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Autor: Esteban Beitze

Tenemos una decisión postergada, una decisión desechada, pero gracias a Dios también encontramos una decisión apropiada. ¿Y tú? ¿crees que no es el momento de dedicar tu vida a Él? ¿O tienes miedo a lo que dirán los demás? ¿O quizás prefieras las supuestas alegrías que te ofrece el mundo?


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PE2795- Estudio Bíblico
Elías: Tomar una decisión por Dios (16ª parte)



Tomar una decisión por Dios

¿Qué tal, queridos hermanos? Estamos con el estudio del profeta Elías y nos encontramos en el desafío que él le hace al pueblo de Israel y al rey Acab y los sacerdotes idólatras a dejar la idolatría y volver a Dios. En esto habíamos visto cómo Elías hace un diagnóstico de la situación por la que estaba pasando el pueblo y el rey. Leíamos, en el versículo 21: “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él”. Entonces tenemos un diagnóstico, tenemos un desafío, y así el pueblo tiene que llegar a una decisión. Frente a esta comparación y desafío, uno se podría imaginar que el pueblo, Acab, y quizás hasta los sacerdotes idólatras se arrepentirían y volverían a Dios. La realidad de la sequía de hace dos años y medio mostraba que estos sacerdotes idólatras y sus ídolos eran inoperantes, no servían, sino que, todo lo contrario, fueron los originarios de la calamidad que estaba pasando Israel. Dios había anticipado la sequía y la mandó. Entonces, evidentemente ¿Quién era más poderoso? El Dios de Israel, el Dios verdadero.

Entonces, frente al desafío de Elías de escoger entre Baal y Dios, la decisión debería haber sido sencilla. Si uno va a una verdulería y puede elegir la fruta, la verdura que uno quiere comprar, ¿qué va a elegir? ¡La más linda, por supuesto! El tomate y la manzana podridos los dejamos de lado. Pero, en nuestra historia, lamentablemente, no fue así. A continuación, en nuestro pasaje, vemos un par de decisiones entre las cuales también Dios te da a elegir hoy.

En primer lugar, podemos observar una decisión postergada. El versículo 21 termina diciendo, frente al desafío de Elías: “Y el pueblo no respondió palabra”. Puede haber varias razones para esta actitud. Podría deberse, por ejemplo, a la incredulidad. A pesar de lo que ya habían experimentado seguían sin creer en este Dios omnipotente. Podría también ser inconveniencia. Pensaban acomodarse al mejor postor. Querían seguir viendo por quién salían favorecidos. Quizás su decisión de postergarlo estaba marcada por el miedo. Allí estaba Elías de un lado, pero se encontraba solo frente a centenares de sacerdotes idólatras y, para colmo, el rey probablemente. Probablemente tenían miedo de identificarse con Elías y el Dios de Elías. La oposición era amplia mayoría. Era un riesgo ponerse del lado del profeta. Quizás también se debía a prioridades diferentes. Quizás ponían en la balanza las supuestas alegrías que le daba el culto a Baal con sus fiestas, sensualidad e inmoralidad, frente al orden y la santidad exigida por Dios. Preferían la farra antes de la comunión con Dios.

Ahora, querido oyente, yo te pregunto: ¿será esta tu reacción? Frente a todo lo que Dios te ofrece por medio de Cristo, aparte de la salvación, el perdón de pecados, una vida plena, gozo, paz, esperanza, vida eterna, posibilidad de agradar y servir al Señor, llevar fruto para el Señor, ¿crees que no es el momento de dedicar tu vida a Él? ¿O tienes miedo a lo que dirán los demás? ¿O quizás prefieras las supuestas alegrías que te ofrece el mundo? Hay una decisión postergada. Ojalá no sea la tuya.

Después encontramos una decisión desechada. Por mandato de Dios, Elías hace una prueba del poder del Dios verdadero y los ídolos. Los profetas de Baal y él iban a levantar una altar y ofrecer un sacrificio y el dios que hiciera venir fuego del cielo sobre el sacrificio, sería considerado como el verdadero (vs. 23-38). El pueblo accedió a ello. El trabajo y las oraciones de los sacerdotes de Baal fue en vano. Pero cuando Elías oró a Jehová, bajo fuego del cielo y consumió el sacrificio. Uno esperaría que los falsos sacerdotes y el rey se arrepintieran, pero no fue así. De Acab leemos que luego “Acab subió a comer y a beber” (v.42). Lo importante para él seguía siendo lo material, no le interesaba lo espiritual. Ahora, sobre los sacerdotes vino el juicio de Dios este mismo día, como lo resalta el versículo 40, todos murieron.

Entonces tenemos una decisión postergada, una decisión desechada, pero gracias a Dios también encontramos una decisión apropiada. En primer lugar, la de Elías. Elías, después de su llamado a una decisión señala claramente su postura: “Solo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres”. Me hace acordar al llamado de Josué, quien había dicho algo similar: “pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. Este “pero yo” es muy significativo. En contraposición a lo que otros pudieran hacer, Josué había decidido servir al Señor. Pero esto no se logra de un día para el otro. En esto ya se había destacado cuando era joven. Existe un secreto por el cual Josué llegó a ser lo que fue. Fue una decisión que había tomado cuando todavía no era reconocido y que se renovaba cada día. Dice en Ex.33:11: “…pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo”. Entonces había un joven que se había decidido por el Señor. Por lo tanto, la vida de Josué fue una vida de cercanía y confianza en Dios. Por esto pudo llegar al final de su vida sirviendo fielmente al Señor.

Exactamente en lo mismo se destacó Elías. Era alguien que nadaba en contra de la corriente. Era alguien que dijo sin temor ni vergüenza: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy” (17:1). A pesar de que otros 100 profetas se escondieron en cuevas (18:4), él testificaba y desafiaba valientemente al pueblo a apartarse del pecado. Este “pero yo” también debería verse en nosotros. Al contrario de lo que quizás haga la mayoría, deberíamos marcar la diferencia en la búsqueda y servicio constante para el Señor. Lamentablemente muchas veces nos comparamos con los demás para permitirnos acciones y actitudes hasta dudosas: “los demás también lo hacen” o “también van allí”. Deberíamos imitar a Elías, Josué y tantos otros. En un pueblo de Dios que muchas veces se está adaptando a los principios y costumbres mundanas, identifiquémonos con esta clara diferenciación: “pero yo”.

Luego tenemos al pueblo. No solo fue Elías quien tomó la decisión apropiada, sino también el pueblo. Frente a la impresionante intervención de Dios sucedió algo maravilloso. Dice el versículo 39: “Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” ¡Al fin el pueblo de Israel tomó la decisión correcta! ¿Y qué de nosotros? Frente al hecho de todo lo que el Señor hizo, hace y está dispuesto hacer por nosotros, ¿qué decisión vamos a tomar? Frente a tanto amor demostrado por Dios, ¿cómo vamos a reaccionar?

– Si no eres del Señor, hoy es el día en que deberías acercarte a Dios, arrepentirte de tu pecado y recibirlo como Salvador. Jesús murió en la cruz en tu lugar. Derramó su sangre para libertarte de toda culpa, pecado y las consecuencias de una separación eterna de él.

– Si eres creyente, pero de alguna forma te desviaste o apartaste del camino como Israel, ahora es el momento de volver. Volver del mal camino, arrepintiéndote, empezar una vida de cercanía al Señor, lectura de la Biblia, oración, comunión en la iglesia, servicio y testimonio.

– Si quieres vivir para el Señor, hoy es el día para consagrar tu vida a Él, hoy es el día para poder decir de corazón que estás dispuesto a ser guiado y usado por Él.

Dios te invita Dios te invita en Proverbios 23:26, diciendo: “Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos”. ¿Cuál será tu respuesta? Que Dios te bendiga.

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