Elías: El suceso del Monte Carmelo (14ª parte)

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Autor: Esteban Beitze

Vemos que el pueblo realmente se encontraba en el camino del pecado, la idolatría, y no la querían quitar. Pero Dios no deja a su pueblo en ese lugar. Dios no quiere que se pierdan del todo. Él busca el arrepentimiento, busca que vuelvan a Él, que le obedezcan, que obedezcan su Palabra.


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PE2793- Estudio Bíblico
Elías: El suceso del Monte Carmelo (14ª parte)



El suceso del Monte Carmelo

¿Qué tal, queridos hermanos? Vamos a seguir nuestro estudio de la vida de Elías en su llamado a la consagración a Dios. La historia la encontramos en 1ª Reyes 18, y de ese capítulo vamos a leer desde el versículo 17 al 21. Allí dice: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel. Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra”.

Acá habíamos visto un diagnóstico. Creo que todos nosotros en algún momento hemos estado enfermos, y cuando nos hacemos análisis el médico observa desde afuera algunos síntomas. En el caso de Israel, el síntoma había sido la sequía, que vino como consecuencia de la idolatría, la desobediencia a Dios, prioridades distorsionadas (Acab buscaba pasto para sus animales en lugar de arrepentirse y que el pueblo tuviera comida), y luego se excusa y acusa a otros del mal que él mismo había originado. Estos eran los síntomas exteriores, pero vayamos a lo que era la situación interior del pueblo.

Cuando Acab acusa a Elías de la calamidad en Israel, Éste hace una análisis profundo de la situación y el origen del mal. En el versículo 18 habíamos leído “Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales”. En estas palabras encontramos el mal que también está en tantas personas hoy en día. Y quizás también sea tu realidad, querido oyente. Allí encontramos varias características:

En primer lugar, dejar la Palabra de Dios. Esta era la realidad del rey y del pueblo. Dios les había dado la Palabra, pero ellos no la tenían en cuenta. ¿Cómo está este tema en tu vida? Si no estudias la Palabra de Dios cada día, ¿cómo podrás tomar las decisiones correctas si ella es “lámpara en tu camino”? ¿Cuántas de tus decisiones resultaron en fracaso? Te equivocaste con la elección de un estudio, noviazgo, trabajo, amistades, lugares donde ir? ¿Cuáles fueron las consecuencias? ¡Dios te quería guardar del mal y enseñarte el camino correcto, pero no prendiste la linterna de la Biblia! Salomón decía en Proverbios 16:20a: “El entendido en la palabra hallará el bien…” Entonces tenemos, en un primer análisis interior, que dejaron la Palabra de Dios.

En segundo lugar, desobedecieron a la Palabra de Dios, permitiendo el pecado. El rey Acab y el pueblo no sólo dejaron los mandamientos de lado, sino que también pecaron deliberadamente siguiendo los ídolos. Esto les trajo como consecuencia el desastre que estamos analizando en este pasaje. Lo mismo se puede observar en la vida de cada persona. La gran mayoría de lo malo que hemos pasado, o quizás estemos pasando, tiene como origen el pecado.

Salomón decía también: “Ahora, pues, hijos, oídme, Y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, porque el que me halle, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte”. La forma más eficaz de evitar el pecado es, como dice el Salmo 119: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti”. Entonces tenemos también la desobediencia a la Palabra.

Otra evidencia de que algo se estaba haciendo mal es el desasosiego o el miedo que producía. Es muy llamativo, que Acab, el que había buscado a Elías en todos los reinos vecinos para matarlo, ahora al estar en frente de su enemigo, no se atreve a tocarlo, sino que incluso obedece sus órdenes: Elías le dijo “Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel. Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo”.

Es que el pecado siempre produce miedo, miedo a ser descubierto, miedo a las consecuencias. Así fue con Adán y Eva en el Edén después de comer del árbol prohibido. Así le sucedió a David después de cometer adulterio. Así le pasó también a Pedro cuando estaba negando al Señor. El pecado siempre produce culpa, miedo y vergüenza. Quizás ahora también estás pensado en algo que estuviste practicando en lo oculto. Quizás nadie más lo sepa. Quizás sean ciertas amistades o noviazgos no convenientes, quizás sea la pornografía o relaciones sexuales que estás teniendo, quizás es el alcohol o las drogas que estás consumiendo, quizás sean los lugares donde concurres que no corresponden a un hijo de Dios. Te da miedo y vergüenza que todo salga a la luz, que alguien te descubra y también temes las consecuencias que puede tener. Es que la realidad es que todo pecado, tarde o temprano, sale a la luz. Y cada uno de ellos tiene su triste consecuencia. En Efesios 5:13 Pablo dice: “Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo”. Entonces todo pecado es visto por Dios, y cada uno de ellos será traído a la luz. ¿No conviene cortar con ello?

Entonces veíamos el diagnóstico por parte de Dios por los síntomas externos, pero también por un análisis más profundo, interno. Vemos que el pueblo realmente se encontraba en el camino del pecado, la idolatría, y no la querían quitar. Como consecuencia, Dios había mandado la sequía por tres años y medio. Pero Dios no deja a su pueblo en ese lugar. Dios no quiere que se pierdan del todo. Él busca el arrepentimiento, busca que vuelvan a Él, que le obedezcan, que obedezcan su Palabra.

Entonces tenemos allí una solución que viene en camino. Cuando nosotros estamos mal de salud, normalmente acudimos al médico o en algún caso hasta nos llevan. Pero es muy raro que el médico venga por iniciativa propia a buscar enfermos. Lo extraordinario del caso que estamos viendo, es que Dios mismo actúa para restaurar al pueblo. Dios envía a Elías a que se presente frente a Acab. Esto lo podemos leer en 1ª Reyes 18:1, donde dice: “Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra”. Dios envió a Elías para darle la posibilidad de arrepentimiento y restauración de las consecuencias del pecado a Acab, al rey, y también al pueblo de Israel.

De la misma manera, Dios hoy te está dando la posibilidad de arreglar tu vida. Él está dispuesto a empezar de vuelta. Él quiere perdonar tu pecado y restaurar lo que el pecado ha generado en ti y en tu entorno. ¿No quieres aprovechar esta oportunidad? Ahora es el momento de volver a Dios, de reconocer el pecado en el cual te encuentras, pedirle perdón. Él te habrá de perdonar, Él empezará devuelta, el restaurará tu vida, así como lo hizo con David, con Pedro y con tantos otros, en la Biblia y fuera de ella. Creo que todos los que somos creyentes en algún momento lo hemos vivido. Hemos fallado, hemos fracasado, pero hemos recibido el perdón de Dios después de habernos arrepentido. Entonces toma esa oportunidad. No la desaproveches. Dios te está llamando, Dios te espera, y Dios va a empezar devuelta. Espero que tomes la decisión apropiada. Que el Señor te bendiga.

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