cuánto hay que cambiar de uno mismo! Vamos a ser perfectos solo cuando estemos con Él en el cielo. Mi meta es servirle a Dios con mi vida, y que Él sea glorificado, que yo no haga nada si Él no va conmigo.

Victoria: En lo personal, siempre que hablo con personas que son misioneras o que tienen el llamado, lo que siempre he escuchado es que hay un antes y un después en un llamado, y que es muy claro este llamado. Pero hay personas que piensan que ellas no podrían ser misioneros, ¿cuál sería tu consejo? ¿Qué les dirías a esas personas desde tu experiencia?

Priscila: Bueno, yo les diría que el Señor puede usarte a la edad que tengas, que Dios puede usarte de distintas maneras, no tiene por qué ser a través de las misiones, pero Dios nos manda a todos a ir y predicar el evangelio. Lo que Él hizo en nuestra vida nosotros tenemos que contárselo a otros, y es Él el que va a usar su Palabra y su Espíritu Santo para que otros lo conozcan a Él. Justo en el campamento hablábamos de cómo podemos encontrar maneras para ayudar o servir a otros. En primer lugar, orando, enviando a otros que vayan, podemos ofrendar, animar a otros a que vayan. Las mujeres, por ejemplo, tienen muchas herramientas. Debemos animarnos a poder hablarle a otros, quizás no somos los mejores hablando, pero Dios da la capacidad, la Biblia dice que Él da la palabra a nuestra boca, y que es Él el que va primero, eso es lo principal.

Victoria: Ahora aprovechando la tecnología los oyentes pueden entrar a la página y conocer un poquito más acerca de cómo trabajan. Por lo que contaste vi que hay jóvenes muy interesados. Hablaste de un grupo de FEBU, ¿puede ser?

Priscila: Sí, FEBU es la Facultad de Estudio Bíblico del Uruguay, ya es el tercer año que está acá en Uruguay. Yo recién empecé este año, y somos alrededor de 26 que estudiamos de 7 a 10 de la noche, y que estamos agarrando más herramientas para poder servir mejor al Señor.

Victoria: Priscila muchas gracias por el tiempo que has compartido con nosotras.

Priscila: Muchas gracias a ti también.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo