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Autor: Esteban Beitze

En los relatos que el Espíritu Santo quiso revelarnos acerca de la vida de Elías encontramos cuatro oraciones. Todas ellas se referían a cuestiones muy serias y difíciles desde el punto de vista humano. Pero las cuatro fueron contestadas por Dios de forma impresionante.


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PE2796- Estudio Bíblico
Elías: La primera oración (17ª parte)



La primera oración

¿Qué tal, queridos hermanos? Vamos a seguir con nuestro estudio acerca de la vida de Elías y lo que podemos aprender de este personaje tan singular. En esta ocasión vamos a empezar a ver lo que fueron las oraciones en su ministerio. De hecho, la vida de oración de los personajes bíblicos siempre ha sido fuente de inspiración y ejemplo a imitar. Cuando uno observa cómo oraban los hombres y mujeres de Dios y cómo el Señor intervenía, esto hace que nuestra confianza crezca y nos anima a confiar en el Todopoderoso que no ha cambiado. En los relatos que el Espíritu Santo quiso revelarnos acerca de la vida de Elías encontramos cuatro oraciones. Todas ellas se referían a cuestiones muy serias y difíciles desde el punto de vista humano. Pero las cuatro fueron contestadas por Dios de forma impresionante.

Estudiemos estas oraciones buscando las diferentes características que luego llevaron a la contestación de Dios. De ello aprenderemos cómo deberíamos orar también nosotros. Seguramente será de gran ánimo para confiar en este Dios, el mismo Dios de Elías.

La primera oración la encontramos implícita en 1ª Reyes 17:1. Allí dice: “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”. En este pasaje no aparece una oración. Pero sabemos que la incluye por el pasaje de Santiago 5:17: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses”.

En estos pasajes podemos observar varias características de la oración de este hombre de Dios:

  • En primer lugar, observamos que estaba en la presencia y vivía en dependencia de Dios, pues se presenta al rey diciendo que venía en el nombre de Dios: “en cuya presencia estoy”. El tiempo del verbo “estoy” significa “estar en plenitud y progreso”. O sea, Elías tenía una relación continua y en aumento de profundidad o cercanía al Señor, algo fundamental para tener una vida de oración.
  • Cuando se está en una comunión profunda con el Señor, entonces esto obviamente incluye un alejamiento del pecado. Elías decía “en cuya presencia estoy”, entonces él se alejaba del pecado. No se puede estar cerca de Dios si se permite pecado en la vida. De hecho, Dios no puede contestar oraciones de personas que deliberadamente vivan en el pecado.
  • Oraba de acuerdo con la voluntad de Dios, basándose en Su Palabra. ¿Cómo podemos afirmar esto? En primer lugar, como uno puedo observar de la historia siguiente, Elías siempre se movía o actuaba en base a una clara orden de Dios (17:2,8; 18:1,36b; 19:15). Cada vez que había una nueva etapa en su vida, un nuevo ministerio a encarar, le llegaba la voz de Dios y él obedecía. Entonces, su oración estaba basada en la voluntad de Dios. Pero a esto se suma otra razón: Al dar la Ley, Dios anticipó un par de veces que, si el pueblo caía en el pecado de idolatría, Él les iba a mandar sequía y, asociado con ello, el hambre (Dt.11:16,17; 28:22,23). Por lo tanto, Elías oraba basado en la Palabra.
  • Otra característica es que oró fervientemente, como leímos en Santiago. No era una oración dicha a la ligera. Puso toda su pasión e interés en su oración. Su pedido era de suma importancia para él y para el pueblo. Esto se ve reflejado en su oración. El oraba con fervor, compenetrado en su petición.
  • También podemos decir que Elías oró con fe. Esto lo podemos afirmar por varias razones: En primer lugar, porque se cumplió aquello por lo que pedía. En segundo lugar, si tenía tan profunda relación con Dios como veíamos en el versículo 1, la fe sería una consecuencia lógica, pues sabemos que la fe viene de la Palabra. Y, en tercer lugar, evidentemente profundizaba en la Escritura, por lo que su fe crecía, dado que, como recién decíamos, la fe surge por la estar en contacto con la Palabra (Ro.10:17). Pero, aunque no se lo nombre explícitamente a Elías, también se encuentra en forma implícita en la lista de los héroes de la fe de Hebreos 11. Allí dice, en el versículo 32: “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas”. O sea, engloba a todos los profetas. Ahora, en el versículo 35 incluso hay una alusión muy concreta a un hecho que encontramos sólo en el ministerio de Elías y en el de Eliseo, ambos profetas. Alí dice: “Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección” (Hb.11:35). Entonces estamos hablando, obviamente, del ministerio de Elías y, por eso, también en la lista de los héroes de la fe.

Entonces, volviendo a la oración de Elías para que no lloviera, ¿cuál fue el resultado de esta oración? No llovió por tres años y medio. Por medio de ello, Dios quería llamar la atención del pueblo sobre su pecado de idolatría. ¡Qué importante es la oración frente a la presencia de pecado y más aún si éste es oculto! El pecado frena la obra, quita la bendición y hasta es factor de derrota, como lo vemos, por ejemplo, en el caso del pecado de Acán, quien robó aquello que estaba consagrado a Dios. Hizo que el pueblo cayera en derrota y luego él y su familia fueron juzgados terriblemente. Allí Josué ora para saber dónde radicaba el problema y Dios se lo revela y lo pueden quitar, como podemos leer en Josué 7. Entonces, si en nuestra vida o en nuestra congregación se nota que hay algo que no funciona, que hay pecado, pongámoslo en oración y el Señor lo habrá de traer a la luz.

Recuerdo muy bien algo que pasó hace un tiempo atrás en una iglesia en la que durante años no había crecimiento de ninguna forma. Realmente la iglesia se había estancado, se había paralizado, no había fruto y todo lo que se hacía quedaba en la nada. Entonces los líderes de esta iglesia, muy preocupados por esta situación y no sabiendo concretamente qué era lo que impedía la bendición de Dios, el crecimiento y el desarrollo, se pusieron a orar todos los días en determinado horario por su iglesia, para que, si hubiera alguna falta, si hubiera algún pecado oculto, que Dios lo trajera a la luz. Después de dos semanas de oración, salió a la luz el pecado de murmuración de un grupo de hermanas que hacía muchísimo daño a la iglesia, pero del cual los ancianos y los líderes de la iglesia todavía no se habían enterado. Al salir a la luz este pecado se pudo encarar de forma apropiada, quitarlo, solucionarlo con arrepentimiento, pedidos de perdón, y desde ahí la iglesia no para de crecer, de aumentar, y evidentemente cuenta con la bendición de Dios. Entonces, volviendo a este concepto, la oración es fundamental para que el pecado salga a la luz, o, justamente, evitar el pecado en la vida personal o congregacional. Que sea un pensamiento para aplicar a nuestra vida, en lo privado. Que Dios nos guarde del pecado o nos libere del mismo de la forma que sea. Dios los bendiga ricamente, amén.  

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