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Autor: Esteban Beitze

Hoy en día, en el mundo religioso en general y lamentablemente incluso en el evangélico, abundan aquellos que buscan enriquecerse por medio de la fe o el evangelio. Hemos visto y oído innumerable cantidad de veces como se busca sacarle el dinero a la gente con falsa promesas.


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PE2973 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (70ª parte)



EL JUICIO ANTICIPADO

En nuestro estudio sobre la vida de Eliseo llegamos al análisis de su última misión. Después de sendas victorias sobre los sirios, en 2ª Reyes 8:7-15 sigue una historia, al menos rara. A primera vista esta es una de estas historias que preferiríamos no encontrar en las Sagradas Escrituras. Tiene algunas partes interrelacionadas no muy claras y otras para nada agradables.

1. UN VIAJE INESPERADO

Todo empieza con que “Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí. Y el rey dijo a Hazael: Toma en tu mano un presente, y vé a recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? Y Eliseo le dijo: Vé, dile: Seguramente sanarás. Sin embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente” (2R.8:7-15).

Suena casi inverosímil que Eliseo de repente se encuentre en Damasco, la capital del reino enemigo de Siria. Después de los reiterados conflictos del rey de Siria con Israel y específicamente con el profeta de Dios (6:8,14,24) y luego de sendas derrotas justamente relacionadas con el profeta Eliseo (6:9,18; 7:7), sería prácticamente un suicidio ir a donde estaba el que lo quería matar, al que había dejado en ridículo e incluso derrotado un par de veces. Allí el rey, lo debía odiar profundamente. Pero evidentemente el respeto o temor de Dios había caído sobre los sirios. Sabían que no podían vérselas con el “varón de Dios”. Con él había un poder superior al de ellos. Era más conveniente tratarlo con respeto.

¿Para qué habrá ido Eliseo a Damasco? La Biblia no lo dice específicamente, pero la respuesta se encuentra implícita. Allí necesitaba encontrarse con Hazael, el que habría de ser el futuro rey de Siria, y actor en el escenario político relacionado con Israel.

Para entender esta historia, tenemos que remontarnos a una orden y profecía que recibió el profeta Elías de parte de Dios en el primer libro de Reyes 19:15-18: “Y le dijo Jehová: Vé, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.” (1R.19:15-18). Recordemos el contexto de este evento. Elías había tenido el gran enfrentamiento con los sacerdotes de Baal sobre el Monte Carmelo. Después que el fuego del cielo cayera sobre su sacrificio demostrando el poder del Dios verdadero y la futilidad de las deidades paganas de Baal y Asera, el profeta dio muerte a todos estos idólatras. La idolatría, fomentada por la perversa Jezabel, se había enquistado en el reino de Israel de tal forma que sólo quedaron 7000 que se mantuvieron fieles al Dios verdadero. Allí Dios anticipa el juicio que habría de venir sobre el reino de Israel. Para ello Dios se había elegido instrumentos humanos: Hazael, Jehú y Eliseo.

Aunque Elías sólo ungió directamente a Eliseo, fue por medio de este último que vino la encomendación de Hazael para que se convierta en rey sobre Siria y luego ejecute los juicios de Dios sobre el pueblo idólatra. En forma indirecta también fue Eliseo quién ungió a Jehú como rey sobre Israel para ejecutar los juicios anticipados sobre la casa de Acab (2ª Reyes 9:1-3. El juicio estaba determinado sobre estos perversos. Y los hombres de nuestra historia serían herramientas de Dios para llevarlo a cabo. Entonces el profeta Eliseo tenía que completar la orden dada por Dios a su antecesor, el profeta Elías.

2. UNA SANIDAD ESPERADA

A. Una enfermedad mortal

Cuando el rey de Siria se entera que el profeta de Israel estaba en Damasco, envía a su hombre de confianza, Hazael, para que pida por su salud. El rey se encontraba en estado muy grave, por lo que procura conseguir el favor del profeta de Israel, según su experiencia, tan poderoso, con presentes. Recordemos que Eliseo había anticipado varias veces las estrategias de invasión de los sirios haciéndolas inoperantes. Cuando el rey sirio lo quiso atrapar, tuvo que enterarse que sus soldados fueron cegados, llevados a Samaria, y luego de devolvérseles la visión y ser alimentados, fueron liberados como una muestra de misericordia inmerecida. Luego que tenían sitiada a Samaria al punto de que se entregara, por la palabra del profeta, salieron corriendo de una imaginación sonora que había enviado Dios. Es indudable que el rey se dio cuenta del gran poder que radicaba en el Dios de este profeta. Evidentemente no convenía tenerlo por enemigo. Sería mucho mejor tenerlo por aliado. Y en este caso, todavía más, porque estaba enfermo. El colmo fue que el rey, buscó consultar o pedir por su sanidad justamente con Eliseo. Lo reconoce como “varón de Dios”. Tres veces aparece este título en esta historia.

Ahora bien, ¡cómo pueden cambiar las personas cuando Dios obra! ¡Qué efectiva puede resultar una enfermedad en la conciencia del ser humano! ¡A cuántos el temor a la muerte ha llevado a que busquen a Dios en el último momento!

