A pesar de… Dios tiene el control – Parte 1

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Mercedes Martínez comparte con nosotros su testimonio y la experiencia difícil que Dios le permitió vivir junto con su esposo. Mercedes nos recuerda que hay momentos en los que Dios nos prueba, pero que Él está en control y tiene un propósito con la prueba. Te invitamos a conocer más acerca de cómo logró confiar en el Señor, aún cuando las cosas se salieron de control.


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EA814 – Entre Amigas –
A pesar de… Dios tiene el control – Parte 1



Entrevista a Mercedez Martínez

Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar con ustedes nuevamente en este momento de la entrevista. Hoy queremos presentarles a una amiga que se suma a tantas otras que han contado sus experiencias y las cosas que han aprendido en sus vidas. Hoy tenemos con nosotras a Mercedes Martínez, es una bendición y un gusto tenerte con nosotros. Mercedes nos va a estar contando su testimonio, ha pasado por muchas cosas junto con el Señor, y nos va a contar de una experiencia particular que tuvo. ¿Cómo estás Mercedes?

Mercedes: Bien, gracias. Agradezco la invitación a estar hoy aquí compartiendo con las amigas. Gracias por la oportunidad, y espero que sea para la gloria de Dios.

Victoria: Bueno, muchas gracias por estar acá. Queremos conocerte, queremos que nos cuentes un poco de tu vida. Sabemos que estás muy involucrada en lo que es la obra del Señor. Contanos un poco acerca de las experiencias que has tenido en este camino.

Mercedes: Quiero empezar contando que mi esposo es el pastor Louder Garabedian, que es el director nacional de COMIBAM (Cooperación Misionera Iberoamericana), y también está como asesor de la Junta Internacional en el ministerio de misiones. Estamos casados desde hace 27 años, tenemos dos hijos: Andrés, ya casado desde hace un año y medio, y Fabiana que está próxima a casarse y tiene 24 años. Hemos servido a Dios durante casi 25 años, mi esposo como pastor de una congregación, y ahora estamos congregándonos en la iglesia Centro Cristiano de Cordón, en la iglesia de Alexis Medina. Allí estamos colaborando en el área de misiones.

Victoria: Queríamos preguntarte también cómo fue ese acercamiento al Señor, cómo lo conociste, y vamos a mostrarles a nuestras amigas tu experiencia. Porque muchas veces podemos pensar que si estamos cerca del Señor, sirviéndolo, nada malo puede pasar.

Mercedes: Bueno, yo crecí en un hogar donde no conocían en la práctica al Señor. Si bien creían en Él, no lo conocían en verdad. A la edad de 20 años me sentía muy sola, estaba angustiada, y no sabía bien dónde estaba parada. Fue en esa búsqueda, en esas ansias de encontrar algo más profundo, que me invitaron a una reunión de jóvenes, y fue allí donde escuché por primera vez el glorioso evangelio del Señor. Cuando predicaron la Palabra encontré todas las respuestas que estaba buscando. Yo no tenía paz, el Señor me ofrecía paz, estaba triste, me ofrecía alegría, me ofrecía salvación, amor, y cuando escuché la Palabra yo dije: Esto es la verdad. Todas mis dudas, mi angustia, se fueron de manera instantánea. Yo me abracé del Señor de todo corazón, me alegré muchísimo por ese sacrificio que había hecho el Señor, lo creí, lo entendí, me arrepentí, recibí el Espíritu Santo, y sobre todo, decidí servirle. Era muy joven y escuchaba el evangelio por primera vez, pero ya había entendido que me debía al Señor, quien había hecho un sacrificio tan grande por mí. Desde ese día decidí servirle en todo lo que pudiera.

A los 5 años me casé y mi esposo fue enviado como pastor a una de las iglesias de la Iglesia Evangélica Armenia. Gracias a Dios, pudimos servirle allí, él como pastor y yo en el área de las mujeres, con los niños, en la organización. Fue un privilegio para mi poder haber servido durante todo ese tiempo en esa área.

Victoria: Qué importante, volviendo a lo que mencionabas recién, que con 20 años estabas buscando respuestas. Hoy también sos mamá. Puede ser que algunas de las amigas que nos están escuchando tengan una hija o que estén en esa edad de la juventud en la que no sabemos qué rumbo tomar para nuestra vida, o hemos tenido decepciones, o lo que sea. Decías que el Señor te dio paz y que aceptaste ese sacrificio. ¿Qué palabras podrías tener para aquella jovencita que recibe tantas ofertas en el mundo para satisfacer su vacío? ¿Cómo el sacrificio de Jesús pudo llenarte y darte paz?

Mercedes: Es una muy buena pregunta, Victoria. Justamente, ya en aquellas épocas en estaba presente el alcohol, el cigarrillo, los bailes y los noviazgos prematuros. Yo veía a mis compañeros del liceo viviendo de esa manera, y no estoy juzgando, solo estoy diciendo que yo veía que todo aquello no les traía alegría, ni tenían paz, y si bien pensaban que estaban felices al tomar, al fumar o al salir hasta altas horas de la noche, yo igual veía que todos ellos seguían sintiéndose vacíos. No había felicidad genuina, no había paz, no había un gozo verdadero. Yo hablo de los demás porque gracias a Dios Él me guardó de gustar de esas cosas.

Victoria: Y tuviste una vida totalmente diferente, dedicada al servicio a los demás. Porque estamos hablando de cosas que se centran en uno, de buscar la satisfacción, pero vos elegiste una vida de muchos años de servicio.