El caso del rey de Siria no fue la excepción. Antes había buscado apresar a Eliseo por su don de profecía, ahora en cambio, lo buscaba para saber acerca de su futuro. Antes buscó al profeta para matarlo, ahora lo buscó para alargar su vida. Antes lo buscó con un ejército, ahora lo busca con una caravana de regalos. De odiarlo profundamente, pasó a respetarlo llamándose “tu hijo Ben-adad”, lo cual era una señal de respeto, pues se solía llamar “padre” al profeta, y acudir a él por ayuda. Pero, esta búsqueda no iba a resultar. Era por pura conveniencia. Para él, Eliseo era como uno de los adivinos de su nación. El juicio ya estaba determinado sobre su vida.

Hay un detalle que es muy llamativo y casi irónico, que el idólatra e impío rey de siria busque la ayuda en el “varón de Dios”, mientras al principio del libro leemos de un rey de Israel que había buscado la ayuda en Baal-zebub (2R.1:2), el “dios de las moscas”. ¿Dónde busca su ayuda el hombre hoy en día?

B. Un intento de soborno

¿Cuánto está dispuesto a dar una persona por su salud? La salud es uno de los bienes más preciados, y, sobre todo, cuando está en riesgo la misma vida, las personas muchas veces son capaces de hacer cualquier cosa con tal de mantenerla o recuperarla.

Alejandro Magno tenía los mejores médicos, pero luego tuvo que reconocer que no le podían alargar la vida. Para demostrar esta realidad, los hizo desfilar delante de su ataúd hacia el lugar de su entierro.

Se cuenta la historia de Alfred Krupp, un muy reconocido fabricante de armamentos prusiano, que tenía tanto miedo a la muerte que se dice que nunca perdonó a nadie que mencionara el tema en su presencia. Ninguno de sus empleados podía hablar de muerte junto a él bajo amenaza de despido inmediato.

Una vez un pariente de la esposa que estaba de visita en su casa se murió repentinamente. Él huyó despavorido. Más tarde, cuando su esposa se lo echó en cara, la abandonó en el acto. Ahora bien, cuando se dio cuenta que estaba envejeciendo, le ofreció un millón de dólares a su médico, si le prolongaba la vida 10 años. Lógicamente esto no se pudo hacer y aunque los aceros Krupp tienen renombre mundial, el hombre murió como le va suceder a todos.

En nuestra historia, el rey de Siria procuró influenciar al profeta enviando a su lugarteniente con un “…un presente de entre los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados”. No sabemos lo que cargaba esta tremenda caravana de camellos. Pero podemos trazar el paralelo a la visita del general sirio Naamán al mismo profeta. En su momento éste había llevado: “consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestido” (2R.5:5). Si el regalo de un general ya era tan abundante, bien nos podemos imaginar entonces lo que sería la propuesta del rey. Tiene que haber sido descomunal. Ya sólo la presencia de 40 camellos frente al lugar donde se había alojado el profeta tiene que haber hecho un impacto fenomenal. Con este impresionante regalo, el profeta de Dios podría vivir como un rey el resto de su vida. Ya no tendría que conformarse con vivir en un aposento prestado (2R.4:10). Ya no tendría que comer potajes de verduras (2R.4:39) o vivir de ofrendas de comidas (2R.4:41). Hasta podría donar una parte para hacerle un alojamiento adecuado a los “hijos de profetas” (2R.6:1). Toda necesidad personal y de la obra estaría satisfecha. Tengamos en cuenta también, que habían pasado 7 años de hambruna sobre la tierra (2R.8:3). Si aceptaba el regalo, ya no tendría necesidad de nada.

Imaginémonos por un momento que nosotros fuéramos los destinatarios de este ofrecimiento. ¿Cómo hubiéramos reaccionado?

Hoy en día, en el mundo religioso en general, y lamentablemente incluso en el evangélico, abundan aquellos que buscan enriquecerse por medio de la fe o el evangelio. Hemos visto y oído innumerable cantidad de veces, como se busca sacar el dinero a la gente con promesas como: “Si quieres salir de la miseria, sanarte de una enfermedad, conseguir un empleo, librarte de alguna maldición, primero tienes que traer el diezmo o una ofrenda importante”. El que no da a las arcas de estas iglesias y sobre todo a sus líderes inescrupulosos, se queda sin la supuesta bendición y quizás hasta con la amenaza que aun lo que tiene el demonio se lo va a sacar.

¡Cuántos de estos líderes viven con todo lujo, incluso se mueven en jets privados, tienen sus mansiones, etc! Como decía Judas alertando acerca de los falsos profetas que: “se lanzaron por lucro en el error de Balaam,… Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”. (Jud.11,16). El apóstol Pedro cuando habla acerca de los engañadores que se quieren colar en las iglesias dice: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. () seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” (2P.2:14b-16). Dos veces resalta la actitud avara del profeta Balaam que desobedeció claras indicaciones de Dios con tal de recibir honra y posesiones. Esto no cambió. En la actualidad, con tal de conseguir honor y dinero, no interesan las asociaciones que puedan hacer, ni siquiera la verdad que deberían exponer. Es lógico que esto no quedará sin el terrible castigo de Dios.

Pero volviendo al profeta Eliseo, observamos, que no era de los interesados en posesiones materiales y mucho menos hacer negocio con su relación con Dios. Esto ya lo había demostrado con Naamán, rechazando cualquier donativo por la sanidad del general sirio. Además, luego fue el canal del castigo de Dios sobre el avaro Giezi (2R.5:16,27).

¡Cuánta falta hacen este tipo de líderes espirituales en nuestras iglesias! La avaricia es una de las grandes tentaciones a la cual es expuesto todo líder en la obra de Dios. ¡Cuidado en darle lugar o ser objeto de aprovechamiento de tales charlatanes!

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