Mercedes: Sí, yo en aquel momento no experimentaba esas cosas para buscar la felicidad o para buscar la paz. Esas cosas las encontré cuando fui a esa reunión de jóvenes y vi que eran diferentes. Eso me encantó, porque vi que los jóvenes estaban felices, se estaban divirtiendo, estaban pasando un tiempo agradable, y que había una alegría genuina sin todas esas cosas que al cuerpo le hacen mal, como el alcohol u otras sustancias. Entonces vi que esto era muy bueno. Después, sirviendo al Señor, aceptándolo como mi salvador, siendo una hija de Él, pude lograr todas esas metas, esa satisfacción. Porque el servicio, si bien es trabajo, da alegría, y el Señor lo recompensa. Es una vida completa, llena. Dios es amor y Él quiere que tengamos todo en Él.

Victoria: Mercedes nos va a contar una experiencia que vivió hace un año y medio, que fue otra manera de conocer a Dios. ¿Podés contarnos en qué consistió esta experiencia?

Mercedes: Sí, cómo no. Yo le prometí al Señor que siempre iba a contar para su gloria cómo Él nos dejó con vida después de una prueba tan impresionante. Fue un accidente bastante grande, y nunca pensamos que íbamos a pasar por una tragedia así en nuestras vidas, pero el Señor lo permitió. Para hacernos crecer, Él a veces permite pruebas como estas. Pero tiene un plan para cada uno de nosotros, y permite que sucedan cosas así para mostrarnos el camino que Él quiere para nosotros. A través de las pruebas nos pule y desarma viejas estructuras para armar nuevas.

Comenzó un período de grandes cambios después de 25 años. Como te contaba, mi esposo había servido como pastor y ese período había terminado. Él comenzó un ministerio diferente y estaba un poco desgastado después de tantos años de servicio, así que había que reponer fuerzas, de esa fuerza que solo viene cuando la buscamos del Señor. Y bueno, a veces necesitamos de quietud para estar en total comunión con Él. Vivimos a las corridas, con muchas tareas, y perdemos un poco el foco de sobre lo que se trata la vida cristiana, que es estar en total sintonía con Dios. Y Él a veces nos llama la atención de una manera drástica porque de otra manera no lo escuchamos, seguimos corriendo y seguimos por nuestro camino.

Victoria: O nos quedamos esperando a que llegue el momento, porque sabemos que el Señor nos habla, pero que lo va a hacer algún momento en el que haya quietud.

Mercedes: Sí, y Él tiene sus formas de comunicarse con nosotros. Y en cierto momento el Señor me quiso llamar la atención. Mi esposo andaba por un camino y yo por otro, él estaba ya sirviendo en las misiones pero yo continuaba con las tareas en la iglesia. Y bueno, el Señor tenía otro plan, quería otra cosa de mi vida. Entonces en una de las tantas salidas hacia el interior, veníamos por la ruta 5 antes de llegar a Durazno, y había una lluvia torrencial. Nosotros veníamos en nuestro coche y se deslizó por la tormenta hacia el campo, salió sin control, y empezó a dar vueltas en el aire. Yo no perdí nunca el conocimiento así que viví todas esas vueltas. Fueron tres vueltas interminables, y golpeaba contra el campo y volvía a rebotar. Como había techo solar mi esposo salió despedido por el techo porque no tenía el cinto puesto. Yo sí lo tenía. Él calló boca abajo en un bañado que había, a unos pocos centímetros del auto. Eso fue otro milagro, porque el auto pudo haberle caído encima. Y yo cuando abrí los ojos, no porque estuviera inconsciente sino porque automáticamente los cerré, vi que él no estaba así que corrí, lo saqué del agua como podía porque tenía muchas fracturas, y él estaba bastante lastimado, bastante golpeado, pero no tuvo lesiones graves. Yo estuve un poco peor, tuve músculos cortados, pero ambos conservamos la vida. Dios permitió una cosa tan tremenda, pero nos dejó seguir con vida. Y ahí están las preguntas que uno se empieza a hacer después de eso.

Victoria: Exacto. Y esos segundos pasan muy rápido pero para quien lo está viviendo parece una eternidad, ¿no? Uno en el momento se pregunta ¿en qué va a terminar?

Mercedes: Sí, en las vueltas en el aire eso es justamente lo que pasaba. Se me hacían eternas, y en cada una yo pensaba: Bueno, en esta vuelta pierdo la vida. Y rebotaba en el piso, y volvía a elevarse varios metros sobre el suelo. En tu cabeza pensás muchas cosas. Lo que empecé a ver cuando el auto se elevaba era que yo estaba en el auto, que me estaba pasando realmente, fue tremendo. Porque cuando vos mirás por la ventanilla y ves que el campo se va alejando y vos te vas elevando varios metros adentro de un vehículo, es algo muy fuerte. Es realmente algo terrible.

Victoria: Y está esa sensación también de la pérdida de control, porque mientras estás ahí no hay nada que puedas hacer para detener eso, y qué manera de Dios también de tratar eso. Porque hay un montón de circunstancias en nuestra vida en las que no tenemos el control, algunas más extremas y otras menos. Pero muchas veces nos cuesta entender eso.

Mercedes, vamos a estar continuando con esta entrevista el próximo programa, y las invitamos a ustedes, amigas, porque tal vez en situaciones como la de mercedes todos podemos sacar algún aprendizaje, y todos podemos sacar una correcta imagen de quienes somos nosotros, y de quién es Dios. Así que las invitamos, y a Mercedes también, para que puedan acompañarnos nuevamente.

Mercedes: Muchas gracias.

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